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La cuenta regresiva hacia el centenario de las primeras "500 Millas Argentinas"

Por Víctor Hugo Fux

La historia de las "500 Millas Argentinas" comenzó a escribirse oficialmente en el año 1926, pero la primera experiencia de Atlético como organizador de competencias automovilísticas se remonta hasta bastante tiempo antes de aquella edición inicial de uno de los eventos de deporte motor más importantes en el historial de nuestro país.

El 25 de mayo de 1919, asumiendo un desafío que no registraba precedentes en este rincón del mundo, los dirigentes visionarios de la institución, con una importante dosis de coraje, decidieron llevar adelante carreras inéditas por los polvorientos caminos rurales de nuestra provincia y del vecino territorio cordobés.

Con largada y llegada en Rafaela, aquellos valientes pilotos salían decididos a beberse los vientos y a enfrentar todos los peligros que, no tenía dudas, encontrarían en carreteras que demandaban un tremendo esfuerzo a hombres y máquinas a lo largo de cientos de kilómetros.

Atlético, hasta 1925, elaboró un capítulo imborrable en una época que marcaría a fuego aquellos lejanos años que precedieron a un nuevo emprendimiento, que tendría la finalidad de replicar lo que venía sucediendo en los Estados Unidos desde 1911, cuando se llevaron a cabo, por primera vez en su increíble historial, las "500 Millas de Indianápolis".

Los cambios de opiniones se sucedieron, pero finalmente hubo consenso entre las posturas, quedando flotando la convicción, obviamente, que no resultaría sencillo hacer realidad semejante proyecto, en un trazado que se diseñó al oeste de la zona urbana y que debía recorrerse hasta completar nada menos que 804 kilómetros en la fértil tierra de la pampa gringa.

A excepción de la distancia, no había otra coincidencia, en ese tiempo, con la prueba que ya había acumulado 15 realizaciones en el país del Norte y que se desarrollaba en un escenario pavimentado, casi oval, de apenas 4.000 metros de extensión en la capital del estado de Indiana, contra los poco más de 37 kilómetros de una suerte de rectángulo de tierra en nuestra Perla del Oeste.

Ya no era necesario confeccionar una hoja de ruta para determinar cuáles eran los lugares de mayor riesgo en el nuevo trazado rafaelino. Todo se memorizaba con facilidad después de girar un par de veces en la previa de una exigencia pactada a 21 vueltas, frente a las 200 que se debían completarse en la Indy 500.

Todas las expectativas que habían despertado esas primeras "500 Millas Argentinas", se vieron reflejadas en una masiva asistencia de espectadores procedentes de varias provincias, pero lamentablemente ese primer intento se vio empañado el 6 de junio de 1926, cuando una torrencial lluvia, que empezó a caer aproximadamente a las dos horas de carrera, determinó la suspensión cuando lideraba Domingo Bucci con su Hudson.

Surgió en ese momento un conflicto entre los dirigentes de Atlético y sus pares del Automóvil Club Argentino, no por la decisión, que era totalmente acertada por la adversidad del clima, pero sí por las diferencias en el cronometraje entre los equipos de ambas instituciones.

Bucci encabezaba las clasificaciones al momento de interrumpirse esa versión acotada, que había convocado a 29 participantes, una cifra que se redujo a solamente 12 cuando se reprogramó el 29 de agosto, en esa oportunidad con su ganador definitivo, otro referente de los albores del automovilismo deportivo en nuestro país, Raúl Riganti, también con un Hudson.

"Polenta" inscribió su nombre en la rica historia de la legendaria competencia, que con algunas interrupciones se disputó hasta el año 1975, en diferentes circunstancias sin haber llegado a cubrirse la distancia original.

El vencedor empleó un tiempo de 6h46m23s, al sorprendente promedio de 126,925 Km/h.

Ernesto Blanco, con un REO -luego doble vencedor, en 1936 y 1940- finalizó segundo, estableciendo un registro de 7h12m41s, mientras que arribó tercero Emilio Karstulovi, con un Auburn y un tiempo acumulado de 9h03m48s, siendo los únicos que recorrieron las 21 vueltas estipuladas por el reglamento particular.

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