En esta época del año suelen mezclarse los deseos y la realidad, generando una confusión que se desvanece rápidamente. Aunque ya hemos dejado atrás los primeros de los 365 peldaños del año, existe una pregunta que es la que inquieta y preocupa a todos: ¿qué nos espera en este 2015? Y precisamente no existe una respuesta contundente, todavía, por aquello de la falta de claridad que aportan los deseos, siempre esperanzadores y cargados de optimismo. Pero claro, la realidad es otra cosa, ya que además, es la que debemos afrontar, y por lo tanto bastante más dura.
Aunque existen numerosos aspectos a tener en cuenta, en este caso nos enfocaremos sólo en la economía, que es la que tiene un mayor impacto, pues apunta al bolsillo. Todos los indicadores -los oficiales del INDEC y del Ministerio de Economía, que suelen ser suavizados generosamente- no sólo confirman la recesión sino que viene profundizándose.
El mal mayor sigue siendo la inflación, que pega fuerte en todo el conjunto, pero especialmente en todos aquellos que viven de un ingreso fijo, tanto trabajadores como jubilados. Un dato escalofriante, es que la mitad de los que tienen empleo, unas 8 millones de personas, tienen ingresos mensuales inferiores a 5.000 pesos, y que dentro de ese conjunto unos 5 millones apenas reciben menos de 3.500 pesos por mes.
De todos modos, e incluso repasando los desenlaces de situaciones similares a esta ocurridas en anteriores ocasiones, lo más aconsejable es cuidar el trabajo, que resulta el bien más preciado cuando de crisis sociales se trata, y eso es, aparentemente, lo que puede ocurrir.
El propio INDEC admitió que actualmente hay 395.000 personas ocupadas menos que hace un año, lo cual representa un tobogán incierto, pero por sobre todas las cosas peligroso, de no lograr corregirse su tendencia. Este informe oficial, fue difundido con atenuantes que de ninguna manera logran modificar la perspectiva de riesgo. Se dijo que hay menos gente que busca trabajo y por eso hay menos gente con empleo, lo cual no es más que un argumento disparatado para tratar de ajustar las estadísticas al relato oficial sostenedor del modelo nacional y popular que, a esta altura, ya no resiste más parches.
Se arguye, dentro de ese intento de disimulación, decir que este fuerte crecimiento de gente inactiva responde a que debido a las bondades del país, son muchos más los que pueden vivir sin tener un trabajo.
Sin embargo, frente a toda esta clase de episodios a los que nos hemos ido acostumbrando estos años, indefectiblemente la realidad se encarga de poner las cosas en su lugar y seguramente así volverá a suceder. Nadie tiene la bola de cristal como para suponer el futuro, pero frente a los hechos y números que se disponen, dejando de lado los deseos y las promesas insustentables con la realidad, lo que puede visualizarse es que el cuidado del empleo es el objetivo no sólo inmediato, sino el más preciado.