Notas de Opinión

Hermanos contra hermanos

Estamos amenazados, todos. Desde el gobernador para abajo, todos vivimos bajo amenaza. Amenaza de seres desconocidos que pululan por todos los rincones, que generalmente son hombres jóvenes que delinquen usando gorro con el que esconden gran parte del rostro y circulan en moto, algunas veces en auto y se reproducen como cucarachas impulsadas y alimentadas por la falta de políticas de trabajo y educación. No tengo la estadística exacta, sólo considero que la mayoría de nosotros, los santafesinos, los argentinos, hemos tenido un desagradable o fatal encuentro con ellos. Es como si nos hubieran declarado una guerra, que como tal persigue intereses. Nosotros, los trabajadores decentes, no la deseamos jamás. Será por ello que hasta acá sólo atinábamos a defendernos, a llorar nuestra pena reclamando una justicia que de antemano sabíamos lenta e injusta, o a enrejar nuestras viviendas. Ahora observamos perplejos un cambio de actitud. Murió uno de los victimarios por las manos de las víctimas. Dejando volar mi imaginación visualizo el momento de furia popular, de bronca compartida, desatada sobre el cráneo equivocado, existente debajo de la gorra. Los delincuentes comenzaron a cosechar su siembra. Pero eso no es bueno para el resto de la sociedad. Los que lo agredieron seguro que son personas de bien. Y como tales es muy probable que sufran algún tipo de culpa. No sirve. El atacante está muerto y con eso no se ha solucionado nada. La guerra sigue. Hemos votado para que nos guíen, nos cuiden, nos eduquen y nos den trabajo. Hemos votado para seguir siendo dignos. Exijamos con fuerza a quienes les corresponde la tarea, que la cumplan. Sumémosle voluntades si las necesitan. Participemos. Canalicemos el dolor y la bronca por un camino que nos permita recuperar la paz y la libertad que nos arrancaron. Matarnos entre hermanos, nunca más.

Autor: Edith Michelotti (*)

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