"Hasta este momento sabemos que los trabajadores perdieron un 10
por ciento de poder adquisitivo, pero eso se va a revertir antes
de fin de año". La definición, cruda, corresponde a un hombre
clave del gabinete de Mauricio Macri en medio del peor momento
político y económico del Gobierno.
El optimismo, según coinciden los principales colaboradores
presidenciales, obedece a que este es el trimestre más duro de la
economía, en el que comenzaron a pegar fuerte los ajustes
tarifarios que agitaron la inflación.
Las planillas que pasan de oficina en oficina del gabinete
indican que el índice de precios este mes trepará hasta entre el
6,8 y el 7,1%, pero que de ese incendio la mayor parte -más de un
5%- corresponde a los ajustes tarifarios.
"Sin aumentos de tarifas la inflación está en 1,8% lo cual nos
muestra que estamos cerca de lo que esperamos para el segundo
semestre", sostiene otro hombre fuerte del Gabinete.
Mientras las tapas de los diarios reflejan que bajó el consumo
y subió la pobreza, en el Gobierno insisten en que las variables
económicas comenzarán a acomodarse cuando se cierren las
paritarias, en un promedio que estiman del 32%.
LEY ANTIDESPIDOS
El Gobierno también niega que haya destrucción del empleo. Se
basa en datos sobre las dotaciones de empleados declaradas en la
AFIP y en los pedidos de Repro por parte de empresas en crisis
para que el Estado subsidie parte de los sueldos de sus empleados.
Lo cierto es que esta coyuntura de ajuste reagrupó a los
sindicatos, al peronismo y a la oposición y desembocó en un golpe
político para la administración macrista con la aprobación del
proyecto de Ley de Emergencia Ocupacional en el Senado.
La denominada Ley antidespidos, que fue rechazada por Cristina
Kirchner cuando era presidenta, ahora es debatida en Diputados,
donde se registraron en la última semana negociaciones frenéticas
y cambiantes, marcadas más por el pulso político que por el
impacto real de esa iniciativa coyuntural.
Las tratativas fueron encaradas por el presidente de la Cámara
de Diputados, Emilio Monzó y el vicejefe de Gabinete, Mario
Quintana, ante referentes opositores y sindicales. También en las
últimas horas hubo gestiones ante los principales empresarios para
pedirles que firmen una tregua con los despidos.
Es posible que finalmente el proyecto sea modificado y enviado
al Senado, como quiere el oficialismo, pero la oposición se
resiste a morigerar la prohibición de los despidos por 180 días,
el corazón del proyecto.
En ese caso, el Presidente ya anunció que
va a vetar ese apartado de la Ley porque, según su visión, envía
señales negativas a inversores.
De todos modos, el Gobierno tiene previsto anunciar esta semana
una serie de resoluciones y proyectos de ley para favorecer a las
pymes y promover la generación de empleo. Los anuncios estarán a
cargo del ministro de la Producción, Francisco Cabrera.
Entre las iniciativas que ajustó la Casa Rosada en los últimos
días se encuentran la Ley de Primer Empleo para eximir de cargas a
empresas que tomen a jóvenes de 18 a 24 años; el reordenamiento
del régimen de pasantías y capacitación; y que las empresas puedan
deducir sus inversiones del impuesto a las ganancias.
Por cuerda separada, se anunciará próximamente el mantenimiento
de subsidios para industrias muy dependientes de la energía, cuyos
costos se dispararon con el salto tarifario.
PROA A 2017
Así como el acuerdo con los holdouts aprobado por amplia
mayoría en el Congreso significó un triunfo político para Macri,
el proyecto antidespidos volvió a mostrar que su matriz de
gobernabilidad es volátil. La ambigüedad del Frente Renovador de
Sergio Massa es un gran contribuyente a estos vaivenes.
Esas limitaciones seguramente se acrecentarán si la economía no
repunta y sobre todo en el tránsito hacia las elecciones de 2017,
que serán clave para el futuro de este proyecto político.
En ese contexto, el peronismo buscó afanosamente un esquema de
homogeneidad que había perdido desde la derrota electoral. Aún sin
liderazgo, encumbró a José Luis Gioja como jefe partidario y
espera acomodar las piezas para el año próximo.
"Con esta elección logramos tanto como que Macri deje de
manejar los temas internos del partido y hay una organización para
las próximas elecciones", exaltó un armador peronista, quien
reconoció que todavía hay sectores excluidos del paraguas orgánico
del PJ como los gobernadores de Córdoba, Juan Schiaretti y Chubut,
Mario Das Neves y el ultrakirchnerismo.
Macri sabe que sus fichas se juegan el año próximo,
especialmente en la estratégica provincia de Buenos Aires, donde
la oposición seguramente jugará cartas fuertes en distintas
boletas como las de Cristina Kirchner, Daniel Scioli, Sergio
Massa, Margarita Stolbizer y Florencio Randazzo.
Ante eso, el presidente activó una tregua en una antigua
disputa entre el armador nacional, Monzó y la gobernadora
bonaerense, María Eugenia Vidal, enemistados desde que el hoy
presidente de la Cámara de Diputados la propuso como candidata en
Buenos Aires, tierra hostil en aquel momento.
Pese a que esas diferencias no terminaron de zanjarse, Monzó
trabaja con un esquema kirchnerista de cooptación de intendentes
de otras fuerzas y espera empezar a medir candidatos propios,
mientras que la administración Vidal busca apurar el inicio de
obras públicas estructurales.
A ese esquema, el Gobierno busca
sumarle una suma importante de ingresos a la provincia con
modificaciones al Fondo del Conurbano.
"Hoy el 70 por ciento de la población dice que está peor que
antes de la llegada de Macri, pero prácticamente la misma
proporción cree que el año próximo va a estar mejor",
reflexionaron cerca del Presidente. Sobre esa esperanza pivotea todavía el Gobierno, sin margen para tropiezos.