Mirando la historia política de nuestro país puede observarse que desde 1930 todos los Gobiernos Nacionales terminaron fracasando, así como también ha ocurrido con las distintas dictaduras militares que en su momento fueron aceptadas por la mayoría del pueblo. Esto así de lamentable por la simple razón de que las mayorías siempre se equivocan (ley de Pareto). Pero aun cuando las mayorías no se equivocaran sucede que después de emitir su voto los ciudadanos son los convidados de piedra que asisten al desengaño ante un Poder que siempre nos vuelve a los tiempos del Absolutismo, aunque sin oropeles ni coronaciones, pero sí con pretensiones de perpetuación monárquica. Los partidos políticos surgidos como necesidad de servir de intermediarios entre el Pueblo y el Estado se han constituido en organizaciones que obligan al ciudadano a optar entre unos y otros candidatos quienes, por sí mismos, son aquellos que no han tenido éxito en sus actividades privadas y buscan en la política un privilegiado estilo de vida.
Pero en una etapa histórica de creciente tecnología es posible acercarse al ejercicio del desiderátum del sistema de elección de Gobierno. El nuevo sistema sería democracia directa al estilo griego, pero a través de la computadora a los fines de posibilitar la elección de candidatos previamente elegidos por Concurso mediante, también, la computadora, y con datos verificables por todos los ciudadanos. El poder de decisión ya no pasaría por la imagen de un afiche sonriente, ni por toda esa dialéctica de los discursos, las concentraciones, las entrevistas por televisión, los onerosos despilfarros de las campañas electorales, la publicidad oficial ni la búsqueda de un líder 'carismático' que conquiste voluntades arrastrándolas como rebaños. Todo esto así es vivido hasta el momento dentro de una atmósfera asfixiante de permanente campaña electoral.
La elección por concurso es un recurso crecientemente utilizable para acceder con más libertad y justicia al desempeño de distintas funciones.
Existirían otros requisitos:
Sufragio no obligatorio ni secreto, ¿Por qué debería seguir siendo secreto? ¿El secreto no esconde algo censurable, mentiroso, avieso? Y ¿por qué obligatorio? Si el principio de libertad otorga el derecho de participar o no. Debería ser optativo recién a partir de los veintiún años de edad para proteger la maleabilidad propia de los adolescentes, es decir de quienes están todavía en etapa de crecimiento. Por otra parte, ser mayor de treinta años para desempeñar funciones políticas, dado que la corteza prefrontal culmina su maduración a esa edad. Asimismo someter a examen psicológico previo a todo candidato con el objeto de librarnos del riesgo de caer bajo el mandato de sujetos proclives a la paranoia, al síndrome de Hubbris o de otras patologías mentales. A los fines de contar con gobernantes imbuidos de verdadera vocación de servicio convendría que las remuneraciones de todos los cargos políticos de los tres poderes estén de acuerdo con el lucro cesante personal de cada uno de ellos, certificado por la AFIP. Así además se evitaría que las funciones políticas se conviertan en suculentas fuentes de trabajo para quienes no han demostrado aptitud en el desempeño de sus actividades profesionales previas. Además, interdependencia de los tres Poderes con el objeto de evitar el incumplimiento de las medidas más adecuadas y justas, es decir gobernar en consenso y no con discrepancias, y donde el Ejecutivo no pueda vetar o incumplir las decisiones de los otros dos Poderes, y para que el Legislativo no sea una maraña de gritones facciosos siempre dispuestos a levantar las manos. El Ejecutivo se limitaría a ejecutar sin constituirse en poder dominante mediante la posesión discrecional, arbitraria y subyugante de la Caja. Auditoría al alcance de todos los ciudadanos. Prohibición de toda publicidad política oficial o no oficial, o de encuestas que sólo sirven para orientar a quienes nada entienden de política y que terminan votando al mejor posicionado para luego sentirse ganadores. Propender, entre otras medidas, a la creación de un federalismo económico eximiendo de impuestos durante veinticinco años, o más, a las industrias que se radiquen en las provincias de menores recursos para evitar, además, las migraciones hacia los cinturones pobres de las grandes ciudades. Eliminación de todos los fueros y del 'respeto' a la figura de 'la investidura presidencial': resabios de carácter monárquico. Todos somos personas merecedoras del mismo respeto. Condenar a la corrupción con el ostracismo, previo despojo de todos los bienes, incluyendo los anteriores al cargo político desempeñado, y en puesta de acuerdo con los organismos internacionales. Esta condena incluye también a los testaferros. Períodos de gobierno de cuatro o más años para cada uno de los funcionarios, según sean ellos avalados por nuevos concursos, y sin que sea computable en calidad de antecedentes la antigüedad de los años correspondientes al desempeño de sus recientes funciones políticas. Este sistema propuesto incluye a gobiernos municipales y provinciales.
Esta es una breve reseña, es apenas una sugerencia incompleta que admite correcciones. Pero en último término, por tratarse de la elección de personas dotadas de mayor capacidad intelectual y moral podría con esto lograrse el consenso necesario para el ejercicio de un Gobierno puesto al margen de toda conveniencia personal o ideológica: Nada puede ser mejor si no se comienza concibiendo ideas, alternativas, cambios.
Por eso, salvando las distancias intelectuales podría preguntarse: ¿Utopía? Locke, Montesquieu y otros, ¿no fueron utopistas en sus tiempos? ¿O es preferible seguir políticamente cristalizados en la época pre-tecnológica cuando no existían posibilidades de una participación directa y la elección de los mejores?