Notas de Opinión

¡Lo que faltaba!

Por si nos faltaran problemas, los que surgen en abundancia sin fin, ahora aparecieron los anarquistas. Que por el despliegue reciente en los dos atentados parecen en realidad de cuarta -afortunadamente-, ya que en uno de los casos le explotó la bomba en sus manos y en el otro fue aprehendido tras arrojar el explosivo, ignorando que el lugar elegido -la casa del juez Bonadío- estaba fuertemente vigilada. Aunque en vista de no ser peyorativos por el enorme peligro que conlleva toda acción terrorista, por más burda que sea, bienvenido sea que buena parte del grupo se encuentre tras las rejas. Tampoco vayamos a caer en exageraciones sobre nuestras fuerzas de seguridad, los investigadores y la justicia, que todavía no han podido dar con el lanzador de petardos frente al Congreso en ocasión de los  disturbios cuando el tratamiento de la reforma previsional, siendo apenas módicos sus resultados, pues si no fuera porque López se asustó y fue a tirar los bolsos en el seudoconvento, o Centeno escribió los famosos cuadernos, la justicia hoy todavía estaría en veremos. En rigor de verdad, bien puede decirse que sigue estando en esa condición, a la espera de lo que deparen las elecciones del año que viene. Bien podría determinar un nuevo giro de 180 grados, nada para sorprenderse demasiado. Veamos sino como ya todos están abroquelándose detrás de evitar pagar impuesto a las Ganancias, apenas trascendió la posibilidad de imponerlo mediante una ley del Congreso. 

Lo que sería realmente un paso adelante en la eliminación de tantos privilegios que conviven en esta Argentina empobrecida, lánguida y decadente. ¿Cómo se entiende que justamente los encargados de dictar justicia no sean justos con ellos mismos? Veamos hacia atrás y una sólo reflexión es válida: así estamos.

Pero volvamos a los anarquistas. ¿Qué son y que pretenden? Mejor comenzar por aquí. Buscando una explicación académica tenemos lo siguiente: "El anarquismo es un movimiento filosófico y social cuyo objetivo principal es la abolición del Estado (de todo tipo de gobierno), así como de toda forma de autoridad, jerarquía o control social que se le pueda imponer a los individuos, por considerarlos dañinos, antinaturales y, en última instancia, innecesaria". ¿Qué le parece? Si en cambio vamos a una explicación de contenido más llano y directo, bien entendible, debe decirse que no quieren a nadie, están contra todos: contra el gobierno, la justicia, la policía, la iglesia, los sindicatos, las fuerzas armadas. No se salva nadie, en definitiva quieren la abolición del Estado y borrar todos los poderes. No tienen muy claro cómo se podría vivir después, pero si tienen absolutamente claro que para lograr su objetivo hay que hacerlo metiendo bombas. ¿Democracia, sufragio?  La anarquía es absolutamente lo contrario.

Una paradoja que no puede obviarse: no quieren la existencia del Estado, pero  la mujer a la que le explotó la bomba en Recoleta cobraba dos asignaciones universales.

El grupo terrorista en cuestión no tuvo de los políticos el repudio que era de esperar, contundente, sin fisuras, apenas algunas tibias expresiones, como por ejemplo la del diputado Gioja -además titular del PJ-, quien es cierto que repudió, pero deslizando también que el juez Bonadio debía actuar como corresponde. Interpretación clara: si no querés atentados, actúa diferente. Es verdad que las generalizaciones no corresponden, pero una vez más la política marcha bastante atrás de los acontecimientos. Después es cuando se sorprenden por la aparición de los Bolsonaro.

Confiemos que esta vez al menos, con detenidos y elementos de sobra en su  poder, la Justicia vaya hasta el fondo de la cuestión y  descubra si este grupo anarquista es lo que parece o en realidad tiene otro tipo de conexiones, tal como lo deslizan algunas informaciones, remontándose al caso Maldonado y también algunas de las organizaciones más extremas, como los encapuchados en casi todas las manifestaciones violentas de protesta. ¿O habrá que esperar 15 o 20 años para que haya novedad? Justicia lenta no es justicia. Se lo hemos escuchado a tantos, pero sólo parece ser un eslogan.



 

Autor: Roberto Actis

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