Los precios van por el ascensor y los salarios por la escalera. Una definiciòn tan gráfica y útil como por demás conocida, que sin embargo mantiene plena vigencia en escenarios inflacionarios y que sirve para sintetizar la disputa que se vendrá en estos dos próximos meses, cuando comience la discusión en serio por los aumentos salariales. Los prolegómenos al menos, vienen siendo lo suficientemente confrontativos como para descontar una disputa muy fuerte. Sin olvidar que estamos en un año de elecciones, que es cuando todos buscan sacar alguna ventaja, incluso pasando a segundo plano los intereses de la gente. ¿O no ha sido siempre así?
La complicaciòn que se viene parte de bases inciertas, pues ¿cuánto es la inflaciòn? Es que el poco serio 10,9% oficial del INDEC para todo el año pasado no lo cree nadie, por lo cual se abre un horizonte de disputa en el cual no existen parámetros de cierta consistencia. Las organizaciones patronales hablan de un 20%, pero hay sectores que están reclamando hasta el doble, quedando en el medio toda una amplísima franja por la cual deambulará la discusiòn.
Como ocurrió siempre, están los gremios fuertes que sacarán mayor tajada y otros que deberán conformarse con muchísimo menos. Incluso, y aún con una economía en expansiòn, la situaciòn es muy diversificada de acuerdo con los sectores, ya que hay algunos a quienes les va muy bien, y otros en cambio que están pasando las mil y una para subsistir. Tengamos en cuenta que no es oro todo lo que reluce.
Antecedentes hay de sobra, el nuestro ha sido un país inflacionario por excelencia, con gente que aprendiò a vivir y defenderse del flagelo. Es así que mientras algunos sectores disponen de mecanismos de defensa, otros en cambio quedan expuestos, casi a la intemperie.
No deseamos, mucho menos intentamos hacer una apología inflacionaria, tampoco generar climas alarmistas, pero sí ajustarnos a una realidad que se nos viene encima y que en alguna medida pudo ser evitada. Recordemos que en noviembre, cuando esto comenzó a vislumbrarse, la presidenta Cristina Kirchner hizo un llamado a patrones y trabajadores para formalizar un acuerdo, sin que se haya avanzado desde entonces ni siquiera un centímetro.
Pero claro, faltó entonces el compromiso del Estado de hacer su propio aporte, reduciendo gastos y controlando la emisiòn monetaria, una combinaciòn que aún sin afectar el consumo, hubiese impactado fuertemente en el corazòn inflacionario. Tanto en forma efectiva, como también dando una señal muy clara a la gente, para evitar este círculo vicioso del subir precios por las dudas.
Pero bueno, esto es lo que tenemos. El alza de los precios es constante y el efecto más negativo se nota en los sectores más desprotegidos, que son mayoría, una evidente contradicciòn luego de tantos años seguidos de crecimiento a tasas muy altas. Donde queda claro el fracaso de la política aplicada para la redistribuciòn de la riqueza, ya que el hilo se continuó cortando por lo más delgado.