La presidenta Cristina Fernández volvió a insistir en el reciente acto patrio en Tucumán con la reforma judicial, siempre con la cantilena de la democratización. Algo que fue desechado por inconstitucional, pero que además, cuenta con el 70% de rechazo de la gente, elementos de una contundencia tal que harían que cualquier otro frente a estas mismas circunstancias, se olvidara rápidamente el tema. Sin embargo, el redoblar la apuesta y el machacar bajo el convencimiento que siempre tiene razón, la están poniendo ante una encrucijada, justo en tiempos en que se aproximan las elecciones y donde el cristinismo es una de las primeras veces que parte desde atrás, al menos en el mayor escenario electoral como es la provincia de Buenos Aires. Si bien, esa misma tendencia se extiende a Capital Federal y las provincias de Santa Fe, Córdoba y Mendoza. Distritos más que suficientes para decidir el resultado.
Es cierto que todavía queda un pequeño margen de maniobrabilidad, al menos para las primarias del 11 de agosto que es algo así como una gran encuesta nacional, ya que un mal resultado será luego muy duro de revertir en octubre. Válido para el oficialismo pero mucho más para la oposición, ya que la atomización es una alternativa bastante factible, aunque todo está por verse.
Este empecinamiento en sostener a ultranza aún los fracasos, está generando un clima de desconcierto. Es que, además de esta reiteración sobre seguir avanzando para controlar la justicia -de paso, lo más reciente fue una iniciativa de uno de sus cortesanos para crear un "tribunal de constitucionalidad" que estaría por encima de la propia Corte, que prestamente salió a respaldar Zaffaroni-, también se deshizo en elogios para Guillermo Moreno, quien en realidad es un verdadero coleccionista de fracasos, siendo el más sonoro de ellos el control de la inflación con precios incluidos, que nunca llegó al objetivo buscado, salvo los números dibujados del INDEC.
Y por si faltaba algo para complicar todavía más el panorama, la Presidenta aludió también a la inseguridad, la más sensible preocupación de la gente. "Que nadie me venga a hablar de seguridad si antes no me hablan de la reforma de la Justicia" (sic). No hace falta ninguna clase de interpretación ni leer entre líneas, pues de ahora en adelante nadie podrá plantear siquiera un reclamo por el notable avance de la inseguridad, si antes no se logra poner de rodillas a la Justicia. Ni aún teniendo a los delincuentes debajo de la cama.
Si a esta trilogía, le agregamos el impuesto a las Ganancias que deben pagar los trabajadores y jubilados, mientras no se paga un peso por la renta financiera, entonces sí podemos decir ¡cartón lleno! Se trata sin dudas de una cuestión que no encaja de ningún modo, por más esfuerzo que se haga, en un gobierno que se proclama progresista e inclusivo. Veamos un ejemplo bien concreto, que no necesita de argumentaciones. Un trabajador soltero que gane 5.700 pesos, al cabo del año paga un sueldo completo por Ganancias; la presidenta Cristina que tiene 19 plazos fijo según una de sus últimas declaraciones patrimoniales, no paga un solo peso de impuesto por eso. Y por si faltara añadir argumentos, ahí tenemos el blanqueo que permite a quienes siempre evadieron, incluso a los que amasaron fortunas con las drogas o las coimas, quedar absolutamente limpios. Una gran incentivación para quienes cumplen puntualmente sus obligaciones.
El relato se va quedando sin sustento. Se volcaron 25.000 millones en subsidios en el ferrocarril y se lo terminó destruyendo, pasamos de ser un país autoabastecido de gas, petróleo y electricidad a importador por 15.000 millones de dólares anuales, se desalentó la siembra de trigo y de ser el granero del mundo quedamos tambaleando para nuestro propio pan, perdimos 12 millones de cabezas y nos pasaron en la exportación hasta Uruguay y Paraguay, pasamos de ser primeros en educación de Latinoamérica al sexto lugar aún subiendo la inversión a 6 puntos del PBI, la inflación está entre las más altas del mundo junto a Eritrea, Bielorusia, Congo, Venezuela y Etiopía. Eso, sin hablar de la corrupción. ¿Que hubo cosas positivas? Sin dudas, la asignación universal por hijo, la incorporación de 2,5 millones de jubilados que estaban en el desamparo -aunque aquí se hayan colado infinidad de pudientes por la falta de controles-, aquella Corte del comienzo que ahora sin embargo es vapuleada, las políticas de derechos humanos, la igualdad de género, el reacomodamiento de la deuda. Pero sin dudas este platillo de la balanza queda en desequilibrio.
La conclusión está reservada para Daniel Scioli, sin dudas un caso de diván. Ahora que Sergio Massa hizo lo que él intentaba y nunca se animó, modificó su discurso. La determinación y firmeza que ahora muestra por el modelo, no la tuvo hasta la semana pasada, cuando hasta entonces anduvo en tratativas para conformar un frente por fuera del cristinismo. Pero bueno, la ciencia de lo posible hace más que nunca realidad esa definición.
Y casi sobre el filo de la semana, llega esta bocanada de aire fresco que es la preventiva y procesamiento de Ricardo Jaime. Ojalá se convierta en un vendaval, con un efecto dominó del que nadie quede al margen. ¿Usted que piensa?