Notas de Opinión

Camino incierto en la escena nacional

"Este asunto de la denuncia contra la Presidenta sobre encubrimiento de los iraníes por el atentado contra la AMIA, es una patraña inventada para tapar la gran temporada veraniega en Mar del Plata". Punto más, coma menos, es el núcleo de la argumentación de Coqui Capitanich -el inefable vocero de la Casa Rosada- tratando de refutar este nuevo capítulo, escandaloso por cierto, que envuelve al gobierno y la justicia.

Esta vez, con el fiscal Alberto Nisman como protagonista central de una de las partes. En realidad, estos dichos de Capitanich, que cada mañana analiza una actualidad que lo desborda y que suele replicar con tamaños disparates, no hacen otra cosa que exponer la desorientación que existe en un momento en que todo lo que se vino acumulando estos años, ahora parece caer en avalancha.

También el canciller Timerman, el otro acusado, salió a desmentir el contenido de la denuncia, con un comunicado que en definitiva fue la palabra oficial del gobierno. En realidad, y como sucedió repetidamente, el mayor contenido se destinó a la descalificación de la persona del fiscal acusador, cuando en cambio lo más oportuno, y aún más que eso, hubiese sido detallar los motivos por los que la denuncia se considera inválida. De eso hubo poco y nada.

Quien con esta nueva instancia de una disputa que se deja entrever será sostenida y sin pausas es probable que el que se esté relamiendo sea el vice Amado Boudou. Es que al fin le están dando un poco de descanso, pues toda su serie de imputaciones -desde la apropiación de la imprenta para fabricar dinero, el auto trucho, el enriquecimiento de los departamentos de Puerto Madero y los 7 millones cobrados al gobernador formoseño Insfran para asesorarlo en el pago de una deuda con el Ministerio de Economía, justo cuando el vice era el ministro-, a pesar de la gravedad que revisten, son apenas un poroto con esta acusación de encubrimiento a los que hicieron explotar la sede de la AMIA, con saldo de 85 muertos. Este es el año que nos aguarda, aunque el desenlace es incierto, el camino parece estar trazado.

La justicia, que se sintió avasallada en el intento por borrarla del mapa, está respondiendo de una manera en que no lo había hecho todos estos años. La oposición en tanto, salvo unas poquísimas excepciones, continúa durmiendo una larga siesta. Algunos de sus integrantes, además, tratando de hacerse graciosamente los distraídos.

En cuando a la economía, que para la mayoría es lo que más preocupa pues toca nada menos que al bolsillo, todo da la sensación de seguir con piloto automático, con una inflación que fue para el año dejado atrás de 38,5% según los privados y del 24% para la estadística oficial, y en cualquiera de los casos sea la cifra correcta, es igualmente altísima.

El gasto público se mantiene en niveles récord -durante 2014 se gastaron nada menos que 300.000 millones en exceso-, y como se trata de un año electoral en los que ya sabemos lo que sucede cuando de gastar se trata, la perspectiva no es muy satisfactoria que digamos. De todas maneras, estamos sólo en el comienzo...

Autor: Roberto Actis

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