Economía

Ezeiza y el licuado con agua

Muchos hemos escuchado la dolorosa frase: la única salida de la crisis es Ezeiza. Y se puede inferir que cada uno de nosotros conoce a alguien que se fue en el 2001 o que se va ahora producto de esta larga agonía económica, que se suma a una desesperanza palpable en las redes sociales y en los medios de comunicación, fruto de una Argentina sumida en decadencia, no solo económica, sino principalmente de los valores morales, mezcla antagónica de liberales y cristianos, que formaron este país.
Amigos que se distanciarán, amores que no florecerán, familias que no pelearán por donde se juntan en Navidad, bizcochos y carasucias que no volverán a probarse, olores que dejarán de sentirse y una Patria que extrañará a sus hijos, que formó, educó y ahora van a dar frutos a otras latitudes.
Pero podemos encontrar también mucho de romanticismo y de crecimiento en estas migraciones, las cuales probablemente sirvan para cortar el cordón a una generación tildada de nini, que ni trabaja ni estudia. El estar sin el paraguas familiar fortalecerá el carácter y obligará a utilizar la educación adquirida para ganarse el pan. Muchos, luego de vivir esta aventura, regresarán a nuestro país, con nuevas potencialidades para desarrollar en nuestra tierra, porque ¿quién dice que debe ser para siempre?
Acá los vamos a esperar con los brazos abiertos y con una ministra de Economía que nos prepara licuado de pesos pero con agua, para que no caiga tan pesado. Los primeros anuncios realizados esta semana fueron oportunos, antes de la apertura de los mercados y realizados en una mesa donde la acompañaban los ministros de Desarrollo Productivo, de Agricultura, el presidente del BCRA y la directora de AFIP. Los mercados, continuaron con incertidumbre pero probablemente con más expectativas a la espera de señales concretas de coherencia entre lo anunciado y los hechos (el ya clásico, ver para creer).
Los anuncios fueron ciento por ciento prudentes y eso nos gusta, se habló de mantener el acuerdo con el FMI, continuar con las políticas en él consensuadas, de baja de gasto público, reducción de la emisión de moneda, control de la inflación, disminución de subsidios y equilibrio fiscal. Se habló también de tasas de interés positivas.
Los argentinos son mejores, más eficientes aunque los mercados, para anticiparse a lo que ocurre con las medidas económicas, es que de fracasos la saben lunga y esperan los hechos concretos antes de actuar, mientras tanto se protegen en los activos atados al dólar, moneda de refugio desde hace décadas por aquí.
En el pasado, la salida mágica de una crisis de deuda y de crecimiento, como la que estamos viviendo, fue siempre una devaluación que licuaba la deuda en pesos, los salarios, principalmente del sector público, frente a los bienes de capital, reservas y exportaciones del país. Encareciendo los productos importados y los viajes al exterior y abaratando nuestros bienes y servicios para el consumidor del exterior. Hoy esa medida no se está tomando, y entendemos que es correcto, ya la mayor parte de la deuda del gobierno está en dólares o en pesos ajustados por inflación, por lo que no surtiría efecto, además nuestros bonos soberanos se encuentran cotizando muy por debajo de su valor.
Sin embargo, la inflación se mantiene alta y por tanto continuará licuando los ingresos de los argentinos, las redes están saturadas de memes con lo que se podía comprar cuando salió el billete del hornero y de lo que éste devaluado pájaro puede comprar hoy, con una paridad internacional que apenas supera los 3 dólares (el más gráfico, con mil pesos en 2016 se podían comprar 69 sachets de leche, pero hoy apenas alcanza para 4).
A este Gobierno le queda por delante algo menos de 18 meses en los que esperamos que la ministra continúe con los actuales objetivos cambiarios, del cual manifestó públicamente que se encuentra cómoda, solo ajustándolo al valor de la inflación. No obstante, suponemos que va a cambiar la política monetaria, haciendo esta más restrictiva, subiendo las tasas de interés para morigerar la actual desbocada inflación, con un juego de pinzas, atrasando el tipo de cambio, subiendo la tasa de interés y restringiendo la circulación de pesos, a la vez que buscará el equilibrio fiscal (siempre y cuando la presión creciente de las organizaciones sociales y de un ala del gobierno...).
La tasa de interés, cuando esté positiva respecto de la inflación, hará que baje la velocidad de circulación del dinero, ya que aumentarán las colocaciones a plazo y de esta forma aplanará un poco la curva inflacionaria. Veremos un julio con un índice de precios elevado, seguramente el más alto en varios años, pero si se toman las medidas que anunció Batakis, se irá reduciendo hacia fin de año.
La diferencia podría venir por el lado de la política, que consiga que los argentinos crean en lo que viene, sino debemos conformarnos con una inflación anual que coquetee con los tres dígitos y un dólar paralelo que supere los trescientos ampliamente, licuando nuestros pesos poco a poco.

#BuenaSaludFinanciera
@ElcontadorB
@GuilleBriggiler

Autor: Guillermo Briggiler

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