Aún con una ligera ‘disminución’ en mayo, el ritmo inflacionario no cede y profundiza cada vez más los desajustes generales de precios. El precio de la carne es muy sensible al poder de compra del asalariado que cada vez se ve más erosionado y no hace más que limitar la suba de este tipo de alimentos.
De acuerdo al relevamiento de precios minoristas realizado por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), los precios de los distintos cortes de carne vacuna han registrado un aumento del 1,9% en mayo, con respecto al mes anterior. Según la misma medición, el precio del pollo fresco mostró en mayo una baja del 1,6% mientras que el precio del pechito de cerdo reflejó alzas del 5,9%, con relación a abril. En términos interanuales, la carne vacuna es la que menor incremento presenta (70,3%), seguida por el cerdo (90,2%) y en tercer lugar el pollo, con aumentos interanuales del 132,8%, éste último, superando la inflación, que el INDEC calcula en 114%.
IMPACTO EN EL VALOR DE LA HACIENDA
Esta situación, sin dudas, condiciona de manera directa las subas en la hacienda para faena. En términos generales, tomando como indicador el Índice General del Mercado Agroganadero de Cañuelas (IGMAG), el precio de la hacienda con destino a faena aumentó en los últimos 12 meses un 44%, es decir, menos de la mitad de lo que aumentó el promedio general de precios medido a través del IPC.
Si analizamos la evolución de estos indicadores en un horizonte más amplio vemos que el retraso que actualmente presenta tanto el precio de la carne como el precio de la hacienda en pie comenzó a agudizarse durante el segundo semestre del año pasado y a pesar del intento de ajuste de precios que se dio entre febrero y marzo de este año, este no fue suficiente para corregir totalmente el retraso acumulado.
En los últimos 12 meses el precio del novillo aumentó 59%, los novillitos 56%, las vaquillonas 53% y las vacas, en promedio, registraron un incremento del 21% interanual contra una inflación que trepó al 114%.
Evidentemente, “en un contexto de semejante inflación como el que estamos viviendo, es natural que se observen este tipo de desajustes en los precios relativos, con períodos de retraso y momentos de correcciones bruscas”, advierte la analista ganadera María Julia Aiassa, de ROSGAN.
FACTORES QUE PRESIONAN
No obstante, en el sector ganadero, este año se suma otro factor de importancia que mantiene presionados los valores y es la sobre oferta de hacienda que sigue llegando al mercado producto de los meses de seca. “Este nivel de oferta mantiene un consumo lo suficientemente abastecido, alentando, aun mas, el retraso de precios de la carne y de la hacienda en general”, explica la experta.
Si bien las categorías que más rápidamente comenzaron a reflejar estos retrasos fueron las más afectadas por la seca, como la vaca y el ternero, con el correr del tiempo esta pesadez comenzó a trasladarse al resto de las categorías, afectando de manera muy significativa a toda la reposición de vientres. En este sentido, “si tomamos como referencia la evolución del precio de una vaquillona preñada, medido contra la evolución del índice general de precios, la brechas o retrasos acumulados resultan aún mayores que lo observado para el segmento de categorías destinadas a faena”, dice Aiassa.
Actualmente, de acuerdo a los valores reflejados en los diferentes remates, una vaquillona preñada ronda los 180 a 200 mil pesos, valores que el año pasado -medidos a moneda de hoy- superaban los 300 mil pesos. En otros términos, “si lo medimos en moneda corriente, en los últimos 12 meses el valor de reposición de una vaquillona preñada aumentó apenas un 15%, casi la mitad de lo que registró la hacienda para faena, lo que denota la gravedad de la situación que enfrentaron los campos durante los meses de seca”, menciona la analista rosarina.
MIRANDO A 2024
Como ya se viene proyectando, el 2024 estará signado por un faltante significativo de animales en los campos, no solo por el elevado nivel de extracción que se está registrando a través de la faena sino también por la menor producción de terneros que se espera dejará esta campaña. “Este faltante, indefectiblemente, deberá corregirse vía precios. Lo que aún no está claro es cuando se verá plasmada esta corrección”, anticipa Aiassa.
En medio de un clima pre-electoral e inmersos en un negocio en el que tanta importancia guardan las expectativas futuras, resulta difícil anticipar con precisión el momento en el que se producirá la corrección.
Sin embargo, en un contexto climático mucho más benigno, es muy probable que la expectativa de cambio de escenario político pueda jugar mucho más fuerte que la escasez de hacienda per se, anticipando la recuperación de valores para la hacienda. Por tanto, el retraso de valores que hoy estamos viendo, no debería dejar de observarse como una excelente oportunidad para el posicionamiento en el negocio ganadero.