Las elecciones primarias presidenciales están a la vista, y aun cuando en la inestable y cambiante política argentina 70 días -es lo que resta de la cuenta regresiva hasta el 9 de agosto- son más que suficientes como para producir todavía alguna modificación importante del escenario, las principales condiciones están a la vista. Y serán justamente las PASO las que se encargarán de establecer pautas e ir dejando un horizonte mucho más claro, liberado de las confusiones que ahora no sólo perduran, sino que en ciertos casos se acrecientan. La espera no es excesiva, aunque la ansiedad pueda más que el razonamiento, por lo cual se cuenta al día de hoy con algunos elementos certeros y otros no tanto, permiten ir trazando una perspectiva para este futuro tan cercano, que tendrá su primera instancia en la consignada fecha de agosto, completándose con la elección general del 25 octubre, y una tercera asistencia a las urnas en caso de ser necesario el balotaje, donde sólo participan los dos más votados, siempre y cuando se den las condiciones: que el ganador no supere el 50%, o bien que alcanzando el 40% obtenga una diferencia de al menos 10 puntos sobre el segundo.
En casi todos los países del mundo, y también en la Argentina, cuando se elige presidente invariablemente son sólo dos los que llegan con posibilidades de competencia efectiva, aun cuando la lista de aspirantes sea muchísimo mayor. Aquí, y hasta ahora, los candidatos con chances eran tres, pero tal como van dándose las circunstancias, todo parece estar indicando que uno de ellos, Sergio Massa, puede quedar exceptuado de esa pretensión mayor, quedando reservada para Daniel Scioli y Mauricio Macri. Todo el resto, parece alejado definitivamente del plano superior, aun cuando serán protagonistas centrales en caso de llegarse a la instancia del balotaje, donde las negociaciones para la captación de sufragios adquieren un relieve muchas veces decisorio.
Más que todas las palabras que puedan hilvanarse, incluso hechos y acciones demostrables, será la elección primaria la única y real circunstancia que fijará condiciones. Por ejemplo, para definir la candidatura del kirchnerismo entre Scioli y Randazzo, si bien todo indica que el gobernador bonaerense lleva una amplia ventaja, nunca se sabe hasta último momento, incluso sobre qué hombro apoyará su mano selectiva la presidenta Cristina Fernández. Lo probable es que no arriesgue a tener otro fracaso como como cuando solitariamente seleccionó a Boudou para completar su fórmula, ya que sus preferencias son inocultables por el hombre de los trenes, pero sabe que gana Scioli. Quien, de paso, buscando avanzar dentro del llamado kirchnerismo duro, que lo vino rechazando sistemáticamente, ya anticipó que su continuidad será tanta que hasta está dispuesto a mantener a Kicillof para manejar la economía, e incluso incorporar algún otro de los ministros de ahora en caso de ser necesario. Lo que debe interpretarse como una absoluta inclinación ante la Presidenta.
Vale también recordar sobre este punto, que fue la propia Cristina quien días atrás dijo en una de sus cadenas nacionales, que Kicillof era muy aplicado, pero que las decisiones en economía las tomaba ella en persona. Una situación que se ignora cómo seguirá de darse la continuidad de ese escenario.
Aunque la recesión apriete -la industria hace 21 meses seguidos que está en baja, confrontando con los restantes números y estadísticas del relato-, la inflación parece haber experimentado una contracción y a fuerza de préstamos y restricciones a las importaciones, el dólar se mantiene estable. Dos aspectos que sumados a la inyección que se le da al consumo, terminan por conformar una perspectiva económica que no tiene nada que ver con las predicciones apocalípticas. No son muchos los meses en que debe sostenerse esta situación, y al parecer resto queda para ese objetivo, y sino, se recurre al endeudamiento, que está siendo notable, con la añadidura de la enorme suba del gasto público, que en el primer cuatrimestre dejó un rojo de 56.000 millones, siendo 8 veces más abultado que en igual período de 2014. Este sostenimiento de la economía se nota en las encuestas, en las que Scioli no sólo se afianza, sino que más de uno arriesga que hasta podría definir en primera vuelta. ¿Recuerdan? Sacando más del 40% y aventajando al segundo -posiblemente Macri- por más de 10 puntos.
En la oposición en tanto, queda por dilucidar qué ocurrirá con Massa. De seguir desinflándose su candidatura, ¿hacia donde irán sus votos? Por lo pronto, aunque el 14 de junio falta la elección de Santa Fe, Macri no termina de afianzarse en el interior, especialmente en la decisiva provincia de Buenos Aires, clave para la presidencial. También las primarias esclarecerán allí el panorama, mostrando quiénes son los candidatos que pueden reunir votos y tener pretensiones ciertas.
Algo que aparece como más probable, al menos hasta ahora, es que en octubre se resuelva un balotaje. La oferta encaminada es por un lado la continuidad a cargo de Scioli, por el otro el cambio de Macri. La línea del medio que ofrece Massa va esfumándose.