Por José Pepe Marquínez
A 95 años de la revolución de septiembre de 1930 en que se produjo el derrocamiento del gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen, quiero recordar este acontecimiento que marca el primer golpe de estado ocurrido el siglo pasado en nuestro país. Fue un movimiento de carácter militar que dio origen a lo que se dio en llamar “Década Infame” y significó un avance del fascismo y el antisemitismo.
Esta acción subversiva fue el primer ataque al orden constitucional que contó con el aval de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. La cúpula de los insurgentes comandada por el general José Félix Uriburu, estaba signada por personajes que pertenecían a la extrema derecha es decir conservadores, nacionalistas y radicales antipersonalistas.
Se inauguró con el golpe un período marcado por la inestabilidad política, fraudes electorales y represión. Al gobierno del derrocado presidente Irigoyen se le endilgaba clientelismo político desmedido, personalismo y evidentes muestras de deterioro físico y mental. El movimiento destituyente fue un hecho relevante de la historia política nacional.
El día señalado a las 5 y 45, el general José Félix Uriburu marchó con un grupo perteneciente a las fuerzas armadas y civiles al Colegio Militar de la Nación que con anterioridad se había expresado a favor del golpe. Desde allí el grupo se dirigió a Buenos Aires y a todo esto, el presidente Irigoyen delegaba el mando en su vicepresidente Enrique Martínez quien decretaba el estado de sitio por 30 días.
El golpe marcó el inicio del período, antes nombrado, denominado “Década Infame” caracterizado por represiones y elecciones fraudulentas. (1930/ 1945: Gobiernos de Uriburu, Agustín P. Justo, Roberto M. Ortiz y Ramón Castillo).
Civiles de renombre político identificados con los gobiernos de origen conservador acompañaron al golpe del general Uriburu. Entre ellos mencionamos a Manuel Fresco de neta posición fascista (quien luego fuera Gobernador de la Provincia de Buenos Aires entre 1936 y 1940), Matías Sánchez Sorondo, Miguel Ángel Cárcano, Juan Aguirre Cámara (luego Diputado de la Nación), Natalio Botana (director del Diario Crítica), Leopoldo Melo (candidato a Presidente de la República) y además la asonada contó con el apoyo del grupo nacionalista Legión Cívica.
El grupo de militares comprometidos estaba formado entre otros por los generales Arturo Osorio Arana, Álvaro Alsogaray, Rosendo Fraga y el capitán Juan Domingo Perón.
En horas de la tarde el general Uriburu llegó a la Casa Rosada y luego de mantener una discusión con escenas de violencia verbal con el Vicepresidente Enrique Martínez, este último presentó su renuncia.
Una vez consumado este hecho, Uriburu asumió el cargo de Presidente de la República designando a Enrique Santamarina como Vice.
El 26 de septiembre de 1930 se designó interventor de Santa Fe al doctor Diego Saavedra y al comenzar 1931, se hizo cargo del gobierno provincial el doctor Guillermo Rothe.
Juan Domingo Perón, uno de los que apoyó el movimiento subversivo dijo arrepentido: “Nosotros sobrellevamos el peso de un error tremendo. Contribuimos a reabrir en 1930 en el país, la era de los cuartelazos victoriosos. Para salvar a la patria del desorden y desde el gobierno no necesitábamos golpear las puertas de los cuarteles y enseñar al ejército el peligroso camino de los golpes de estado. Pudimos dentro de la ley resolver la crisis. No lo hicimos”.
En definitiva el golpe del 6 de septiembre de 1930 perpetrado contra el gobierno constitucional, significó un período que dio origen a las revoluciones que finalizaron en 1985. Atrás había quedado la oscura noche de la Argentina.