Un fenómeno cada vez más recurrente en años donde los pronósticos vaticinan escasas precipitaciones, está relacionado con la siembra de maíces tardíos. En efecto, como se observó durante esta campaña, los cultivos de segunda han registrado un aumento de la superficie implantada, ganándole terreno a los de primera.
“En años Niña se siembra siempre más maíz tardío. Para que nos demos una idea, en años con un clima normal la ecuación es 50 y 50, pero cuando empiezan los rumores o las proyecciones que anticipan muy pocas lluvias, el de segunda alcanza una mayor área”, explicó La Opinión el gerente de Desarrollos de Productos de Nidera, Claudio Pastor, un avezado experto en la materia.
Debe admitirse que las siembras de fecha tardía permiten reducir los riesgos climáticos del cultivo de maíz. Como contraparte, existe una pérdida de rendimiento potencial y mayor exposición a plagas y enfermedades. “Ambas alternativas son válidas, por lo cual a la hora de planificar la superficie destinada a uno u otro, debe estimarse la probable oferta ambiental de cada campaña basándose en pronósticos, mediciones de humedad edáfica y análisis de suelo”, señalan los especialistas.
En años con adecuada humedad edáfica en septiembre y con expectativas de precipitaciones durante el comienzo del verano, son propicios para maíces de primera y el planteo debería estar apuntado a capitalizar la potencialidad de rendimiento. Por el contrario, en años con una recarga deficiente a la salida del invierno y con pronósticos desfavorables de precipitaciones durante el ciclo de un maíz de primera, sin dudas son más propicios para maíces tardíos y, consecuentemente, para ajustar el manejo a un rendimiento objetivo.
Debido al desplazamiento del área productiva hacia zonas periféricas, durante la última década, la superficie de maíz tardío aumentó casi un 50 %. Esta situación permitió que se avance en la diversificación de los usos del cultivo. Por esto, investigadoras del INTA Pergamino (Buenos Aires) avanzaron en la caracterización de la producción de materia verde del maíz tardío, el mejor momento para el picado para silajes de planta completa y la dinámica de secado de los granos, según cada ambiente y el destino final del cultivo.
“Los diferentes destinos del cultivo de maíz implican requerimientos contrastantes: cuando se destina a silaje de planta completa, se espera una mayor producción de materia verde y una ventana de picado más larga; mientras que, cuando se destina a granos, es deseable obtener altos rendimientos en grano y un secado rápido, principalmente en siembras tardías”, señaló genetista y becaria doctoral del CONICET, Yesica Chazarreta, en el grupo de Ecofisiología de cultivos de INTA Pergamino.
ENSAYOS Y RESULTADOS
Ensayos realizados en el campo experimental del INTA Pergamino, en genotipos graníferos y de forraje, en dos campañas (2019-2020 y 2020-2021) y en dos fechas de siembra (temprana y tardía), determinaron que el ranking de los híbridos depende del ambiente considerado y del destino final del cultivo.
El trabajo demostró que en siembras tempranas se obtuvieron mayores rendimientos en grano y un secado rápido de los mismos, pero menor producción de materia verde y una ventana de picado acotada. En tanto, en siembras tardías se logró mayor producción de materia verde y una ventana de picado más extensa, pero se desplaza al secado de los granos a un ambiente desfavorable.
En relación a la duración de ventana de picado, en siembras tempranas se situó entre los 35 – 50 días desde floración con una duración de 13 – 19 días. En siembras tardías se encontró entre los 48 – 70 días desde floración, extendiéndose por 16 – 27 días, casi sin cambios de duración entre fechas de siembra.
La producción de materia verde fue mayor en siembras tardías (83613 kg ha-1) respecto a siembras tempranas (75329 kg ha-1). “Los híbridos difirieron en su producción de materia verde y en su respuesta a una mejora en el índice ambiental”, expresó Chazarreta.
En cuanto al rendimiento del grano, hubo diferencias entre siembras tempranas y tardías. Por otra parte, “el secado de los granos mostró una tasa de secado inicial mayor a la tasa de secado final, ambas menores en las fechas de siembra tardías”, indicó la investigadora del CONICET en el INTA Pergamino y docente de la Facultad de Agronomía de la UBA, María Elena Otegui. Además señaló que los híbridos presentaron diferencias en las tasas de secado y en el punto de quiebre, que impactaron en la fecha de humedad comercial de cosecha.