Notas de Opinión

El Estado aún debe su propio ajuste

El cierre de las cuentas públicas de 2011, que terminaron de emparcharse en este mismo comienzo de enero para tratar de maquillarlas, encendieron una luz de alarma. Hubo un déficit reconocido de 34.000 millones de pesos, que hilando un poco más fino podría estar en torno de los 50.000 millones. Es que se trata de una situación inédita para el gobierno kirchnerista, ya que por primera vez desde 2003 registra una situación de esta naturaleza, vulnerando aquellos principios básicos establecidos por Kirchner en su mandato inicial del ciclo, y que controlaba en forma personal: superávit de las balanzas fiscal y comercial a ultranza.

La fiscal, pese a los ingresos récord, terminó en rojo debido a la incontenible escalada de los gastos, y la comercial, si bien concluye con números favorables, son menores que en 2010, pero además con perspectivas que en el presente año se complique mucho más todavía habida cuenta del deterioro de la cosecha por la sequía y de la ostensible merma que viene teniendo en los últimos meses la exportación de automotores.

En el caso de la balanza comercial, el todopoderoso Guillermo Moreno ha comenzado a meter mano, con un freno a las importaciones, que de paso tuvieron un crecimiento desmesurado, muy por encima de las ventas. Y por demás lineal es el resultado, por cuando más cercanas están ambos rubros, más chico es el superávit. La metodología, puede tener como consecuencia aquello tan remanido de "pan para hoy, hambre de mañana". Es que muchos insumos deben importarse, pues de lo contrario se afecta la producción local y la mano de obra, algunas de cuyas muestras ya hemos tenido con intentos de momentáneas paralizaciones, como la Fiat por caso, aunque fue rápidamente puesta en vereda por el gobierno, levantando el intento de cierre de producción por 48 horas. Pero ¿puede manejarse la economía de esa manera? A este paso todo terminará dependiendo de las decisiones del Estado, sin olvidar que es este mismo el que genera el mayor desequilibrio, pues importa energía -gas, electricidad, fuel oil- por 9.000 millones de dólares anuales, prácticamente todo el ingreso que dejan las retenciones agropecuarias con la soja como abanderada. ¿Qué hizo el Estado para solucionarlo? Poco y nada, ya que las inversiones han sido mínimas, con resultados a la vista. De ser la Argentina un país exportador de energía hoy es uno de los más fuertes compradores, siendo uno de los lugares más caros del mundo en el rubro.

En cuanto a la balanza fiscal, es decir, las cuentas diarias que hacen a la suma final, cuyo deterioro se veía venir sin que se tomaran medidas con cierta anticipación -aunque claro, había que dejar pasar las elecciones de octubre- direccionaron el ahorro al bolsillo de la gente: eliminación de subsidios a la luz, gas, agua, y ahora el transporte. Una medida que tarde o temprano debía llegar, pero que pudo irse implementando gradualmente, evitando el shock que provocará en febrero, cuando además de los aumentos de enero se sume la quita de subsidios. Una situación que afectará en mayor medida a los residentes en Buenos Aires y Gran Buenos Aires, donde estaban más concentrados los subsidios, especialmente en algunos sectores de los más ricos del país. De paso, una cuestión que alguna vez alguien deberá explicar. Los del interior, aunque perjudicados antes pues contribuimos a pagarles los servicios a la gente de la Recoleta y los countries, ahora tendremos subas más leves pues nuestros subsidios eran menores y en algunos casos inexistentes.

Pero en realidad, lo que cabe preguntarse es ¿y el ajuste del Estado cuando llega? Todavía subsisten subsidios muy importantes, como los 2.200 millones de pesos que se deberán dar para pagar sueldos de los ferroviarios, o los 3.500 millones de pesos que consumió Aerolíneas, los casi 1.000 millones del fútbol para todos, más otros 2 millones diarios que se destinan vía publicidad oficial para financiar el enorme aparato de propaganda. A lo cual hay que añadirle, los gastos corrientes, que se desmadraron por las elecciones pero que nunca retrocedieron, ni aún ahora en que el inevitable ajuste comenzó a hacer sentir sus efectos.

En este 2012 se presenta una complicada situación por resolver: la financiación del gasto público. Que aún con ciertos recortes, igualmente no alcanza ni siquiera recurriendo a los fondos del Banco Central y especialmente de la ANSeS, el dinero de los jubilados, transformado hoy en letras y títulos que más bien son un pagadios que otra cosa, tal como ya sucedió casi siempre con otros gobiernos. 

Autor: Roberto Actis

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