Economía

La bicicleta

BICICLETA FINANCIERA. La inversión no productiva está de moda, otra vez, en la Argentina.
Crédito: FOTO ARCHIVO

Por Guillermo Briggiler

A Carlos Vives y Shakira les encanta que los lleven en bicicleta, pero parece que se contagiaron todos los argentinos y el gobierno se aprovechó de la costumbre nacional de la bici financiera.

Siendo esta la respuesta a las preguntas que muchos argentinos se realizan: ¿por qué no crecen los comercios, por qué cierran las pymes o por qué hay tanto capital que, en lugar de invertirse en fábricas o emprendimientos, se refugia en bonos o plazos fijos? La respuesta, aunque compleja, tiene un punto de partida claro: las tasas de interés.

En un país donde las tasas de interés reales son elevadas, es decir, superan a la inflación, el mensaje para el empresariado es que puede ser más rentable colocar dinero en el sistema financiero que arriesgarlo en la producción (o en la compra de dólares). ¿Por qué montar una fábrica, contratar empleados, pagar impuestos y enfrentar riesgos, si una inversión financiera garantiza una ganancia segura, más rápida y sin complicaciones? Además, en caso que las condiciones en el país cambien, por ejemplo, en una vuelta del populismo, las inversiones financieras se liquidan rápidamente y parten para otros destinos. En cambio, las inversiones en la economía real como inmuebles, máquinas y edificios son muy difíciles y costosas de volverlas líquidas para cambiar de destino.

Este dilema no es nuevo, pero sí estructural. Y su raíz está en el desfase entre la política financiera y la lógica de la economía real. La mayoría de las personas piensa que un empresario pone su capital y, con eso, monta un negocio. Pero esa imagen romántica no se ajusta a la dinámica actual. En realidad, la lógica empresarial moderna indica otra cosa, antes de usar el capital propio, el empresario recurre al financiamiento. Toma crédito, proyecta la rentabilidad de su negocio y compara. Por ejemplo, si el préstamo se paga al 40% anual y su empresa promete rendir al 60%, entonces avanza. Pero si ese mismo crédito cuesta más de lo que puede ganar, simplemente no hay negocio posible. Tengan también presente que una colocación a plazo fijo de 30 días.

Y cuando el plan falla, recién ahí aparece el capital propio: no como inversión inicial, sino como resguardo ante pérdidas. Este razonamiento explica por qué muchos prefieren esperar con su dinero debajo del colchón o en una inversión segura, antes que lanzarse a emprender en condiciones desfavorables.

En ese contexto aparece una estrategia financiera muy utilizada en la Argentina: el carry trade. Esta práctica consiste en ingresar dólares, venderlos al tipo de cambio oficial o financiero, colocarlos en instrumentos en pesos que ofrecen tasas altísimas, y luego volver a recomprar dólares, llevándose la ganancia por la diferencia de rendimiento. Es una jugada de corto plazo, especulativa, que puede ofrecer ganancias enormes si se mantiene cierta estabilidad cambiaria. Para los inversores, es un negocio tentador; para la economía real, una fuente de desequilibrio.

El gobierno, consciente de esta dinámica, a menudo sostiene tasas altas no solo para frenar la inflación, sino también para atraer esos capitales especulativos y contener la demanda de dólares. Mientras haya inversores que apuesten al peso por un tiempo, se evita una disparada del tipo de cambio. Además, al absorber pesos con tasas atractivas, el Estado logra restringir la cantidad de dinero circulando, generando una sensación de orden monetario. Pero esto tiene un costo: se posterga el crédito productivo, se enfría la economía y se profundiza la dependencia de un modelo que premia la especulación por sobre el trabajo.

En un país que necesita con urgencia generar empleo, valor agregado y crecimiento genuino, seguir incentivando la bicicleta financiera es como intentar apagar un incendio con nafta.

El desafío está en lograr un equilibrio, tasas que protejan el ahorro, pero que también hagan viable la inversión productiva que derive en la creación de empleo. Solo así, la lógica empresarial volverá a alinearse con el progreso económico del país.

#BuenaSaludFinanciera

@ElcontadorB

@GuilleBriggiler

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