La Justicia está ocupando el centro de la escena en una actualidad mucho más agitada que en los comienzos de año anteriores, un preanuncio bastante fundado del ajetreo que puede deparar este 2015 recién iniciado.
Es que en alguna medida se encuentra cubriendo el rol de quien trata de ponerle ciertos límites al gobierno, frente a la habitualmente escasa respuesta de la oposición, en el intento arrasador sobre el sector judicial, buscando tal vez -según lo dejan suponer los hechos- una especie de paraguas protector que se extienda más allá del cada vez más cercano 10 de diciembre.
Dentro de este turbión en que se ha convertido en los últimos tiempos la confrontación entre el Gobierno y la Justicia, de lo cual habría muchísimo por enumerar, excediendo generosamente la capacidad de este espacio, tenemos un protagonista central de estas semanas que corren, que aún habiendo dejado su cargo en la Corte Suprema después de 11 años, con aseveraciones que producen cierto escozor.
Es que Raúl Zaffaroni, de él se trata, ratificando su postura poco menos que incondicional con la administración kirchnerista, habla ahora todo lo que antes producía con sus posturas dentro del máximo tribunal de Justicia. Y algunas cosas no dejan de sorprender.
Digamos, o mejor dicho rescatemos el elevado concepto que tiene Zaffaroni como jurista, al que se llegó a calificar como "eminencia" en la materia. Lo dicen sus amigos y también quienes no lo son, como para que no haya dudas, lo cual entonces hacen aún más serias y comprometidas ciertas afirmaciones, pues no se puede alegar ignorancia o desconocimiento.
Aunque antes de avanzar, y como para poner todos los antecedentes, recordemos también en otro orden, que fue el propietario de los departamentos alquilados para ser usados como burdeles. Aunque él dijo desconocer ese destino.
MIEDO Y GROSERIA
Existen, más allá de sus posturas jurídicas fuera de discusión -más aún desde este espacio-, ciertas afirmaciones llamativas, como por ejemplo salir a decir que sus hasta hace poco pares de la Corte "tienen miedo" de tocar algunos temas, o bien que el procesamiento de su amigo el vice Boudou "es una grosería", defendiendo también la actuación de la procuradora Gils Carbó, que otros califican como denigrante.
Todas situaciones que están a la vista de todos, pero sobre las cuales el ex miembro de la Corte Suprema se muestra sumamente indulgente, casi con el mismo fervor que en sentido inverso lo hace con los jueces y fiscales que avanzan en investigaciones que apuntan a funcionarios del Gobierno.
Tampoco los medios quedaron al margen, pues estos días dijo Zaffaroni que "sin una pluralidad de medios no hay información suficiente, y el monopolio u oligopolio de medios es análogo a los autoritarismos de mediados de siglo pasado. En América latina, en este genocidio por goteo que estamos viviendo, el equivalente de los judíos de la Shoá son los pibes de nuestros barrios precarios, que están muriendo por miles".
Demás está decir la dura reacción que provocó en la comunidad judía, desde donde se dice que el ex juez no puede alegar ignorancia para decir tales cosas. Pero además, remacha contra los pocos medios críticos, que hoy no son más de la quinta parte de los existentes. ¿Qué pretende, que todo sea propaganda?
Y como cierre, algo de otro tema. Sobre el final del año, casi cuando estaba explotando la pirotecnia, el Gobierno produjo una nueva ampliación del gasto público de 2014 en casi 12.000 millones de pesos.