Notas de Opinión

Hospital, ¿ahora sí?

¿Es demasiado tiempo tener que esperar seis meses para la posibilidad de contar en la ciudad con un nuevo Hospital, y además de alta complejidad? En realidad, partiendo desde cero, prácticamente nada, aún sin exagerar el optimismo suponiendo que en ese lapso ya se estarán dando turnos para atender a los pacientes. Nada de eso, simplemente un mojón plantado como punto de partida para ver hasta qué punto se avanzó, y de paso, establecer cuánto hay de cierto en esta hoy declamada intención de construir en nuevo centro público de salud en Rafaela.

Pero claro, cuando la cuestión viene tironeándose desde el 9 de julio de 2008 cuando en la celebración de la fecha patria aquí, desde el palco levantado justo frente a la escalinata de ingreso al edificio municipal, y presidiendo el desfile, el entonces gobernador Hermes Binner anunció la construcción del hospital, se incorporan otros elementos al análisis que, al menos, en su consideración establecen alguna clase de limitaciones al rejuvenecido optimismo.

Existe, es verdad, una modificación sustancial del escenario, que va mucho más allá del cambio de las cabezas de conducción que antes tenían a su cargo Binner y Omar Perotti, y aún ahora bajo responsabilidad del gobernador Antonio Bonfatti y del intendente Luis Castellano se trate de la continuidad de ambas gestiones. Es que antes, en esos tiempos de fogonazos y rispideces, casi todas las obras que se reclamaban desde la ciudad a la provincia, eran continuidad de las que había dejado Jorge Obeid, algunas inconclusas como las cloacas, el canal Norte, la ampliación de la planta depuradora de líquidos cloacales y el desvío de tránsito pesado, y otras en proceso de licitación como la red de grandes acueductos que incluía a Rafaela en su traza, o el Centro de Radioterapia. 

Hoy en cambio, las obras que se reclaman desde nuestra ciudad, son las comprometidas por el Gobierno socialista. El nuevo Hospital, el acueducto cuya obra se puso en ejecución pero con un avance a paso de tortuga, el edificio del Centro Cívico, la infraestructura para un predio de 40 hectáreas destinado a la construcción de viviendas y la habilitación de la nueva planta de ósmosis inversa, que aunque poco, aporte un poco más de agua a la ciudad, si bien con la demora que viene es difícil que se concrete durante este tiempo de mayor consumo.

Se trata de una modificación de escenario real y concreta, mucho más trascendente de lo que a simple vista parece, que avala el ser optimistas, al menos hasta dentro de medio año, cuando los Gabinetes provincial y municipal vuelvan a encontrarse y se ponga sobre la mesa de negociaciones qué fue lo hecho y cuáles los avances. Por si alguien tiene dudas respecto a la importancia que tiene el origen de las obras, les citamos la expresión de un ministro de Binner -que hoy sigue en la gestión- "nosotros venimos a hacer las obras de Binner, no las de Obeid". Con la reserva de quien la dijo y quien la recibió, para no vulnerar confidencias, pero que pinta de cuerpo entero de qué manera se entrelazan las obras y la política. Aunque viejo y gastado, pero sabio, siempre viene bien aquello de "nadie da puntada sin hilo". Y en esto no hay diferencias de signos ni sellos.

Si bien es legítimo que desde la Provincia se insista con el terreno que había elegido Binner -y especialmente su esposa Silvana, arquitecta- para hacer el Hospital, transformándose en el motivo central de la disputa que al fin de cuentas fue el eje de la demora, preocupa que se vuelva a ese punto de partida. Mejor dicho, de no partida. Se trata del predio ubicado sobre la parte este de la ruta 34, hacia el sur detrás de lo que fue la firma Grossi, de un enorme valor inmobiliario, que según se dice podría estar girando en los 4 millones de dólares, y además con algunos impedimentos técnicos por las condiciones del suelo para un complejo de esa naturaleza -desde el Gobierno dicen que no debe ser menor de 3 hectáreas, aunque el ideal serían 4-, y también por el Código Urbano.

Ojalá este terreno, ubicado en un muy buen lugar es cierto, pero también en uno de los más visibles de la ciudad, no vuelva a convertirse en el punto de detención en lugar del de partida, concepto que reiteramos. Si dentro de seis meses permanecemos enredados en el tema del terreno, bueno, entonces estaremos viendo cómo la realidad supera a las intenciones. Una superficie de 3 hectáreas o más, sobre una ruta troncal preferentemente, cercana a la planta urbana y con disponibilidad de accesos, no aparece por obra de la divina providencia, ni por pases mágicos. 

Por ahora entonces, el crédito está y permanece abierto, con las puertas de par en par, pero habrá que aguardar un tiempo prudencial para ver si el optimismo de llegar a tener aquí un Hospital de alta complejidad -y ojalá equipado también con el centro de radioterapia, al menos esperamos que así sea-, tiene sustentos reales o si nos espera más de lo mismo. Para ver si alguien es rengo, la única manera es verlo caminar. Esperemos entonces que aquí caminen.

Autor: Roberto Actis

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