“Los chicos en la escuela y no en la calle”, puede ser un buen eslogan, una buena consigna o un buen título. Para nosotros, es un eje transversal de transformación social, ya que permite construir una sociedad más justa, de igualdad de oportunidades. Una sociedad más segura.
Para saber cómo será el futuro que le espera a una comunidad hay que mirar dónde se invierte hoy. Nosotros decimos que, indudablemente, se debe invertir en educación.
Ese apoyo permanente lo venimos haciendo realidad en la ciudad de Rafaela,, donde desde hace 4 años hemos sumado el programa Bicentenario de Inclusión Educativa y la creación de la Escuela Municipal de Oficios.
Los rafaelinos siempre valoramos la educación, y fue trascendente para nuestro desarrollo. La educación es competencia del Estado provincial, pero la realidad es que los chicos de nuestra ciudad son nuestra responsabilidad.
Decidimos que la obligatoriedad de la escuela secundaria no iba a ser sólo una expresión de deseos en nuestra ciudad: iba a ser una realidad. Con sólo cruzar datos de quienes terminaron la primaria y no se anotaron en la secundaria tenemos una de las informaciones más valiosas para cualquier comunidad: quiénes se siguen educando y quiénes no.
Salimos casa por casa a visitar a las familias de aquellos chicos que no iban a continuar en la escuela y hablamos con ellos de la importancia de estudiar. Los acompañamos a inscribirse, pusimos a disposición becas y apoyo de docentes tutores para quienes entendían que era muy difícil poder hacerlo solos.
Estos equipos comenzaron a trabajar con los alumnos en cada una de las sedes vecinales de sus barrios, todas ellas con buena infraestructura y equipamiento tecnológico. Coordinamos con los directivos y docentes de cada escuela secundaria para que la inserción sea fructífera.
Es decir, articulamos redes comunitarias para resolver un problema concreto no para estudiarlo. La palabra cohesión social cobró sentido en lo comunitario.
Llevamos cuatro años en este empeño. Por eso, estamos convencidos de que este esfuerzo demuestra que se puede trabajar con perspectiva de inclusión.
Que es posible evitar que cientos de chicos en las ciudades de nuestra provincia deambulen sin estudiar y sin saber qué hacer, con todos los riesgos que ello implica.
Que acompañarlos en la superación de dificultades que son comunes a este ingreso a otro nivel educativo, no es imposible y da sus frutos. Asegura familias que confían en la capacidad de sus hijos y que ayudan para que puedan romper con el círculo determinante que los privó de futuro. Evitan la infructuosa búsqueda de vacantes en escuelas medias para adultos cuando la sobre edad para estar incluidos en la escuela secundaria es una demanda tardía exigida por una alternativa laboral.
Los intendentes debieran encontrar apoyo desde la provincia para trabajar en sus territorios, poniendo asistencia directa a estas nuevas realidades que exigen soluciones oportunas y razonables construidas con el concurso de todos. No implica ni creación de cargos ni nuevas estructuras. Sólo implica apertura, diálogo y coordinar esfuerzos.
Si lo pudimos hacer en Rafaela con recursos locales y llevamos más de 4 años con cerca de 500 chicos en la escuela y no en la calle, ¿por qué no hacerlo en toda la provincia?
La educación, la inclusión es un derecho, de y para todos los santafesinos.
Señor gobernador Antonio Bonfatti convoque a todos los intendentes y presidentes comunales para poder llevar adelante esta iniciativa en cada una de las 362 localidades de la provincia de Santa Fe.
Porque la mayor seguridad la da la educación, hagamos juntos que en el primer día de clases los chicos estén en la escuela y no en la calle.