Notas de Opinión

La verdad, lejana

Tal cual, cumpliéndose este domingo la quinta semana de la muerte del fiscal Nisman, todos los acontecimientos  -que fueron demasiados- están indicando que la búsqueda de la verdad está cada vez más lejos, y que por lo tanto la posibilidad del esclarecimiento se escapa como el aire de un puño. Es que prácticamente todos los nuevos elementos que van incorporándose, como así aquellos conocidos desde un primer momento, no hacen otra cosa que abonar esa hipótesis, dando lugar además a la sospecha sobre si todo no fue producto de algo debidamente preparado en lugar de una simple muestra de ineptitud e ineficiencia de quienes estuvieron al frente del procedimiento.

Cuando después de más de un mes el caso sigue siendo "muerte dudosa", no habiéndose podido dilucidar si fue suicidio o asesinato, la reflexión es que las cosas no se hicieron en la forma debida. Sin tener en cuenta para nada los dichos de la testigo Natalia Fernández, que se desdijo al momento de declarar en la Fiscalía, igualmente se sabe que el escenario fue bastante caótico, en primer lugar por la presencia del secretario de Seguridad Berni, algunas horas antes que la llegada de la fiscal Fein, y que además hubo cerca de medio centenar de personas trabajando, con toda la contaminación que eso significa. Allí pudo suceder todo, o nada, ¿quién puede saberlo? Recién ahora se tomará declaración a Berni, cuando lo menos debería haberse labrado un acta de esa indebida presencia en el lugar. Pero además, debieron pasar 8 días para el secuestro de los teléfonos de quienes estaban allí, incluso de los custodios que tuvieron tan lamentable desempeño. ¿No hubiese sido mejor hacerse de esos teléfonos en aquel mismo momento?

La ex esposa del fiscal muerto, la jueza federal Arroyo Salgado -que algo debe conocer de esta clase de intervenciones-, convertida en querellante de la causa en nombre de sus hijas, fue terminante al calificar muy negativamente la investigación, lo que hace desvanecer la esperanza de que alguna vez aparezca la "verdad y justicia", aunque además volvió a insistir su convencimiento de descartar el suicidio. Hoy, y vistos los nuevos hechos, el asesinato parece ser la posibilidad más firme, que además fue también abonada por la propia presidenta Fernández, sobre quien es dable suponer que debe poseer información privilegiada, para expresarse de forma tan categórica.

Sin dudas, aunque sin impacto sobre el desarrollo de la investigación pero sí en lo político, lo más trascendente fue la marcha del silencio del miércoles, con una participación que todo el mundo estimó en 400 mil personas en Buenos Aires, salvo la policía Federal que dio cuenta de una asistencia de 50 mil. Un dato para considerar, pues esta misma fuerza policial que se alineó con las dichos del gobierno para tratar de minimizar el efecto de la movilización, fue la misma que tuvo a su cargo la fallida custodia de Nisman. Algo que tal vez no dice demasiado, pero que es para pensarlo.

La marcha finalmente tuvo poco y nada de política partidaria, pues la única presencia destacable fue la de la gente, manifestándose con consignas sostenidas en los pedidos de justicia, verdad, fin de impunidad, adhesión a la familia de Nisman y a los fiscales, entonación del himno y vivas por la Argentina. Ninguno de los candidatos consiguió, ni tampoco lo intentó pues seguramente hubiese sido reprobado, sacar alguna ventaja, pasaron desapercibidos. Hubo adhesión en gran parte del país, incluso aquí mismo en Rafaela, una ciudad en la cual reunir algo más de 1.500 personas en movilizaciones de este tipo no es cosa sencilla, ni tampoco frecuente.

¿Cómo sigue? Se trata de una pregunta de complicada respuesta, aunque será inevitable que todo este asunto vaya siendo diluido por las elecciones que tenemos prácticamente encima, las que tendrán un fuerte impacto por este caso Nisman. Eso sí no puede ser desechado.

Para quien en cambio volvieron los problemas con intensidad fue al vicepresidente Boudou, con confirmación de su procesamiento -y futuro juicio- por la irregular apropiación de la imprenta Ciccone, junto a otros de sus compañeros de andanzas, como Vandenbroele y Núñez Carmona. Y también fue rechazado el pedido de Romina Mercado, sobrina de la presidenta Fernández que es titular de Hotesur, para que el juez Bonadío sea alejado de la causa contra los hoteles de la Presidenta por presunto lavado de dinero. Lo que se dice, todo mucho peor de lo pensado en este tránsito de final de ciclo hasta diciembre.

Sobre esta nueva terminología de "golpe blando", en realidad no se puede decir demasiado. ¿A quién se le ocurre un golpe contra un gobierno que está en sus últimos meses luego de una docena de años de vigencia?

Autor: Roberto Actis

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