Por Guillermo Briggiler
Como gracia entendemos el don gratuito de Dios que es la base para vivir, sin esa gracia el solo esfuerzo humano no alcanza. Como sinónimo de gracias podemos decir talentos, dones o capacidades que pueden tener los individuos, como por ejemplo jugar bien al fútbol, ser buen economista o tener talento para las artes, etc. Un claro ejemplo es la habilidad de nuestro destacado Leonel Messi como jugador, o el de Lionel Scaloni para dirigir.
Pero tampoco basta solo el don, hace falta la voluntad de cada persona para perseverar y dar frutos de dichas capacidades. Este último punto es crucial para entender la libertad que Dios le da al hombre permitiéndole, aceptar la gracia, rechazarla o incluso negarla, llegando al punto de permitirle incluso negar la existencia de Dios mismo dador de los talentos. Es decir, Messi podría haber tenido los talentos de jugador y no haberlos aprovechados dedicándose a cualquier otra actividad.
Este esquema tiene un paralelismo directo con la economía argentina. Una macroeconomía ordenada por el gobierno puede pensarse como la gracia. Ya que, es el marco necesario que da previsibilidad y confianza a todas las actividades. Sin un orden macroeconómico que brinde reglas claras, la microeconomía, es decir, el trabajo de las familias, de los comercios y de las empresas, se ve debilitada, como una semilla que no encuentra tierra firme para crecer.
En los últimos meses, el país logró avances inéditos, por primera vez en 14 años se registró superávit fiscal, la inflación anual se redujo drásticamente desde niveles cercanos al 300 % hacia un 66,9 % en febrero, y la inflación mensual cayó a 1,5 % en mayo de 2025, la más baja desde 2020. Incluso organismos internacionales proyectan que este año la inflación podría cerrar en torno al 23–25 %, con crecimiento económico cercano al 5 % del PBI.
Estos logros representan esa “gracia” que da sustento, un marco macroeconómico más estable que parecía impensado apenas un par de años atrás.
Pero la macro, por sí sola, tampoco alcanza. Hace falta la voluntad de los ciudadanos en el día a día: producir, invertir, innovar, ahorrar, consumir responsablemente. La microeconomía es el terreno donde la semilla germina, se riega y se cuida hasta dar fruto.La gracia necesita de la voluntad. En economía, esa voluntad es la micro: la respuesta de ciudadanos, trabajadores, pymes y familias en el día a día. Y allí la realidad es más dura. El desempleo subió al 7,9 % en el primer trimestre de 2025, el nivel más alto en cuatro años, y los ingresos siguen resentidos. Aunque la inflación bajó, muchas familias no perciben alivio real porque la pobreza todavía afecta a casi 4 de cada 10 argentinos.
Para visualizarlo utilizaremos una imagen, la de una planta. La gracia es la semilla y la savia que da vida; la voluntad es el suelo, el riego y el cuidado que permiten crecer. Si falta uno de los dos, la planta muere. Si ambos trabajan en armonía, la vida florece.
El contundente triunfo del peronismo en las elecciones del pasado domingo 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, se lee como un claro ejercicio de voluntad ciudadana. La ciudadanía puso ese voto en las urnas como respuesta al marco macroeconómico (gracia) que perciben: no basta con una política de estabilización, se exige que ese marco se traduzca en mejoras concretas en su vida diaria. Este mensaje fue tan fuerte que los mercados reaccionaron de inmediato: la Bolsa cayó más del 12 %, los bonos se desplomaron hasta un 9 % y el peso se depreció cerca del 4 %, reflejando la incertidumbre sobre la continuidad del plan económico actual por falta de voluntad de los ciudadanos.
El mensaje es claro,macro y micro son inseparables (al igual que los dones y la voluntad). El desafío del gobierno es mantener un marco estable; el desafío de los ciudadanos es responder con trabajo, consumo responsable, inversión y esfuerzo. Solo así la economía argentina podrá echar raíces firmes y dar frutos duraderos.
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