Por Rolando Montenegro (*)
Así como omitir un procedimiento dentro de la sistemática de estudio tiende a privar al médico de la perspectiva tan necesaria, tampoco se es más sabio por mirar a menor distancia y mayor aumento los tejidos de las personas, en el caso de referencia mediante una endoscopia.
No son infrecuentes los delirios y excesos ficticios depositados en la profusa y actual aparatología llegándose a un estado de confusión que ha llevado a aseverar en los ámbitos académicos: “...éramos tan felices antes de las imágenes”, siendo esto motivo de preocupación y un desafío aún no resuelto para la educación médica continua.
Esto va para el universo de los pacientes y, si bien la enfermedad de los afamados o conocidos con alta exposición pública puede significar mayores apremios, nada debe conducir a tratarlos de manera diferente.
Un viejo aforismo en medicina, “primun non nocere”, expresa en la jerga diaria una actitud prudente de primero no dañar. Por ende, se supone que ante cualquier duda que surgiera en el plano del diagnóstico o del tratamiento el médico debería abstenerse de actuar y medicar. Y, por supuesto, comunicar debidamente al paciente o a sus familiares la conducta adoptada y complicaciones inherentes a ella, aún ante un desenlace poco afortunado.
El caso de Débora ha mostrado al mundo facetas interesantes en las que es imperativo progresar.
Quedará para la sociología y la cultura popular el análisis de si la profusa difusión multimedia del óbito de una enferma y sus circunstancias podrá favorecer la práctica de una medicina mejor, más preventiva y más cerca de la gente, o si solo fueron artificios de la técnica aplicados en un ambiente virtual de conocidos y famosos.
Hay cinco causas traumáticas con posibilidad de muerte inminente que pueden presentarse súbitamente en el tórax y que debe conocer un egresado para sospecharlas, detectarlas y tratarlas adecuada y perentoriamente. Lamentablemente, no todos los estudiantes de medicina tienen posibilidades de acceder a la teoría de las emergencias médicas y traumáticas en sus correspondientes escuelas ni vivenciarlas en sus meses de práctica final. En la ciudad de Córdoba el ámbito propicio por antonomasia es el Hospital de Urgencias.
Será también propicio que los medios de comunicación hagan un edificante manejo de la noticia sin caer en inconsistentes descalificaciones de la ciencia. Actualmente la información puede ser un valor tanto vendible como comprable, y ante los traficantes de la intimidad vale recordar que el derecho constitucional protege también la vida privada de toda curiosidad agresiva.
Fue un momento inesperado para la familia que tomó una difícil pero noble decisión de solicitar una autopsia forense para conocer los detalles del manejo que llevó a que Débora no recuperara su salud. Esposo, hijos y amigos mejores la tuvieron verdaderamente presente, como una persona sin maldades, trabajando fuerte con honradez y amor. Creemos, como ellos creyeron en esa ceremonia social del sepelio, que la muerte no es pura inmovilización de moléculas y que el espíritu puede sobrevivir a la destrucción corporal.
Conocidos ahora los resultados de la autopsia, será esencial llenar estos agujeros negros de la comunicación para mediar entre desiguales buscando favorecer ese espacio cultural compartido donde sea factible la información directa mediante un lenguaje apropiado hacia la población y en el más alto nivel de la evidencia médica. Y acompañar un acto de justicia pues, bien o mal que nos pese, la lucha de Débora se dio también en un escenario colectivo inherente a la comunidad.
(*) Profesor de Emergentología. Facultad de Ciencias Médicas Universidad Nacional de Córdoba.