Por Lic. Mariano Zurvera (*)
NOTA 2
En esta segunda nota continúa el detalle de las áreas políticas y áreas de recursos estratégicos amenazadas, y por las cuales la ciudadanía argentina paga con sudor y lágrimas. Son causas que trascienden ideologías o banderas políticas y que responden preguntas que muchos nos hacemos: ¿Somos un país libre, independiente e igualitario? ¿Avanza nuestro modelo hacia esa visión?
AGRO
Hay un paradigma a quebrar con la visión que tiene la opinión pública en general sobre el campo. El verdadero debate del campo es de fondo, y la pregunta es que tipo de producción agropecuaria quiere el país. Es decir, si queremos 300 mil productores medianos-chicos o 4 o 5 mil megaempresas. En ambos casos la producción está garantizada. Pero el impacto socio-económico es sumamente diferente según el modelo.
En el primer escenario, estaríamos deteniendo el proceso de emigración y de desaparición de muchos pueblos que están amenazados. Para esto, las representaciones políticas deben trabajar por un modelo agropecuario que tenga como base la agricultura familiar.
Las retenciones móviles pueden ser fundamentales, pero segmentadas. No se puede retener el mismo porcentaje en concepto de retenciones al pequeño productor que siembra 100 has que al que siembra 100 mil. Esta política claramente beneficia la concentración del capital y la expulsión del sistema de miles de productores legítimos. Es fundamental la defensa de las pequeñas y medianas empresas agropecuarias, con un plan nacional agrario que las contemple. Debe tener también un espíritu diversificación y agregación de valor, no podemos quedarnos en el modelo de sojización que afecta la sustentabilidad ambiental y nos hace dependientes de un solo recurso, y sobre el cual no somos fijadores de precios.
Por otra parte, se debe rediscutir la política fiscal en la cadena de producción y comercialización. Este es el único país de los grandes exportadores agrícola-ganaderos del mundo donde el Estado no interviene para nada. A modo de ejemplo, Canadá y Australia construyeron un organismo de regulación del comercio exterior que maneja el 95% de la producción de sus países.
Se debe poner especial énfasis en desarticular el modo en el que se está beneficiando a las grandes cerealeras y lograr poner fin a los grandes monopolios, que están saqueando a nuestro país, nuestras tierras y recursos naturales, en beneficio de unos pocos.
POLITICA SOCIAL
El país está mucho mejor colocado que en 2001, con superávit fiscal, reservas por 50 mil millones de dólares y crecimiento de más del 8% anual, pero a pesar de ese contexto económico favorable persisten enormes injusticias y la esencia del modelo neoliberal de los 90 sigue funcionando.
Nuestra dirigencia actual no discute los grandes temas nacionales, como si se hubiera resignado a tratar una agenda impuesta desde afuera. Sin un proyecto nacional propio, el país hace décadas navega a la deriva entre propuestas de corto plazo y una cultura de la derrota que, a diferencia del Brasil, le impide plantearse objetivos estratégicos.
Debemos rescatar la ética sanmartiniana. No basta con ser honesto. Hay gente que es honesta y cuando está en la función pública mete la mano en la lata y se reparte sueldos adicionales. Tocar lo que es de todos es el delito más infame. Se debe reconstruir una conciencia de qué es lo que nos pertenece como argentinos. Hasta el más modesto de los argentinos es copropietario en una cuarentamillonésima parte del gran consorcio de propiedades que es la Argentina. Es copropietario de los caminos, los puertos, los aeropuertos, las estaciones, los hospitales, las escuelas, la plataforma marítima. Esta conciencia hay que reforzar para que los jóvenes y los chicos desarrollen la pertenencia. Nadie puede defender lo que no sabe que le pertenece y nadie puede cuidarlo si no lo siente como propio.
Este país no se caracterizó por apoyar al científico o al profesor. La prueba está en que se lo ha desvalorizado tanto que nadie sabe quién hizo los puentes, quién construyó los aviones argentinos o el reactor, como si esto fuera algo sin importancia, como un partido de la quinta división. Debemos saber que existe una Argentina Latente, que tiene disponibilidades extraordinarias y decimos que lo nuestro es un punto de encuentro de muchas culturas políticas, democráticas, nacionales y progresistas.
Hay que volver a encender la llama del movimiento nacional emancipador.
Los años 90 fueron los años de la destrucción del Estado. Al viejo Estado que arrastrábamos, que era ineficiente sin lugar a duda, directamente se lo destruyó. No se lo perfeccionó, ni se lo mejoró para que fuera el mejor servidor de los ciudadanos y los protegiera de los abusos de los poderosos, de las injusticias de quienes no cumplen con las reglamentaciones, de quienes contaminan el medio ambiente.
Necesitamos un Estado que proteja al pueblo, a la juventud, a los vecinos.
El imaginario colectivo a veces supone que nacionalizar o estatizar es el retorno al horror. Hay temor "a volver a los de antes". Ojalá volvamos a la época de YPF, una empresa de objetivos sociales que, cuando iba a buscar petróleo, primero construía una carretera, después levantaba un pueblo, el hospital y la escuela. Lo de ahora es un asalto absoluto; por lo menos se llevan un 30 por ciento más de lo que declaran.
No se trata de volver a los viejos métodos estatales, tenemos que ir hacia el modelo de empresas públicas en las que la sociedad, la comunidad, los usuarios, los consumidores, junto a los trabajadores, técnicos y funcionarios controlen la gestión de las empresas públicas, única manera de evitar males que todas las sociedades tienen.
POLÍTICA ECONÓMICA
Tendríamos que hablar de una batería de medidas que están pospuestas. Hay que favorecer una mayor inversión, un plan de desarrollo productivo con reglas muy claras y estables. Pero, ¿si empezamos con un Indec así… ? Para un plan de desarrollo necesitamos estadísticas confiables de un organismo público que las asegure. Por eso este tipo de organismos públicos debe ser absolutamente autónomo y con control parlamentario.
Se pueden pagar los $ 32.000 millones necesarios para el 82% móvil a los jubilados. La primera razón es que si la Anses tenía superávit debía aplicarlo a eso. Y después está la reposición al 100% de los aportes patronales que Cavallo [Domingo, entonces ministro de Economía] y Menem [Carlos, el entonces presidente] redujeron a la mitad en 1993 con el pretexto de que así se generarían más empleos, lo que resultó una mentira espantosa. Restablecerlos implicaría ingresos por $ 16.000 millones.
El manejo de las tarifas de los servicios públicos tiene que ver con el modelo y el diseño general que se tenga de la distribución de los ingresos en un país, aunque hay planes sociales y subsidios que se entregan sin ningún control y terminan en manos de algunos vivos y en prácticas clientelares. Eso hay que cambiarlo. En el mundo nadie cuestiona las tarifas sociales, pero no funcionan si se aplican para políticas clientelares.
Con reglas claras y un plan de desarrollo concreto y fuerte la Argentina también puede apelar a la inversión interna. Tenemos que tener un dólar bajo, competitivo, y ganar mercados en el exterior con productos con valor agregado. La inflación tiene causas en la falta de inversión productiva.
MATRIZ ENERGÉTICA
Al retirarse el Estado, la matriz energética se fue degradando y hoy el 85% de la energía proviene de los hidrocarburos. Se quema gas subsidiado para que las empresas privatizadas generen electricidad: el 58% del gas que se consume al día alimenta las centrales eléctricas. Desde la privatización no se construyó ninguna represa hidroeléctrica, ninguna destilería, ni desarrollaron energías alternativas como eólica, solar, mareomotriz, hidrógeno. Ningún gobierno les exigió cumplir las concesiones, reponer las reservas que extraían -como es norma en esta industria- o rescindirlas por incumplimiento, sobreexplotación de yacimiento o contaminación.
Una alternativa sería volver al Art. 40 de la CN de 1949 que establecía el dominio nacional y la participación federal de la renta: los recursos petroleros deben volver a la Nación y ser coparticipables.
Se puede discutir si lo conveniente es comprar YPF o crear una nueva petrolera, pero no debería permitirse que se transfiera a nuevos dueños, sean chinos, rusos o americanos. El proceso de concentración y extranjerización se acentuó en la Argentina: las ocho primeras empresas son extranjeras y extraen el 85% del crudo y el 92% del gas. El país tiene recursos y rentas extraordinarias que debe recuperar a fin de reinvertirlas en la construcción de un proyecto emancipador. La mayor de estas industrias es la petrolera.
YPF y Gas del Estado fueron obra de Yrigoyen y Perón. Honremos su memoria: la reconstrucción de una petrolera pública es una cuestión patriótica que no reconoce banderas políticas y que no puede abordarse al margen de la democratización de las instituciones. Se trata de una batalla cultural que convoca a promover desde la escuela, las universidades, sindicatos y medios, una conciencia patrimonial y una ética pública: hacer negocios privados con bienes públicos es un infamante delito.
(*) El autor es Licenciado en Administración de Empresas Agropecuarias de la UTN Regional Rafaela. En este artículo rescata conceptos y sintetiza diversas propuestas y opiniones efectuadas por el espacio Proyecto Sur y el dirigente Pino Solanas sobre la realidad argentina.