La primera consecuencia notoria de la suspensión oficial de exportaciones de carne vacuna por 30 días no fue, en principio, la baja en los precios al mostrador sino el cierre de un frigorífico exportador en Casilda, perteneciente a una firma rafaelina de centenaria trayectoria en el negocio de la carne.
Es un efecto no calculado por la gestión política pero esperable desde la lógica del sector privado, que apela a drásticas alternativas para defenderse de un escenario normativo de alta incertidumbre y elevado riesgo.
Tal como se anticipó en este medio la semana pasada, Rafaela Alimentos confirmó el cierre temporario de su planta exportadora de Casilda hasta tanto el Gobierno no garantice otras reglas de juego, lo cual fue claramente explicado en estos días por el presidente de la compañía, Carlos Lagrutta.
“El cierre de la planta de Casilda se debe a la medida del Gobierno de suspender las exportaciones por 30 días, porque esa planta tiene toda su actividad orientada a la exportación, principalmente hacia China, que absorbe cerca del 80% de lo que exportamos”, contó el empresario al programa radial ADN Rural.
Cabe acotar que en los últimos años el comercio exterior de carne bovina de Argentina creció fuertemente enfocado a China, “que es como una aspiradora de carne en el mundo desde que tienen ese problema con la Peste Porcina Africana, que les redujo fuertemente su producción y autoabastecimiento de proteína animal”, explicó Lagrutta. “China compra lo que nosotros consideramos carne de calidad inferior, que son cortes muy magros y provenientes de vacas o toros de baja calidad, que en nuestro país no se consumen en plato, salvo en forma de fiambres o procesados”.
Según el industrial, esta medida distorsiona no sólo a la cadena bovina, ya que se genera una competencia ficticia que destruye valor a largo plazo: “cuando hay una prohibición de exportación, como ya sucedió en 2006, empieza a sobrar esa carne y el mercado interno debe absorberlo de alguna manera, haciendo que las otras especies (pollo, cerdo, ovinos) se acerquen en precio y transitoriamente bajen las cotizaciones”. Sin embargo, para Lagrutta, “ya hemos visto qué sucedió en el pasado con esas medidas de año electoral; en el medio de esta historia hay industrias preparadas para la exportación que se quedan pedaleando en el aire”.
El resultado en la cadena productiva (2006-2009) fue muy dañino entonces: 10 millones de cabezas menos en el stock por falta de precio en el mercado; cierre de frigoríficos y pérdida de miles de puestos de trabajo genuino en el sector privado. La carne no valía nada, pero nadie quería producir carne.
TELÉFONO DESCOMPUESTO
“Las conversaciones entre el Gobierno y el Consorcio de exportadores (ABC) del cual nosotros formamos parte, existían y nada hacía prever una medida de este estilo –indicó Lagrutta-. Incluso se armó este programa de carne económicas con cortes parrilleros y la paleta, acordado con 6.000 toneladas, de las cuales la mitad la pone ASU (Supermercados) que es donde se comercializa esta carne; eso estaba funcionando lo más bien y aparecieron aumentos en la hacienda liviana de consumo interno, que es lo que preocupó al Gobierno y en forma intempestiva sacaron esta medida”.
Lagrutta desmintió al presidente Fernández sobre el pedido de los exportadores para intervenir Liniers. “Nosotros nunca pedimos la intervención de Liniers; al ABC le parece que intervenir sería una consecuencia muy negativa porque es una referencia importante en el mercado de las carnes, así que no estamos solicitando eso”.
TRISTE REALIDAD
Según estima el propio empresario, “no sabemos si esta medida del gobierno será sólo por 30 días, 60, 90 o lo que sea, por lo que, junto con la medida del campo de no comercializar hacienda hasta el viernes, decidimos no faenar hasta fin de mes”. Una planta que hoy tiene 600 empleados que pasarán a un régimen especial de garantía horaria, a cobrar el 70% de su salario. “El gremio está al tanto y alineado con nosotros porque comprende que estamos en el mismo barco; nuestra prioridad es seguir dando trabajo, porque nos preocupa la gente pero también la empresa”, deslizó Lagrutta.
“Tengo mucho temor de que esto no se solucione en el corto plazo, porque vemos que los criterios que tiene el Gobierno lo llevan a tomar medidas como éstas que son destructivas, con un objetivo de cortísimo plazo que estoy seguro está motivado por las elecciones”, analizó el empresario, que utilizó una figura metafórica para estimar las posibles consecuencias de esta medida política en la cadena: “es como un elefante en un bazar; puede hacer un desastre”.
Finalmente, “no sólo deja mal a la Argentina en el exterior sino también es terriblemente negativo para los productores que tienen que esperar años para vender sus productos (novillos), con lo cual les están dando un mensaje muy negativo, que de un plumazo pueden hacer que el trabajo de años haya que tirarlo por la borda”, enfatizó Carlos Lagrutta.