Lo dijimos en otras ocasiones pero conviene reiterarlo, como introducción al tema. La gente, en forma bastante amplia, está bastante disconforme con la justicia, de modo especial por algunas razones puntuales que al momento de sopesar buenas y malas, inclina decididamente el platillo de la balanza. Por ejemplo, las enormes demoras que la mayoría de las veces suelen convertirse en claras muestras de injusticia; la participación de ciertos magistrados que actúan acorde a quienes responden; las controvertidas interpretaciones que permiten dejar en libertad a violadores y asesinos que se transforman rápidamente en reincidentes. El rechazo, y más que eso la indignación, se desparraman con velocidad inusitada, en desmedro del poder judicial y por supuesto de su credibilidad.
Es decir, es altamente probable que haya fuerte consenso para introducir una reforma en el sistema judicial, razonada, técnicamente planificada, con amplios debates como merecen las cuestiones que impactan directamente en el diario vivir de la gente. ¿Qué necesidad había de sacar una reforma como lo hizo el gobierno? A las apuradas, de un día para el otro, al menos con casi la mitad del país en contra -de ninguna manera vamos a poner en tela de juicio el 54% que es hoy prácticamente el único escudo que le queda al kirchnerismo para cubrirse-, pisoteando la Constitución y mofándose de todos los parámetros institucionales.
Luego de esta colosal arremetida, sin medir consecuencias, todo parece estar apuntando al excluyente objetivo de la posibilidad de re-reelección de la presidenta Cristina Fernández, aún más allá de la impunidad que se persigue para todos estos hechos de corrupción que desbordan por todos los flancos. Parafraseando al caudillo catamarqueño Vicente Leónides Saadi, en aquél memorable debate con Dante Caputo, "todo lo demás es cháchara". Es que sin la continuidad de la Presidenta en el cargo, el modelo nacional y popular se derrumba, pues esta clase de regímenes no funcionan de otra manera, podrían citarse muchísimos casos, pero con Venezuela alcanza. Maduro logró la continuidad con un resultado cuestionado que se niegan a revisar, y además, con una elección que de no haber sido inmediata a la muerte de Chávez, es muy probable que otro hubiese sido el resultado. Y por sobre todo, quedando al frente de un país donde lo que sobran son problemas, en medio de un caos social..
¿Y ahora cómo sigue? La Corte Suprema será la que seguramente deberá resolver sobre los pedidos de inconstitucionalidad de esta ley de reforma judicial que fue algo así como un alumbramiento con fórceps, donde sobraron las presiones -de ambas partes-, prevaleciendo como es casi una costumbre, la confrontación por sobre el diálogo. Ese mismo que le recomendó el Papa Francisco a la Presidenta en una carta que trató de ocultarse.
Estamos viviendo tiempos difíciles y seguramente lo serán aún más. La situación es un embudo, donde todo desemboca sobre el mismo objetivo, avasallándose los pocos límites que se ponen por delante.
Sin embargo, y aún con la gravedad del tema, el intento de copamiento de la justicia no lo fue todo. La corrupción que sale a la superficie alarma, tanto por sus volúmenes como por sus protagonistas, añadiéndose a "la ruta del dinero K" el caso de los aviones Embraer. Es una avalancha que no puede más contenerse, tal vez explicando en parte las razones por las que se trata de controlar a la justicia.
Pero seguramente, por impacto público, la gruesa patinada de Hernán Lorenzino se llevó todas las palmas. Que un ministro de Economía desconozca el índice de inflación de un organismo que depende de su propio ministerio, y que frente a preguntas muy sencillas de la periodista interrumpa la entrevista pidiendo irse y admitiendo además que es muy complicado hablar de las estadísticas en la Argentina, deja en claro una impericia política notable. Y aunque se sabe que las decisiones en economía no son suyas, podría esperarse la sugerencia de algunas correcciones que tanta falta hacen, pero con ese nivel, es muy probable que ni siquiera se anime a hablar frente a la Presidenta, de quien, queda claro, salen absolutamente todas y cada una de las medidas, en todas las áreas.
Como ya había ocurrido con la propia Presidenta en las universidades de Estados Unidos, queda en evidencia que ningún funcionario puede soportar preguntas sin trastabillar, o bien mentir, por más simples que sean.
No le fue en zaga el nuevo papelón de Guillermo Moreno, irrumpiendo en la asamblea de Clarín acompañado de Axel Kiciloff y Daniel Reposo -aquél que fue vapuleado al ser propuesto como Procurador, lo cual debe haber provocado arrepentimiento en la oposición que lo denostó viendo lo que está haciendo ahora Gils Carbó-, además de todo el séquito de medios de propaganda, montando y desarrollando un show que como tal termina cayendo en el ridículo.
¿Hasta dónde llegará todo esto? Repasando acciones, es probable que nadie tenga la respuesta.