La inflación de 2,5% registrada en febrero y un nuevo
crecimiento de la pobreza censaron una de las peores semanas para
el Gobierno, en la que los gremios docentes entablaron una
batalla frontal y la oposición ganó la calle.
Esos índices contradijeron las voces oficiales respecto de
que la inflación estaba cumpliendo las metas fijadas (17%
anual), y también, que a partir del segundo semestre del año
pasado comenzaría un camino de reducción de la pobreza.
Dos aclaraciones: el rebote inflacionario de febrero -el mayor
en ocho meses- obedeció especialmente a la suba de los precios
regulados (tarifas eléctricas, peajes, prepagas), es decir que la
inflación "núcleo" sigue en la inercia previa; mientras que el
informe de la UCA midió hasta el tercer trimestre de 2016, por lo
que si la situación mejoró sólo se conocerá dentro de seis meses.
Los números negativos enmarcaron protestas que mezclaron
reclamos de docentes, gremios industriales y mujeres, pero
también mucho antimacrismo en el amanecer del año electoral.
La multitudinaria marcha de los docentes y otra masiva
concentración de los gremios de la CGT, las CTA y partidos
opositores encendieron alertas en el Gobierno, pero lo que más
preocupó a Macri fueron los números de inflación y pobreza.
Aconsejado por el ala política del Gobierno, Rogelio Frigerio,
Emilio Monzó y especialmente por la gobernadora María Eugenia
Vidal, el Presidente ordenó moderar y retrasar aumentos de
tarifas, como los de de agua, gas y transporte, aunque en este
último caso la última palabra no está dicha.
Cada marcha atrás con respecto al plan de ajuste tarifario
significa también el retroceso en la reducción de subsidios y un
nuevo desafío en las metas fiscales, pero la mesa política de
Cambiemos entiende que en esto va la suerte del Gobierno.
La inflación sigue rebanando el salario, que según estudios
privados perdió un 7% en promedio en 2016, y aún no se ajustó en
2017. Ese "delay" retrae el consumo y activa un círculo vicioso.
En ese contexto, el giro oficial incluyó la repentina
reglamentación de la Ley de Emergencia Social, que había demorado
desde su sanción, y desactivó -a medias- una ola de
manifestaciones piqueteras anunciadas para la semana entrante.
Como suele ocurrir, el mal momento puso en la marquesina
eventuales cambios en el Gabinete que el Presidente seguramente
ordenará convirtiendo ministros en candidatos e incorporando
figuras a su plantel.
El más mirado es el ex jefe radical Ernesto
Sanz, hoy un ministro político sin cartera.
Mientras, Macri no logró encarrilar el conflicto docente.
Luego del rechazo del frente sindical bonaerense a una oferta de
Vidal, los gremios nacionales lanzaron un paro de cuatro días.
Las aulas vacías impactan fuerte sobre la popularidad del
Gobierno y cada vez queda más claro que la brutalidad de la
protesta encierra una intención política, pero también le da
argumentos al macrismo para dar la pelea discursiva.
Golpear a Vidal es como lesionar a Maradona en México 86 por
su potencial incidencia en las elecciones bonaerenses, donde se
sabe, Macri jugará sus próximos dos años de mandato.
MACRI, LA CGT Y EL PJ
Acorralado en el cemento, Macri fue al campo donde sus
políticas impactaron positivamente y es bienvenido. En la
ExpoAgro de San Nicolás, aseguró que el país lleva "cinco meses
seguidos de crecimiento", aunque ese reverdecer choca contra la
realidad de sectores perjudicados por el modelo.
Metalúrgicos, textiles y zapateros motorizaron la protesta de
la CGT que finalmente movilizó a miles de personas y terminó con
incidentes por no fijarle fecha a un paro general.
Hay un contrapunto interesante entre el Gobierno y la CGT en
cuanto a desempleo e importaciones.
De un lado dicen que el
empleo creció y las importaciones bajaron, mientras que del otro
responden con telegramas de despidos y suspensiones.
El empleo formal creció un ápice, pero el modelo macrista por
ahora hizo que se perdieran puestos en el sector privado,
especialmente en las industrias manufactureras.
Con esos datos, los ministros de Trabajo y Producción, Jorge
Triaca y Francisco Cabrera, recibirán a los referentes gremiales
de aquellos sectores afectados, con el objetivo de que "mejoren
su situación", según indicaron fuentes oficiales. Hasta ahora, el
mensaje es que deben reconvertirse para ser "competitivos".
Con todo, los incidentes en la marcha desnudaron las
diferencias dentro del PJ y dejaron poco espacio al triunvirato
de conducción para seguir demorando la huelga nacional.
En la pelea peronista acaba de irrumpir el ex ministro de
Interior y Transporte, Florencio Randazzo, quien avisó que está
dispuesto a competir en las primarias del FPV en Buenos Aires,
aun si la ex presidenta Cristina Kirchner decide presentarse.
Randazzo tiene el respaldo de los intendentes que integran el
Grupo Esmeralda y del Movimiento Evita, antes una de las vigas
maestras del kirchnerismo, pero su estructura arranca en desnivel
si debe enfrentar al grueso del PJ bonaerense.
Sin embargo, el exministro recibió una inesperada voz de
aliento: al coincidir en un almuerzo, el asesor estrella del
Gobierno, Jaime Durán Barba, le anticipó que si se da la
competencia contra su ex jefa podría ganar.
El ecuatoriano presagió que si se da la competencia en el FPV
será el único espacio de los tres principales que dirimirá
candidatos en Primarias, porque los otros dos, Cambiemos y el
Frente Renovador, llevarían lista única. En ese escenario, la
aversión de un sector de la sociedad a Cristina Kirchner volcaría
a electores no peronistas a votar contra ella en esa interna.