Notas de Opinión

La corrupción y el mérito

“Una cultura civil muy degradada ha fomentado en España el ejercicio del poder sin responsabilidad. Nadie se ha beneficiado más del rechazo del mérito y de la falta de una administración basada en él que esa morralla (1) innumerable que compone la parte más mediocre y parasitaria de la clase política, el esperpento infame de los grandes corruptos y el hormiguero de los arrimados, los colocados, los asesores, los asistentes, los chivatos (2), los expertos en nada, los titulares de cargos con denominaciones gaseosas, los emboscados en gabinetes superfluos o directamente imaginarios. Unos serán cómplices de la corrupción y otros no, pero todos contribuyen a la atmósfera que la hace posible y debilitan con su parasitismo el vigor de una administración cada vez más pobre en recursos materiales y legales y por lo tanto más incapaz de cumplir con sus obligaciones y de prevenir y atajar los abusos. Una cultura civil muy degradada ha fomentado durante demasiado tiempo en España el ejercicio del poder político sin responsabilidad y la reverencia ante el brillo sin mérito. Caudillos demagogos y corruptos han seguido gobernando con mayorías absolutas; gente zafia y gritona que cobra por exhibir sus miserias privadas disfruta del estrellato de la televisión; ladrones notorios se convierten en héroes o mártires con sólo agitar una bandera".

“Esta es una época muy propicia a la búsqueda de chivos expiatorios y soluciones inmediatas, espectaculares y tajantes -es decir, milagrosas-, pero lo muy arraigado y lo muy extendido sólo puede arreglarse con una ardua determinación, con racionalidad y constancia, con las herramientas que menos se han usado hasta ahora en nuestra vida pública: un gran acuerdo político para despolitizar la administración y hacerla de verdad profesional y eficiente, garantizando el acceso a ella por criterios objetivos de mérito”.


¿Encuentra el lector algún parecido con la realidad argentina? Eso de la cultura civil degradada, ¿le dice algo? El autor de los párrafos precedentes, Antonio Muñoz Molina, es escritor y refiere al caso español. Es decir, de su país, ligado por lazos diversos a la Argentina y, es deducible, por coincidentes comportamientos de dirigencias políticas tácita o expresamente avaladas por cómplices y silenciosos al uso del “no me meto”.

Porque de eso se trata. Simplemente, de eso, de lo que nos pasa y de cómo nos paramos frente a los hechos y reaccionamos, o, cosa muy probable, que nos quedemos en el molde. Como si el desconocimiento de la ley y la violencia consiguiente, o el atraco a las arcas públicas por los gobernantes, fueran cuestiones que atañen a otros, no a alguien en particular. Todo eso hasta que el atropello toca personalmente y el afectado debe, en virtual desamparo, enfrentar la contingencia en soledad, expuesto, como suele suceder, a fracasar en el intento de defender el derecho menoscabado por la prepotencia del poder.

No es el caso de recurrir sólo a la sanción del voto en contra, cada dos o cuatro años, dejando que las raíces de formas perniciosas, en general de vertientes totalitarias, subsistan en los caldos de las burocracias políticas y estatales. Debe oponerse, por lógica una reacción social enderezada a la construcción de ciudadanía como valor sustantivo de la democracia fundada en derecho y contraria, por tanto, de lo que lo desvirtúa y pervierte.

Implica esto el fortalecimiento de la participación ciudadana en el debate público, la demanda de información sobre los asuntos administrativos, el control del desempeño de los funcionarios y la exigencia de que los cargos sean cubiertos conforme antecedentes y méritos de los postulantes. Es clave entender que los actos de los funcionarios públicos son públicos, y que es derecho natural del ciudadano y contribuyente acceder al conocimiento pleno de lo que atañe a las decisiones de sus representantes en los gobiernos. Son ellos, como transitorios depositarios del poder concedido por la ciudadanía, los obligados a demostrarle a esta la procedencia de sus actos.

Viene al caso reparar en palabras de Boaventura de Souza Santos, sociólogo portugués. Dice que quienes “luchan por una democracia más amplia” tienen que ser democráticos, “y hoy en día vemos que la democracia, como régimen político, se está haciendo con gente que no es demócrata, se dicen demócratas pero son autoritarios, son corruptos, y por eso no son una esperanza para nosotros”, afirma.


(1) Morralla – Conjunto o mezcla de cosas inútiles y despreciables.

(2) Chivato - Soplón.

Autor: Vicente R. Ceballos

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