Notas de Opinión

Enero caliente y país sin subsidios

Una primera semana de año como la que dejamos atrás, difícilmente se la recuerde en cuanto a la hiper actividad que hubo en todo sentido, tanto de aquella más o menos previsible, aunque en cierta manera solamente ya que tal como se vienen dando algunas cuestiones son más improvisadas que otra cosa -caso eliminación de subsidios por dar un ejemplo-, y también de las imprevistas, caso preciso de la intervención quirúrgica de la presidenta Cristina Fernández, resuelta de la mejor manera a saber por todos los informes médicos, quedando además desechada la posibilidad de afección cancerosa, que hará mucho más sencillo y rápido el camino de la recuperación de su estado de salud.

Es que aún con fuerte disidencias en algunos de los procesos que vienen llevándose adelante, y precisamente por la estructuración excluyente de sus decisiones en todos los ámbitos y planos, por pequeños que sean -desde la relación con Estados Unidos hasta la financiación de un cordón cuneta en un pueblito de la Puna pasan por su escritorio-, la ausencia de la Presidenta en la Casa Rosada generaba -suponiéndose que esta situación ya esté superada luego de las buenas noticias del sábado- algunas incertidumbres muy grandes. Es que lo poco visto, produjo un escenario preocupante. ¿Quedaba el país en manos del vice Boudou? Nadie puede afirmarlo con certeza, menos después de lo visto de ni siquiera ocupar el despacho que le correspondía en Balcarce 50. Aparecieron en estos días las figuras de Máximo Kirchner, el hijo mayor de la presidenta, no sólo como el más cercano a ella por razones familiares, sino también en cuanto a cierta imposición de presencia respecto a algunas determinaciones. Y además, sobrepasando el nivel de todo el resto, lo que pone en evidencia quien es quien dentro del gobierno, Guillermo Moreno adquirió una dimensión a la que al menos podemos calificar de exagerado, controlando prácticamente todos los resortes de la economía, desde fijarle tasa tope de 18% a los plazos fijos en los bancos, hasta evitar el ingreso de bananas de Ecuador, o tratar de balancear el intercambio comercial con Brasil, que de paso el año pasado nos dejó un déficit cercano a los 6.000 millones de dólares. Y por supuesto, sin olvidar el manipuleo del INDEC, la resolución del papel para los diarios, que en estos primeros días de aprobada la ley muchos problemas ha causado. Y desde este mismo Diario podemos dar fe de ello.

Pero bueno, el momento de zozobra del gobierno quedó atrás, y todo vuelve a su cauce normal. Aunque tal vez no tanto, ya que dentro del universo K ciertos desbalanceos y confrontaciones sean  prácticamente "normales", al punto de haberse llegado a decir que cuando no hay problemas, siempre aparece alguien que los inventa. Casi, un sistema impuesto. Es que, si bien algo contraída -debe reconocerse- la inflación sigue su curso, las disputas con Hugo Moyano están cada vez más duras, y el año 2011 cerró con un preocupante déficit de 34.000 millones de pesos en las cuentas públicas. Una bicoca con una buena cosecha, pero no es de ese modo, pues el tiempo y la seca incluida, otra vez se puso en contra de la posibilidad de engordar las arcas fiscales.

Aunque todo preocupante y por resolver -el estado del tiempo al margen, pues suponemos todavía no se ha llegado a esa pretensión-, el tema que lleva la bandera en el rubro problemas es el aumento y eliminación de subsidios en las tarifas públicas, que comenzó a ponerse en marcha en esta primera semana del año y que se agudizará mucho más cuando en los primeros días de febrero lleguen las facturas sin los subsidios. Cuando aludimos en alguna ocasión a aumentos entre 400 y 500 por ciento, ahora van quedando blanco sobre negro, si bien debe hacerse la salvedad que la mayor afectación es para la ciudad y el Gran Buenos Aires, pues a todos los estuvimos subsidiando desde el interior con nuestro dinero. De paso, ¿alguien del gobierno explicará alguna vez cuál fue la razón de haber dado subsidios a granel, incluso a las clases más ricas de la Argentina? Es que hoy da la impresión que esos subsidios hubiesen aparecido por arte de magia, nadie quiere hacerse cargo.

Lo cual además, viene dando cuenta en los hechos, no en las palabras, que el "modelo" está llegando a su fin, y que aún cuando se mantengan los principios de inclusión y más equitativa distribución de la riqueza, para todo se requieren recursos. Y hoy no los hay en cantidad suficiente, ya que lo único que creció fueron los gastos, mientras los ingresos fueron siendo cada vez más escuálidos.

Ojalá no sea tan traumática esta instancia que comenzamos a desandar en la Argentina sin subsidios, pero suponer que toda esta avalancha de aumentos -que aquí en el interior sufriremos en menor medida por haber sido menos subsidiados- no significará inflación, y además que los gremios no pujarán por una suba salarial mayor al techo del 18% pretendido por el gobierno -con lo cual le dieron un poderoso argumento a Moyano- es caer en un mundo de ilusiones, como ya sucedió muchas otras veces. 

Todo pinta para que con estos primeros trazos, no sólo el verano sea atípico en cuanto a esta clase de situaciones, sino con grandes chances de extensión al resto del año. Es que hasta ahora hemos visto un kirchnerismo manejándose con infinidad de recursos, ahora llegó otra etapa, la del sinceramiento de casi todas las variables.

En cuanto a la clase política, habituada con estos calores a la playa, la montaña o alguno de esos resorts donde se recibe tratamiento de jeque árabe, por el momento debe enfrentarse a otras situaciones algo más incómodas para la época, aunque ya en febrero, seguramente todo podrá cambiar.

Autor: Roberto Actis

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