Notas de Opinión

De primavera árabe a gobierno autoritario

A comienzos del año 2001, la opinión pública mundial se entusiasmó por los movimientos que protagonizaron pueblos árabes contra sus dictaduras vitalicias. Se los denominó "La Primavera árabe”.

Comenzó en Túnez y le siguió Egipto. Los que la impulsaron en estos países fueron jóvenes intelectuales laicos, que utilizaron las redes sociales, luego se extendió a toda la población.

Su impulso se propagó por otros países de la región, con resultados diversos.

Nos referiremos a que ocurrió en Egipto y el proceso posterior. 

Comenzó con manifestaciones multitudinarias en la plaza de Tahir, en El Cairo, y otras localidades, contra el dictador Mubarak, que gobernaba desde hacía 30 años, y era apoyado por las potencias occidentales e Israel. Duraron 18 días (25 de enero hasta el 11 de febrero) se vivieron momentos de suma tensión y represión violenta; pero sus protagonistas se mantuvieron firmes hasta lograr la renuncia y posterior enjuiciamiento del dictador. Fue reemplazado en el gobierno por una Junta Militar, cuyos miembros habían pertenecido a régimen caído.

En los últimos momentos, cuando el movimiento estaba afirmado y próximo a triunfar, aparecieron en escena “Los Hermanos Musulmanes”.

Haremos una breve reseña de sus antecedentes. Es un grupo islamita, que busca relacionar la religión con el estado, y propone que la sarhia (ley musulmana) sea considerada como una ley civil.

Nació en la década del 30, pero Nasser, un dictador laico, los combatió. Resurgieron cuando su poder decayó después de la derrota en la guerra de ”Los Seis Días” contra Israel (1967) y posteriormente asesinaron a su sucesor Sadat, que en Camp David firmó la paz con Israel. Efectuaron algunos atentados violentos contra turistas.

Cuando poco después asumió el poder Hosni Mubarak, combatió al grupo, muchos de su líderes murieron o se exiliaron, pero la organización perduró, y según algunos analistas fueron aliados clandestinos de la dictadura y del poder económico que la apoyaba.

Al producirse en 2011 el cambio de gobierno, se presentaron como partido un islámico moderado y legalista y se contactaron con la Junta Militar. Esta no demostraba mucho interés en convocar a elecciones, después de presiones y manifestaciones lo hicieron, para el mes de mayo del 2012. 

Obtuvo el triunfo Mohammed Mursi, dirigente de los Hermanos Musulmanes, que contaban con la estructura y organización que no tenían los representantes de los iniciadores del movimiento del 2011, además supieron aprovechar el profundo sentimiento religioso de la población. El candidato de los intelectuales demócratas, sólo consiguió el 8% de los votos, aunque nos puede parecer extraño, el principal rival, que ocupó el segundo puesto, representaba al gobierno militar.

El traspaso del poder originó inconvenientes y tensiones, pues los uniformados salientes buscaron condicionar al nuevo gobierno y en una atrevida maniobra ordenaron disolver el Parlamento para retener en los cuarteles el poder legislativo y pretendía controlar la elaboración de la nueva Constitución.

Los triunfadores reaccionaron rápidamente, la plaza de Tahir, volvió a ser escenario de manifestaciones, con otros protagonistas, el grupo islamita, finalmente doblegaron la resistencia del ejército.

Mursi asumió como el primer presidente electo, luego de tres dictaduras que gobernaron el país desde su independencia. Su llegada al gobierno generó mucha expectativa. Pero poco a poco fue relegando a los otros poderes y concentrando atribuciones. No sólo detenta funciones del Poder Ejecutivo, sino también legislativas, pues el Parlamento no fue restituido y ahora trata de eliminar el Poder Judicial.

La semana anterior, aprovechando su renovada popularidad por el éxito diplomático, como principal negociador de la tregua entre Hamás e Israel, firmó unos decretos que establecen, que ninguno de sus decretos pueden ser renovados ni siquiera por el Poder Judicial. Un analista expresó: “es otro ejemplo de “democracias imperiales”.

El malestar se manifiesta desde hace un tiempo, pues el mandatario no dio respuesta a la grave crisis económica y social que atraviesa el país, al contrario eliminó los subsidios a los servicios públicos y transfirió al conjunto de la sociedad el costo del déficit fiscal. Los índices de desocupación son muy altos, especialmente entre los jóvenes y los egresados universitarios.

El problema es político y económico social, el Poder Judicial se reveló y el pueblo salió a las calles a manifestar por sus derechos. El espíritu de la Primavera Arabe continúa vivo.

Autor: Stella Maris Colla de Scarcella

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