Notas de Opinión

Buscando pactos


Un rito particular de diálogo es el realizado con otras fuerzas políti­cas en el diseño de estrate­gias para la administración de un territorio, o para estar en la oposición; como forma de dar respuesta a sus planteamientos programáticos e ideológicos.

Concluido el proceso electoral, y a la vista de los resultados, puede ocurrir que nadie consiga una mayoría suficiente para gobernar en solitario. Es el momento de la búsqueda de pactos para conseguir una coalición que permita un gobierno sólido. En un sistema electoral como el nuestro, es frecuente la aparición de partidos bisagra, con los que la negociación resulta necesaria; repartiendo, y quizá rebajando, ilusiones y proyectos. El rechazo visceral del competidor político: « ¡o nosotros, o el caos!», puede trasladar al votante un mensaje de pesimismo ante el futuro.

Parece razonable que los pactos se dejen para después de las elecciones, en las que cada grupo político haya po­dido medir su implantación y su fuerza en relación con los demás. Los pactos y acuerdos, en cualquier te­rreno, dependen más de la habilidad y actitud de los negociadores que de los programas. Todo pacto se hace para el futuro, pero el pasado no deja de estar presente, condicionando las negocia­ciones.

Consecuencia negativa de esos pactos, que miran, como mucho, al corto plazo de una legislatura, puede ser la dificultad para diseñar proyectos a largo plazo, tan necesarios para soportar el cambio tecnológico y la evolución acelerada de la sociedad urbana.

El consenso puede parecer utópico; sin embargo, ha de intentarse alcanzar esa utopía, al menos en dos zonas de decisión: en los pequeños problemas y en los grandes temas. Las barreras para la comu­nicación casi siempre proce­den más del personalismo, que de las diferencias ideoló­gicas.

Recuerdo, sin recordar su origen, una expresión utópi­ca de hermandad universal en la que se anunciaba un tiempo en que personas de todas las razas, continentes y culturas pudieran reunirse para tratar problemas con es­píritu de concordia y amis­tad; donde todas las palabras fueran veraces y donde la sinceridad rechazara de pla­no cualquier hipocresía o fra­se de doble sentido. Lejos es­tamos de tal paisaje, cuando los políticos de diferentes partidos se comunican poco, encerrados en sus cápsulas estancas; y cuando, además, si la confrontación trasciende del partido a los individuos, la brega política se transfor­ma en la caza del hombre.



(*) Foro Independiente de Opinión (España).


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Autor: Agustín Pérez Cerrada

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