Notas de Opinión

Las cadenas de la libertad

La libertad es la condición que nos hace humanos. Es la condición por la cual nos permitimos definirnos como seres pensantes que toman decisiones y se responsabilizan de sus actos. Esta última oración es la definición teórica de una persona en cuanto a su responsabilidad y sobre la libertad que posee para hacer lo que desea. Pero ¿hasta qué punto se responsabiliza una persona sobre sus actos? ¿Puede hacer una persona lo que le antoja? Las respuestas a estas dos incógnitas pueden resumirse en una: uno es libre hasta el fino momento en que pone en riesgo la libertad de otro. Y es aquí donde muchas veces surge el planteo de Jean Jacques Rousseau "El hombre ha nacido libre y por doquiera se encuentra sujeto con cadenas. Porque la libertad del individuo es un grado anterior a la perfección, a lo infinito, y no lo es completamente por un elemento que no lo permite, son las cadenas que pesan sobre una persona obligándola a no violar la libertad del otro, pero ¿son negativas estas cadenas? Para una persona, basándonos en una mirada individualista, es sumamente negativo, porque, en fin estas cadenas limitan la libertad individual, colocando a la persona en medio de un campo, donde casi puede hacer lo que le antoja… casi, porque existe en el perímetro del campo un duro cerco que limita esa libertad, que imposibilita irrumpir hacia el afuera, sobre la libertad de otro. Estas cadenas que pesan sobre la persona, desde el punto de vista social, es lo esencial de la libertad, porque permite a la persona ser libre sin afectar al otro, y así la convivencia sería perfecta, las personas vivirían en armonía, en un equilibrio con el medio que los rodea. Por eso surge la frase de Jean Paul Sartre “El hombre nace libre, responsable y sin excusas”. Porque con la condición de ser libre, se carga además, con la cadena de la responsabilidad, la responsabilidad de no alterar la libertad de los demás individuos, de no irrumpir en su estado de ser libre, esto de ninguna manera y sin excusas; de otro modo el equilibrio social se vería alterado, un caos reinaría en las ciudades.

Hoy en día, ¿Las cadenas siguen pesando sobre la conciencia humana? Parece ser que las cadenas de la responsabilidad y las cadenas del compromiso han desaparecido. El caos finalmente reina en las sociedades. Ya no se respeta al otro, solo importa llevar a cabo lo que uno se propone y desea, los objetivos individuales se persiguen ignorando las consecuencias que se puedan arrastrar sobre terceros. Y este caos está implementado desde el estado que gobierna a un país, simulando ser fieles seguidores de Voltaire y de su enunciado, convertido en un lema representativo: “Proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no piense como yo". Y cuando se elevó este enunciado hacia la cima de la libertad, fue cuando se derrocaron los principios nombrados en la primera parte.

 Las cadenas desaparecieron, ya no pesan sobre nadie, uno es libre, y libre para hacer lo que se le antoja. Pero eso está mal. La sociedad está mal. Las cadenas ya no están y hoy oímos el ruido de rotas cadenas. Salir a la calle nos muestra los efectos de ese crujido. Efectos que muestran dos ejes de libertad: el primero, los que la poseen sin un cerco que los limite, son los dueños de lo ajeno, asesinos, los que no tienen fin. El segundo, los que viven en un campo donde chocan continuamente con el cerco que los encierra, los atrapa, los asfixia. No pueden vivir, ese cerco es su casa y su trabajo, por los dueños de todo, que amenazan con la vida de estos seres humanos que viven cercados. Tal vez, sólo encuentran a la libertad en su habitación porque no la encuentran ni en su propio hogar, víctimas de la violencia. Tal vez no tengan libertad en ningún sitio, porque son presos del atosigamiento de su propia conciencia, volviéndose víctimas del pasado.

¿Existe la libertad? Y si existe, ¿En qué medida, se vuelve un beneficio general? ¿Volverán, algún atardecer, las divinas cadenas sobre el cuerpo del ser más abominable y la vez magnífico de la Tierra?

Autor: Bryan J. Mayer

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