Notas de Opinión

Ley del gallinero

Decididamente la aspiración, tal vez la esperanza que teníamos por la reiteración de promesas e intenciones de parte -justamente- de "cambiemos", sobre estar en el camino que nos llevaría hacia un país de mayor normalidad, es decir despojado de injusticias, privilegios, demagogias, falta de razonabilidad y por sobre todas las cosas del más común de los sentidos, está visto que debemos ir resignándola. Tal vez no para siempre, eso al menos esperamos más como deseo que otros fundamentos de cierta solidez, pero queda claro que todavía no ha llegado el momento.

La decisión de la Justicia -es verdad, puede ser una Cámara, distintos jueces, diferentes tribunales, pero como unicato es siempre y por sobre todas las cosas "la Justicia"- nos ha dado una sonora bofetada en pleno rostro tanto como para ubicarnos en la realidad. Es que la decisión de absolver al ex presidente Menem por el caso de la venta de armas por el que estaba condenado, aduciendo que se había excedido el "tiempo razonable" desborda el límite de la razonabilidad, no hay modo de comprenderlo. No fue acaso la misma Justicia la que demoró 23 años para establecer la condena? En lugar de absolver a Menem, hubiesen en cambio revisado todo el recorrido del expediente judicial y sancionado a los camaristas, jueces y fiscales que no actuaron como correspondía. Eso, simplemente eso, hubiese sido justicia. Optaron en cambio por consolidar, una vez más, un acto de injusticia.

Pero además, en otra contundente demostración de las contradicciones judiciales, pues hace muy poco esta misma Justicia que hay absuelve, había establecido la imprescriptibilidad de las causas de corrupción. No lo tuvieron en la más mínima consideración y para colmo utilizaron un argumento absolutamente contrario por el exceso de tiempo razonable. Así es difícil, por no decir imposible, avanzar hacia ese país soñado libre de privilegios.

Menem es hoy un hombre claramente deteriorado por el paso del tiempo y de ninguna manera nos anima el deseo de verlo entre rejas, lo cual por otra parte es imposible de aplicar por las mismas leyes, pero sí en cambio desearíamos desde lo más profundo verlo fuera de la banca que ocupa incomprensiblemente -por la serie de argucias utilizadas para habilitar su candidatura- en el Senado nacional.

Mientras no se cumplan las leyes y las excepciones y privilegios se sigan sumando en lugar de eliminarse, no seremos un país en serio. Seguiremos transitando el camino bananero, mal que nos pese, y sosteniendo la "ley del gallinero", sobre la que no hacen falta mayores explicaciones. Los de abajo, siempre seguirán recibiendo los excrementos de los de arriba.

Pero además, lo de Menem no sólo  quedo remitido a la Justicia, pues si faltaba otro condimento para convertirlo aún más explosivo, apareció en escena el ministro Garavano -nada menos que de Justicia-, diciendo que le daba pena que un expresidente vaya a prisión. Acaso se olvidó o no tuvo en cuenta la Constitución que dice que todos somos iguales ante la ley (por las dudas aclaramos, la ley en serio no la del gallinero). Después de la explosión de Lilita Carrió, Garavano trató de aclarar, pero era tarde. Igual de carente de valor las explicaciones de algunos voceros o esos interpretadores que siempre sobran, diciendo que Garavano había hablado jurídicamente. Un ministro, cuando se expresa, siempre lo hace políticamente, sin excepciones, reflejando el pensamiento del Ejecutivo que integra. Por otra parte, la pena o la lástima, jamás pueden estar dentro de un argumento jurídico.

El presidente Macri respaldó a Garavano, lo cual no extraña recordando lo que había hecho con Triaca -cuando su empleada en negro-, Aranguren con su dinero en el exterior por no confiar en la Argentina, o Arribas con el departamento en Brasil que nunca pudo explicar. Tal vez, actuando al revés podría estar recuperando algo del descrédito perdido.

Sobre la explosión de Carrió,  que quiere llevar adelante y ojalá así sea, juicio político a Garavano y a los tres camaristas absolvedores, apunta un poco más lejos que a Menem. En realidad, lo que está viendo es que el caso de la escandalosa corrupción de los años kirchneristas, tenga este mismo final, es decir paguen sólo algunos y se produzca el corte cuando llegue el momento de condenar a la jefa Cristina Kirchner. Acaso no dijo Garavano claramente que le da pena que expresidentes vayan presos. ¿No importa lo que hayan hecho?

Es que dentro de Cambiemos hay quienes quieren a Cristina libre para que sea candidata y mantenga dividido al peronismo facilitando la posibilidad de triunfo del oficialismo, mientras que otros con Carrió al frente rechazan a ultranza negociar la impunidad. Tironeado de un lado y del otro, en el medio está Macri, con más dudas que certezas.

Autor: Roberto Actis

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