Notas de Opinión

Hacia dónde vamos

Las grandes potencias, más allá de las luchas que tuvieron entre ellas en la Primera y Segunda Guerra Mundial, nunca dejaron de extender sus dominios colonialistas. Los apetecibles territorios en gran medida fueron el continente americano del río Grande o Bravo hacia el sur después de 1492 y Africa desde que conocieron y pudieron explotar vidas humanas, materiales y recursos naturales.

España, Italia, Francia, Portugal, Inglaterra, Alemania, fueron los más inquisidores. El tráfico de esclavos, hasta ese momento miembros de pueblos originarios que luego eran cazados y tratados como animales en gran parte del territorio de Africa, constituye una prueba sólida de esa ambición colonialista que se sustentaba en aplastar y explotar al más débil. Para lograrlo, naciones como Inglaterra, Portugal, Holanda y en menor medida España tuvieron que realizar las acciones más despiadadas sin importarle los más elementales derechos humanos.

En gran parte del continente el idioma oficial pasó a ser inglés, el francés y otras lenguas ajenas a las idiosincrasias de los pueblos nativos, haciéndoles perder sus culturas lingüísticas y sus tradiciones culturales.  

Estos pueblos mal dicho de “raza negra” en su gran mayoría, sufrieron los mismos embates genocidas que nuestras etnias en América. El libro "Las venas abiertas de América Latina", del recientemente fallecido escritor Uruguayo, Eduardo Galeano, narra en detalle el proceso de desaparición de los pueblos originarios de Awyayala.

Toda esta presentación tiene un sentido, una antesala de lo que hoy sucede en el gran charco del mar Mediterráneo.

“Seres humanos” de Libia, Egipto, Marruecos, Eritrea, Mali, Nigeria, Irak y de muchos otros lugares, ante las agresiones que sufrieron sus naciones -o las luchas tribales- y las necesidades de supervivencia para no desaparecer, optan utilizar cualquier medio para llegar al territorio Europeo.

Los países costeros, España e Italia se ven atrapados por su mayor cercanía y los que no lo son, bregan por erradicar estas andanadas de “inmigrantes ilegales” que invaden de una u otra manera sus fronteras. La primera ministra alemana, junto al resto de los representantes europeos, decidieron dar ayuda económica a los países que “exportan indignados”. Pero el capital no responde a la condición humana. Ellos seguirán atravesando el Mediterráneo y dejarán sus vidas para poder cruzar a sus familias, para tratar de lograr una vida mejor. 

Por todo el daño que durante muchísimo tiempo hicieron a estos pueblos, las grandes potencias, inexorablemente más tarde o más temprano, recibirán su escarmiento.

EE. UU. y los demás miembros de la OTAN pretendían que las naciones de Africa y Oriente Medio sean estados democráticos y como a ellos les costó entender tanta hipocresía, simplemente los invadieron poniendo excusas fuera de todo lugar y lógica. Por tal motivo invadieron Afganistán, Irak, Nigeria, Libia, Mali, Egipto, Sudan, Palestina, Siria y cuanta nación no acepte sus pretensiones geopolíticas para hacer un mundo unipolar.

Hoy todos estos países viven en un estado de anarquía permanente y sus habitantes deben elegir todos los caminos que les permitan salir de la pobreza, la hambruna y el terror de un estado de guerra permanente. Estos “indignados”, seres humanos que desean vivir en paz, eligen sus nuevos destinos para que un mundo multipolar, les dé esperanza.

Hoy es Europa, para los que lleguen y puedan sobrevivir y mañana será comenzar de nuevo dentro del territorio de otras culturas, de otras lenguas. 

Autor: Juan Carlos Fessia

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