Locales

Homenaje al arte del pan y la tradición argentina

FELIZ DÍA. A todos los panaderos que cada día elaboran el pan y las facturas de la mesa de los argentinos.
Crédito: FOTO ARCHIVO

Cada 10 de octubre se celebra en la Argentina el Día del Industrial Panadero, una fecha que rinde homenaje a quienes, con oficio, sacrificio y pasión, elaboran a diario uno de los alimentos más nobles y universales: el pan. Y otras cositas ricas, muy ricas.

El origen de esta conmemoración se remonta a 1957, cuando en un Congreso Nacional de la Federación Argentina de la Industria del Pan y Afines (FAIPA) se instituyó esta fecha para reconocer la labor de los panaderos y empresarios del sector, pilares fundamentales de la alimentación y la cultura popular argentina.

Desde entonces, cada 10 de octubre se reconoce no solo la tarea industrial y artesanal de quienes levantan el horno antes del amanecer, sino también el papel social de las panaderías, esos espacios que son parte de la vida cotidiana de los barrios, donde el aroma a pan recién hecho convoca a vecinos y familias por igual.

Las panaderías argentinas ofrecen una variedad inigualable de productos que combinan tradición y creatividad. El clásico pan flauta o francés convive con el pebete, el mignon y el pan de campo; mientras que la vitrina dulce se llena de delicias como facturas (vigilantes, cañoncitos, bolas de fraile, sacramentos y medialunas), bizcochuelos, masas finas y tartas. En el mostrador salado, las opciones van desde las criollitas y bizcochos de grasa hasta los palitos salados, grisines o panes saborizados con ajo, queso o hierbas.

Pero si hay un dilema que resume la idiosincrasia argentina, ese es el que se presenta a la hora de acompañar el mate: ¿medialunas o bizcochos de grasa?. Para algunos, la respuesta es simple: nada supera la textura hojaldrada y el dulzor justo de una medialuna de manteca, dorada y brillante, perfecta para los amantes del mate amargo. Otros, en cambio, se inclinan por los bizcochos de grasa, ya sean salados —crujientes y con un toque rústico— o dulces, con ese sabor que evoca las meriendas familiares de antes.

Cada elección dice algo del paladar y la tradición de quien la hace. Y aunque la disputa entre medialunas y bizcochos sea eterna, todos coinciden en que ambos productos son emblemas de la panadería argentina, donde el arte del panadero se manifiesta en cada amasado, en cada hornada y en cada aroma que invade la cuadra.

En este Día del Industrial Panadero, se celebra, en definitiva, la dedicación de quienes transforman la harina, el agua, la levadura y la sal en pan, y con ello, en un pedazo de identidad nacional. Porque si algo une a los argentinos, además del mate, es ese momento compartido frente a la panera, donde el pan -en cualquiera de sus formas- se convierte en símbolo de encuentro, trabajo y sabor.

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