Notas de Opinión

¡Basta de mentir!

Aún con todo lo que se ha hecho para que el caso vaya diluyéndose, a dos meses de la muerte del fiscal Nisman -este domingo se cumplen ocho semanas-, continúa ocupando el centro de la escena del interés público, con la fuerte presunción que todavía seguirá así por un tiempo por lo cual es altamente probable que mantendrá su efecto e impacto en las elecciones que están a la vista. Muchas de las alternativas que se ven superadas en cuanto a la repercusión tienen que ver con la proximidad de los comicios, algo por cierto previsto en el calendario y por lo tanto inevitable, aunque también hubo claros esfuerzos para agregar nuevos ingredientes al escenario cotidiano con la referida intención, pudiéndose incluir por ejemplo la reactivación de la causa Papel Prensa, cuyo impacto de llevar a los estrados judiciales a declarar a Magneto, Mitre y Herrera de Noble hubiese tenido un relieve enorme, cumpliéndose sobradamente con el tendido de una cortina de humo. Sin que ello no signifique que esa causa deba continuar su curso.

Queda bastante claro, al ver la forma en que se ha ido desarrollando la investigación, que las fallas e imprecisiones fueron notables. Una de ellas, tal vez la más gruesa el haber realizado la autopsia sin la presencia de los peritos de la querella, cuando en realidad ese acto unas horas antes o despúes no modificaba absolutamente nada. Más otras que fueron agregándose en estos dos meses, concluyendo en que en todo ese tiempo ni siquiera se lograron establecer condiciones mínimas para salir de la carátula de "muerte dudosa".

Lo que no parece haberse tenido en cuenta es la participación cada vez más protagónica que tendría en el caso la ex  mujer de Nisman, la jueza federal Arroyo Salgado, conocedora a fondo del terreno en el cual se está movilizando. Justamente esa autopsia realizada sin la presencia de peritos de la querella, parece haber sido el disparador de toda esta serie de actuación paralela a la investigación oficial que deja al descubierto gruesas evidencias, incluso groseras. Existe un aspecto que es clave para aspirar llegar a la verdad: los custodios. Lo dejaron al desamparo durante varias horas, aduciendo que el mismo Nisman les había aconsejado esa actitud. Algo que es realmente impresentable, y sin embargo admitido como justificación cuando en realidad todos los custodios deberían haber quedado detenidos, hasta conocerse la verdad. Incluso, la fiscal les secuestró sus celulares ocho días después, cuando debería haber sido esa misma madrugada del 19 de enero. ¿Quién les dijo que abandonaran la custodia? ¿Podía haber sido Nisman cuando en realidad temía por su vida? Esa podría haber sido la punta del ovillo, pero en cambio sólo un par de los custodios afectados fueron objeto de un sumario administrativo, e incluso la ignota ministra de Seguridad, Cecilia Rodríguez, rescató como positiva la participación de los custodios de la Federal.

La cuestión es muy diferente si fue suicidio como se trató de imponer desde la investigación oficial, o si fue un asesinato como lo asegura la querella a través de sus peritos. La jueza Arroyo Salgado no admite dudas: "a Nisman lo mataron". Todo fue ratificado ante la fiscal Fein por parte de los forenses de la querella.

"Dejen de mentir a la gente", salió a decir esta semana la ex esposa del fiscal, frase que suena como un verdadero golpe de maza, y que deja entreabierta la posibilidad que el caso tal vez pueda llegar a esclarecerse. Queda claro que en toda esta trama, y tal como va desarrollándose a la luz de los acontecimientos, no tuvieron en cuenta a Arroyo Salgado, pues de no ser por su participación, es muy probable que la "muerte dudosa" que todavía sostiene Fein hace un rato largo que se habría transformado en "suicidio".

Como casi todo lo que sucede en la Argentina de estos años, se tienen dos posiciones, marcadamente opuestas. Aquí encarnan esa diferencia los rostros de Fein y Arroyo Salgado. Ahora se vendrá una junta de peritos para resolver sobre las dos pericias absolutamente enfrentadas. Para la oficial todo concluía en suicidio, e incluso así se apresuró a decirlo el secretario Berni -que durante varias horas se movilizó en el escenario del crimen antes de la llegada de las autoridades judiciales encargadas del caso-; para la querella hay sobradas pruebas que fue un asesinato, e incluso se movió el cuerpo después de la ejecución, además de ser limpiadas algunas manchas de sangre en el lavabo del baño. Realmente asombrosas las diferencias, que ahora se convierten en una pequeña luz de esperanza para que el caso pueda enfilarse hacia una salida.

Dentro de toda esta perspectiva, no puede dejar de mencionarse el intento por parte del gobierno de acordar una tregua hasta el 10 de diciembre con los jueces y fiscales díscolos al alineamiento oficial, novedad revelada por La Nación y confirmada para algunos de los involucrados, que señalaron además al juez Canicoba Corral -nada menos que tiene a su cargo la causa AMIA- como el ofertante de la propuesta gubernamental.

Autor: Roberto Actis

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