El Gobierno cree haber ganado la batalla por las reservas, libra ahora la contienda por los salarios y, de imponerse, avanzaría en otras medidas para limitar el descontrol del gasto público. Para evitar que los salarios espiralicen la inflación como sucediera en las crisis de 1975-1976 (el Rodrigazo), el Gobierno necesita que esta en las próximas semanas se modere, ya que en caso contrario ningún sindicato aceptará aumentos por debajo del 30% cuando la expectativa de inflación de la gente está en 37%.
El monto fijo para cubrir el tiempo hasta las paritarias se va imponiendo como propuesta en los grandes gremios, que cualquiera sea el acuerdo al que se llegue se reservarán la posibilidad de renegociar si la inflación se descontrola.
En cuanto a los gremios docentes han rechazado -como se esperaba- la oferta oficial y anuncian que no comenzarán las clases, que en algunas provincias se inician esta semana y en la mayoría la próxima. Los gremios docentes kirchneristas también han rechazado la propuesta. Mientras tanto, el reclamo en la calle de aumentos para los subsidios sociales, cuyo poder adquisitivo ha sido muy deteriorado por la inflación, se intensifica y es el que tiene mayor potencialidad de conflicto. Es el caso de lo sucedido en Chaco, donde la semana pasado grupos piqueteros que reclamaban su incremento se enfrentaron con la policía en un choque que dejó 42 heridos, 20 de ellos policías.
La batalla por la inflación radicaliza inevitablemente al Gobierno en lo político-ideológico. “Que el más fuerte no se apropie del excedente del más débil” es una de las tantas frases con las cuales el Jefe de Gabinete (Capitanich) se ha referido a la intención del Gobierno de avanzar sobre la regulación o el control de las ganancias de las empresas.
Por su parte, el bloque de diputados nacionales del FPV ha hecho propio el proyecto para imponer pena de prisión a quienes no cumplan con los precios oficiales, incluyendo la expropiación de mercadería. La AFIP por su parte ha establecido un mayor control sobre las existencias y movimientos de la producción agropecuaria -en un paso más hacia la intervención en el mercado de granos- para obligar a los productores a vender la cosecha.
La Presidenta en su última manifestación pública volvió a cuestionar al empresariado y lo acusó por la inflación. Es en este contexto que los sectores kirchneristas “puros”, reunidos en Unidos y Organizados (UYO) y liderados por La Cámpora, han ganado influencia en las últimas semanas dentro del oficialismo. Han tenido un rol protagónico en las acciones para apoyar los “precios cuidados”, han realizado los actos en solidaridad con el gobierno de Maduro y los dos representantes que se han incorporado al Consejo de la Magistratura por el oficialismo provienen de La Cámpora (Alvarez y Larroque), el primero de los cuales sostuvo que los jueces deben ser “militantes” políticos.
En lo político, el oficialismo comenzó a retomar la iniciativa con la reunión de todos los sectores del Peronismo bonaerense en Santa Teresita. El encuentro tuvo dos objetivos políticos: impedir la pre-consagración de la candidatura de Scioli y frenar la fuga de dirigentes hacia Massa. El intendente de La Matanza (Espinoza), que a su vez es presidente del PJ bonaerense, dijo que el “próximo Presidente será peronista”, sin apoyar la candidatura del gobernador. A su vez el Vicegobernador (Mariotto) sostuvo que Scioli puede ser candidato, pero que también puede haber otros.
El oficialismo ha comenzado a insinuar media docena de candidatos, entre los cuales hoy el gobernador de Entre Ríos (Uribarri) es el que ha tomado más cuerpo. La semana pasada ha reiterado que quiere ser candidato y ha comenzado a hacerse presente en el territorio bonaerense acompañado del vicegobernador. La idea de la Presidente es que el año que viene en las PASO, aún en las peores condiciones, el oficialismo mantendrá el 25% de los votos.
Con ello no se gana, pero sí puede ser suficiente para ganarle las primarias a Scioli y, en ese caso, el Kirchnerismo pasa a tener un tercio de los votos para competir en la segunda vuelta, dada la división de la oposición. El 1 de marzo, en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, el Kirchnerismo tratará de recuperar la calle mediante una gran movilización. Por su parte Massa logró el viernes la mayoría en el Senado bonaerense con la incorporación de un legislador del FPV, sumó al intendente radical de la capital neuquina y sigue siendo el candidato con más intención de voto para 2015 en los sondeos.
Si bien el ajuste que de hecho se está imponiendo es visto por algunos como un giro ideológico del Gobierno, la línea del Kirchnerismo no ha cambiado. La Argentina ha entrado al igual que Venezuela en un escenario de inflación con recesión, pese a lo cual ninguno de los dos gobiernos dejará este año de pagar sus bonos, manteniendo la firme decisión de evitar el default como lo han hecho hasta ahora. Paradójicamente, los bancos en ambos países son sectores muy rentables y si Argentina finalmente paga la indemnización a Repsol, los dos países van a coincidir en indemnizar a los dueños de las empresas expropiadas. El sinceramiento de la inflación pone a la Argentina como Venezuela, que a fines del año pasado analizó pasar a la distorsión estadística de Argentina, pero lo desechó. La medición argentina de la inflación ahora se acerca a la realidad como la venezolana, pero se ha dejado de informar sobre pobreza y indigencia, dado que la realidad cuadriplica la última medición oficial.
La baja en la tasa de desempleo anunciada por el gobierno argentino en el último trimestre plantea más de una duda. Pero más allá de las coincidencias del gobierno argentino con el venezolano y de la alianza política, Cristina Kirchner percibe que una crisis del Chavismo, precipitada por las manifestaciones opositoras en las calles, es un mal antecedente para otros gobiernos populistas en la región, sobre todo tras el impacto de las imágenes de la caída del gobierno ucraniano. Ello se acentuó más en las últimas horas con la sorpresiva derrota el domingo en Ecuador de los candidatos del presidente Correa en las elecciones municipales en Quito y Guayaquil.
En conclusión: evitar que los salarios espiralicen la inflación en un contexto de fuertes subas de precios es el desafío inmediato del gobierno; la batalla por controlar la inflación a través de los “precios cuidados” radicaliza ideológicamente al gobierno, al poner al empresariado como responsable de ella; en lo político el gobierno retomó la iniciativa, reuniendo al Peronismo bonaerense y planteando candidaturas alternativas a las de Scioli, pero Massa toma el control del Senado bonaerense; por último, pese a algunas medidas económicas en la Argentina, la semejanza con Venezuela sigue siendo una nota dominante, tanto en lo económico como en lo político.