Notas de Opinión

El campo ya no es el campo

El mundo está viviendo una revolución tecnológica que no es nueva, pero la velocidad a la que sucede es un dato nuevo e inédito. Trae aparejados cambios profundos en la geopolítica; hace tiempo que no estamos en un escenario bipolar y esta tendencia se acrecienta, en lo económico, político, militar, y sociocultural. El eje se desplazó a Asia, irrumpieron los BRICS, el autoabastecimiento energético de Estados Unidos gracias al petróleo no convencional es un hecho, y esto ha cambiado sus áreas de interés y de influencia. En definitiva, estamos en un nuevo mundo, más inestable, menos previsible, pero también, dejemos lugar al optimismo, un mundo lleno de posibilidades para nuevos actores y países como el nuestro.

El campo ha dejado de ser el campo, al menos en la visión que tradicionalmente tuvimos todos, directos implicados y quienes no forman parte de este colectivo social. La revolución tecnológica que ha vivido el sector en nuestro país, hace que hoy hablemos de un moderno y potente complejo agroindustrial.

El campo ya no sólo produce alimentos, es una fábrica de insumos para la industria: los biocombustibles son los más conocidos, pero día a día se suman sectores que necesitan de materias primas que surgen de la tierra y de las plantas. Esto sin mencionar el sector no alimentario ligado al campo (maquinarias, transporte y almacenamiento, servicios logísticos, por nombrar algunos).

Veamos un ejemplo concreto: entre los productos industriales que utilizan la soja y sus derivados como insumo, encontramos: adhesivos para madera, pinturas industriales, tintas para papel periódico, polímeros y fibras textiles.

También ha cambiado radicalmente la forma de trabajar la tierra. Biotecnología e información son los dos pilares. Por un lado, la genética que permite controlar costes, aumentar rindes y que permitió en nuestro caso, ampliar el área de siembra a zonas antes inimaginables. Por otra parte, la siembra directa y el uso de tecnología satelital para obtener información precisa y en tiempo real.

Definitivamente los tiempos de esta revolución no son los de la cosecha tradicional y la mano de obra necesaria para poner en movimiento esta maquinaria compleja es mucho menor pero más calificada. Hacen falta ingenieros, expertos en geoposicionamiento, en tecnologías híbridas, en mercados y finanzas.

Quiero decir, que si no comprendemos este fenómeno y seguimos mirando al campo con la mirada del siglo XX, caeremos en la anticuada simplificación de pretender que es una fuente de riqueza natural a la que hay que extraerle recursos por vía impositiva para distribuir o invertir en otros sectores. Hay un tren de oportunidades frente a nosotros que no se puede aprovechar con una visión vieja y desfasada del rol que tiene que tener el campo en el proyecto de país y de sociedad que queremos construir.

Necesitamos crear alianzas de conocimiento, producción, mano de obra y políticas de largo plazo que allanen el camino para que esta verdadera Ferrari corra con su máxima potencia.


(*) Vicegobernador de la provincia.

Autor: Por Jorge Henn (*)

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