Notas de Opinión

Dos años de oprobio

FOTO ARCHIVO NA JUSTICIA. El miércoles los argentinos se movilizaron para recordar al fiscal Nisman.

Es cuestión de mirar hacia atrás, repasar los acontecimientos de estos dos años transcurridos desde la muerte del fiscal Alberto Nisman, y aceptar que aún cuando cada vez sea más contundente el convencimiento de lo que realmente sucedió, todavía no se hayan producido los pronunciamientos esperados de la justicia. Es cierto que recién se pudo comenzar a avanzar desde el cambio de gobierno -lo que abrevia el plazo-, tal vez no todo lo rápido que se pretendía, pero aún debiéndose superar toda clase de trabas, zancadillas y obstaculizaciones habidas y por haber como suelen ser bastante habituales dentro del ámbito judicial, más aún en este caso donde los "legítimos" del kirchnerismo conservan cargos y funciones de alto rango, desde la procuradora Gils Carbó, hasta camaristas, jueces, fiscales, secretarios y auxiliares que en la década ganada fueron ubicados poco menos que a mansalva.

Lo hemos dicho hasta el cansancio desde esta columna de los domingos, que en aquél verano de 2015 nos llevó una docena de entregas consecutivas sobre la muerte de Nisman, que quien es inocente lo mejor que puede pasarle es que lo investiguen y de tal modo que su inocencia quede probada y disipada de toda sospecha. Aquí en cambio se actuó a la inversa, y sin llegar a tanto como dijo la jueza Arroyo Salgado -ex esposa de Nisman- que desde el gobierno de Cristina Kirchner se formó un "grupo de tareas" como los que actuaban en la dictadura para intervenir en el caso, es evidente que se interfirió en absolutamente todo, partiendo del escenario del crimen invadido por una multitud y con la propia patética fiscal Viviana Fein -hoy jubilada- pisoteando la sangre en el baño, hasta la prolija limpieza de huellas que se hizo en el departamento de la torre Le Parc, con la insólita presencia del entonces secretario de seguridad Sergio Berni, hasta el posterior archivo de la causa por parte del juez Rafecas sin siquiera investigar una sola de las medidas requeridas, quien insólitamente sigue como pancho por su casa, cuando lo menos debería tener encima un juicio político, además de otros que también entorpecieron con insólitas medidas, como el camarista Freiller -junto a su par Ballestero-, tiene una causa de enriquecimiento ilícito, no pudiendo justificar ni cerca su patrimonio. Una situación bastante frecuente entre miembros del poder judicial de todos los niveles, desde los más altos hasta los de segunda línea. 

Pasaron dos años y todavía no se sabe con certeza si Nisman murió el sábado o el domingo, aunque cueste creerlo. En el acto del miércoles el fiscal Germán Moldes, uno de los que puso el pecho para frenar la embestida kirchnerista, fue contundente: "Nisman murió por denunciar a Cristina". Algo que se sabía desde un primer momento, pero que desde la justicia y el gobierno de entonces se logró enturbiar, hoy en cambio puede decirse.

La causa en que trabajaba Nisman fue reabierta, fue un primer paso enorme, y aunque los poderes no deben interferir entre si, como hemos visto que no siempre sucede, de haber ganado Scioli esto -al igual que las causas por corrupción- hubiesen quedado definitivamente en el olvido, bien sepultadas. Es otra de las cuestiones por las que se tiene un plus de paciencia con Mauricio Macri por algunas deficiencias de su gobierno, en especial con una economía que no arranca y se siente en los bolsillos. ¿Cuál es la opción? ¿Volver a lo de antes? Sólo de imaginarlo provoca escalofríos.

La acusación contra CFK, su entonces canciller Timerman, y otros varios pelafustanes que los secundaban en estos enjuagues con Irán, apunta al memorándum de entendimiento -que no fue otra cosa que eximir de responsabilidad a los iraníes que atentaron contra la AMIA provocando 85 muertos- bajo el cargo de traición a la patria.

Aunque todo indica que la denuncia estaba muy bien fundamentada y con pruebas contundentes, con las grabaciones que Rafecas ni siquiera escuchó al mandar la causa al archivo, puede ser también que sea lo contrario y los acusados salgan indemnes de toda sospecha. Es que haber tenido una presidenta y un vice procesados, imputados por corrupción escandalosa, y si se agrega traición a la patria, es de un peso enorme para la Argentina, para su historia. Y pensar que hay quienes la quieren candidata y que el peronismo se encolumne detrás de ella. 

Lo que en realidad se espera, es que la denuncia de Nisman sea investigada, tratada y considerada lo más pronto posible y que no se entre en los los turbios manejos que a veces postergan por muchos años. Alguien hace poco refrescó la frase "justicia lenta no es justicia". Más viejo que Matusalén, pero lamentablemente sigue vigente.



 

Autor: Roberto Actis

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