ID 60 Nos enteramos, sin asombro, que en las escuelas se han producido hechos de violencia. Violencia entre alumnos, alumnos con docentes, docentes con alumnos. Esto venía ocurriendo desde hace tiempo y tendió a agravarse. Las autoridades dijeron que no debían denunciarse estos casos, que se debía hacer “como sí”. Es decir como si nada ocurriera, dar una imagen inexistente de quietud, de armonía que nunca fue creíble. Incluso existe una circular de años pasados (triste herencia que dejaron dos personas que marcaron con silencios la educación de la Delegación III) que obliga a los señores directores de escuelas medias y técnicas a no exponer públicamente la violencia que se producía internamente. Hace unos días, además de los hechos publicados, se dieron otros: un alumno golpea a una celadora en una escuela media, otros docentes son insultados y vejados cotidianamente. Hay violencia también por parte de las autoridades cuando se le recrimina fuertemente a una docente que efectuó la correspondiente exposición policial del accidente ocurrido en la institución educativa.
Hay un equipo que debería colaborar con los cuerpos directivos y docentes para resolver lo ya ocurrido y prevenir… sobre todo prevenir… contener no solo a los alumnos sino también a los docentes. Hace años que vienen trabajando… ¿los resultados? A la vista… Quizás por esto no se desea que se publiquen los casos que se suceden, podríamos decir que a diario.
En el diario El Litoral del 4 de junio se dice en una nota que lleva el título “Otro grave caso de agresión escolar” que: “si bien no hay estadísticas oficiales, un estudio internacional elaborado con datos de la UNESCO develó que la Argentina está al tope en el ranking de insultos y maltratos físicos de la región. El 37% de los alumnos encuestados reconoció haber sido insultado o amenazado y el 24% sufrió golpes de otros alumnos”.
También se agrega que por lo general los docentes no están preparados para actuar convenientemente, se plantea la necesidad de contemplar esta cuestión desde la formación docente en los institutos del profesorado. Capacitar a quienes están en la tarea diaria al interior de las escuelas, cualquiera sea el nivel en que se actúa. Quien no conoce o no sabe no puede actuar sobre la cuestión de la que estamos hablando.
Consideramos prioritariamente que lo que ocurre no debe ocultarse, toda la sociedad debe saber que vivimos una crisis educativa signada por la violencia en todas sus manifestaciones. Tener presente cada hecho, reconocerlo, buscar sus causas más profundas, armar un proyecto viable y sustentable, trabajar grupalmente, con las instituciones educativas y con las familias, sin olvidar que la función principal de la escuela es educar. Hace unos años desde la municipalidad se dio un taller con los autores de un libro sobre violencia, pero es necesario, imprescindible, actuar sobre las causas mismas, no sobre los efectos, no culpabilizar siempre a los docentes (que somos seres humanos y también nos equivocamos o actuamos desde el no saber, desde las propias convicciones no siempre adecuadas). Tampoco culpabilizar a las familias que hacen lo que pueden en una sociedad que se ha tornado violenta y con medios masivos de comunicación que no hacen otra cosa que poner de relieve dicho accionar (lo que no quiere decir que no tengan que informar). Estos son los elementos y situaciones que tenemos y con estos tenemos que trabajar.
Si no trabajamos en común por una sociedad más igualitaria, más inclusiva, más educada, más justa, sin ocultamientos, el panorama de la violencia en todas sus formas tenderá a aumentar y el trabajo docente se volverá insalubre (más aún), imposible de realizar (como ya lo dijera Freud). Corresponde a las autoridades educativas dar la patada inicial, hacerse cargo responsablemente de lo que ocurre y brindar alternativas posibles para que los docentes puedan desarrollar su accionar en ambientes adecuados tanto para ellos como para los niños y adolescentes que asisten y deben aprender. No es posible trabajar con una espada de Damocles sobre la cabeza, y la violencia trastoca todo proceso formativo e informativo.
Será necesario volver a clarificar y poner de relieve lo que estamos haciendo, ocuparnos de lo que nos está pasando y buscar nuevas formas, nuevas estrategias de trabajo en común para poner paños fríos a la violencia que nos invade, la justicia de menores también debe involucrarse en estos casos y ayudar a todos para poder convertirnos en una sociedad como la que todos deseamos.