El año 2011 fue intenso para la política global. Distintas áreas del planeta sufrieron crisis políticas, económicas y climatológicas. Las fiestas de fin de año no encuentran a estos asuntos resueltos, sino que por el contrario, pareciera que estas situaciones de inestabilidad se proyectarán hacia el 2012.
Para empezar me parece importante mencionar a la Primavera Arabe. Habiéndose iniciado en el mes de enero luego del suicidio de Mohamed Bouazizi en Túnez atravesó como un rayo el norte de frica llegando en pocos meses a Marruecos, Libia y Egipto. La sociedad civil se movilizó a lo largo y ancho del mundo árabe en busca de aperturas políticas de los autoritarios regímenes, los cuales gobernaban hacia décadas. Por su dimensión e importancia para las Relaciones Internacionales los casos de Egipto y Libia fueron los que concentraron mayor atención. Muammar al Gaddafi y Hosni Mubarak gobernaban sus países hacía 40 y 30 años respectivamente aportando sin dudas estabilidad regional. Fue quizás por esto que en un primer momento occidente intentó evitar intervenir, pero luego, con la profundización de las protestas, las potencias de la OTAN se vieron obligadas a hacer sentir su voz y evitar que toda la región ingrese en una anarquía que podría repercutir al otro lado del Mediterráneo. Sin bien el Presidente egipcio renunció en forma semi-pacifica, en Libia, las potencias de la OTAN, principalmente Francia y Gran Bretaña se vieron obligadas a intervenir militarmente. El objetivo era derrocar al régimen de Trípoli, apoyar logística y políticamente a los rebeldes e intentar devolver normalidad a la convulsionada Libia. Europa no estaba dispuesta ni a recibir un aluvión migratorio ni a ver interrumpido el suministro petrolífero en caso de que las revueltas no se detuvieran. La Primavera Arabe no se limitó al norte de Africa, sino que también llegó a los países árabes del Medio Oriente, destacándose el caso sirio como el más relevante y la situación del gobierno de Al Assad como un asunto a observar de cerca en el año que comienza.
Los ojos del mundo también se focalizaron en Medio Oriente por la escalada de tensión entre Gran Bretaña, Estados Unidos e Irán. La invasión de la embajada británica en Teherán, el avión espía norteamericano derribado en territorio iraní y las amenazas del premier israelí a Ahmadineyad marcaron la agenda del conflicto que aún dista bastante de transformarse en un enfrentamiento militar abierto. Otro asunto de vital importancia fue la retirada de los Estados Unidos de Irak. Tras 8 años de ocupación norteamericana el abandono del país por parte de los Marines y posterior delegación de la totalidad de las funciones a las débiles autoridades de Bagdad abren un inmenso interrogante para la estabilidad regional.
En Asia central, la captura y posterior asesinato de Osama Bin Laden puede ser interpretado como un hecho de importancia aunque la red terrorista Al Qaeda ya se encontraba de hecho debilitada. La muerte de su líder no significó un gran cambio para el curso de los hechos. Las diferencias entre los Gobiernos de Estados Unidos y Pakistán en torno a la presencia norteamericana en el país son quizás un dato de mayor trascendencia que la muerte de Osama Bin Laden, ya que este distanciamiento puede complicar el accionar de Washington en Afganistán, país que aún permanece “ocupado” por las potencias occidentales.
La crisis económica europea fue un gran asunto en el 2011, con cumbres y más cumbres de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy. La fulminante recesión sufrida por los PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España) a la que posteriormente se sumó Italia fue el tema central tratado por el eje Franco-Alemán. Pareciera que hacia fines de año, con la unión fiscal propuesta por Berlín y París se logró aportar algo de previsibilidad a la cuestionada Eurozona. De todas formas debemos esperar al 2012 o quizás más adelante en el tiempo para saber cuál será el futuro del Euro y cuán efectivas fueron estas políticas de profundización de la integración. El tema británico también estuvo en la agenda hacia fines de año cuando Londres se negó a firmar la unión fiscal dando continuidad a su política de autonomía de la Europa continental y defensa de la independencia de la Libra Esterlina.
En América Latina se sucedieron un sinfín de cumbres presidenciales destacándose la de Caracas de inicios de diciembre donde se dio inicio a la CELAC. Organización compuesta por todos los países de América del Sur, Central y el Caribe. Para algunos la CELAC busca reemplazar a la OEA aunque es aún muy prematuro arriesgar cuál será la función real y la viabilidad de esta joven organización.
América Latina, al igual que el Africa subsahariana y otros países emergentes consolidaron su proceso de crecimiento, el cual es inédito en la historia moderna. Esta expansión contribuyó a mejorar la distribución del ingreso global y colaboró con la estabilidad económica mundial.
En los Estados Unidos la crisis económica y las manifestaciones en Wall Street fueron sin duda de importancia ya que presentan un cuestionamiento al sistema económico norteamericano, y por qué no mundial. De todas formas la economía de los Estados Unidos pareciera estar comenzando a dar señales de recuperación por lo que se avizora una salida a la crisis más cercana en América del Norte que en el viejo mundo.
El último aspecto a mencionar del año que finaliza esta vinculado a la catástrofe climatológica sufrida por Japón. Un Tsunami devastó la geografía de la Tierra del Sol Naciente y al mismo tiempo daño las instalaciones de energía nuclear, generando pérdidas de radiación. Al respecto se abrió un cuestionamiento a la energía nuclear como una fuente viable y segura. Dicha alarma atravesó el planeta en horas y obligó a los distintos países del globo a reconsiderar sus medidas de seguridad e inclusive apagar sus plantas nucleares como fue el caso de Alemania.
(*) Licenciado en Relaciones Internacionales.