Ni Daniel Scioli ni Hugo Moyano tuvieron nunca la simpatía y preferencia de la presidenta Cristina Fernández. Sí fueron en cambio fuertes aliados de su fallecido esposo Néstor Kirchner, aportando mucho para la instalación del kirchnerismo, hoy devenido cristinismo. Los chispazos que antes sólo se percibían levemente, desde la muerte del ex presidente se hicieron cada vez más estruendosos, con el sindicalista reaccionando y enfrentando, en tanto con el gobernador aceptando con mansedumbre , llegando a un presente en el cual parece no existir retorno, al menos con el camionero. Con Scioli nunca se sabe, incluso los fuertes fogonazos -que más que eso en algún momento las críticas de Cristina se asemejaron a misiles-, ahora acallaron con los 600 millones girados a último momento para que el gobernador pueda pagar los aguinaldos en forma. Es que, al parecer desde las alturas naciones advirtieron que la situación los chamuscaba por igual a ambas partes. Como pequeño agregado nomás, y como para que los jubilados vayan poniendo sus barbas en remojo, el dinero salió de la caja de la ANSeS.
Los cambios que se han venido dando en el gobierno son bastante evidentes. Lo que antes se cuidaba como oro en polvo, el superávit de las cuentas, hoy parece cuestión secundaria. Y muchos de los que en el ciclo anterior eran hombres clave, hoy pasaron a un rol prácticamente secundario, con el avance de varios jóvenes que parecía incontenible, pero que en unos pocos meses se muestra bastante desteñido. De paso, ¿en qué habrá quedado la eliminación de los subsidios que tan desprolijamente se había intentado? ¿y el listado de aquellos que poco menos cómo héroes adherían solicitando su baja de la asistencia? Un clarísimo ejemplo de mala praxis.
Hoy, la preocupación de la gente es la inseguridad y la inflación. Impactan directamente en la vida diaria. Tal vez a más largo plazo sea la posibilidad reeleccionista que muy probablemente intentará la Presidenta, por aquello de "Cristina eterna" de Diana Conti, que fue poner sobre el paño un tema al que hoy se sigue fogoneando, aunque sin caer en excesos. Sería contraproducente, y además mal visto, que frente a tantos problemas, desde la cúpula se salga a hablar de 2015, y más de un nuevo cambio en la Constitución.
Sin embargo, la furia descargada contra Scioli cuando osó deslizar su aspiración presidencialista, aún dejando formal salvedad que sería siempre y cuando no lo haga Cristina, induce a pensar que ese lugar lo tiene cuidado y muy bien reservado, aún cuando permanezca en silencio. Aunque exclusivamente sobre este único tema, ya que el silencio no es una de sus características, al menos por la cantidad de veces que utiliza la cadena nacional, y para cuestiones que a veces avanzan sobre los límites de la prudencia, como el escrache del agente inmobiliario.
Recordemos, que su candidatura para este segundo mandato, Cristina Fernández la anunció formalmente sobre el filo del cierre del plazo para inscribirla. Hasta entonces mantuvo en vilo incluso a su grupo más cercano, además con algunos retos y desmentidas cuando alguno de ellos formulaba confirmaciones, dando a entender que conocía del tema, como Kunkel por ejemplo. Desde la vereda opositora, hasta último momento Eduardo Duhalde y Lilita Carrió sostuvieron que Cristina no presentaría su candidatura, aunque en realidad los citados como pronosticadores o analistas políticos, quedaron en evidencia ante las urnas, pues no sólo en eso fracasaron. Escenas que tal vez puedan tener alguna conexión descriptiva con la actualidad, será cuestión de esperar.
De todos modos, más allá de dichos de la propia boca de los protagonistas que muy dificilmente serán escuchados, el objetivo de Olivos apunta hoy al 2015. La evidencia de la deducción no requiere demasiado esfuerzo, por el contrario, aparece bastante despejada. Pero claro, el ánimo de la gente podría decirse que hoy no está para bollos, muchísimo menos para disponerse a escuchar esta clase de propuestas, que por si fuera poco traen una fuerte reminiscencia menemista. Con la comparación que hizo el vice Mariotto de Scioli con De la Rúa alcanza y sobra, al menos por ahora.
Apenas un botón de muestra de la embestida contra el gobernador bonaerense. Cristina le está dando en medida multiplicada lo que ella misma experimentó en carne propia con Julio Cobos. La impresión es que el mendocino fue un bebé de pecho al lado de Mariotto, de quien dicen se sale de la vaina para subir un escalón en su marcha. Aunque, revisando la historia de Scioli en el kirchnerismo, debe caerse en la conclusión que tiene siete vidas como los gatos. De otro modo no habría podido llegar hasta aquí.
Todo parece responder a un plan reeleccionista, que unos silencian aunque con guiños, y otros en cambio promueven sin reparos.