Notas de Opinión

¡Menos corrupción, más democracia!

Dejando a salvo el derecho a rearticular y reimplementar apropiados “juicios de residencia”, recientemente, una fiscalía y un tribunal de la ciudad de Deán Funes en Córdoba, con sapiencia e inédito coraje cívico-judicial, validó y acreditó que si “¡se pueden encontrar excelentes remedios democráticos y republicanos!”.

Sucedió que, en los tribunales de esa ciudad del norte cordobés, el día 28 de abril pasado, se tramitó, cual hito histórico, el juicio que derivó en la ejemplificadora condena de su ex intendente, de su ex secretario de finanzas y de un particular, obligándoles a devolverle al Municipio la suma de 1.200.000 pesos el primero, el segundo 600.000 pesos y el tercero 800.000 pesos -todo dinero manchado por corrupción- para poder recuperar su libertad personal, dado que los mismos se encontraban detenidos en la cárcel de Bower desde el mes de octubre del año pasado… (aún queda detenido otro ex primer intendente deanfuneño Alejandro Teijeiro que se negaría a adoptar actitud similar).

¡Albricias!... resulta ser que con la Democracia también se podía juzgar y condenar a los corruptos. Se trata de la primera vez que, en Argentina, funcionarios (y privados) corruptos, devuelven “algo” de todo lo que indebida y canallamente se apropiaron del Estado, en este caso, en una región de las más sensiblemente empobrecidas, vulnerables, indigentes y postergadas de la geografía nacional.

Sin excusas de ninguna naturaleza, toda la Justicia argentina debería sin demora, imitar y replicar a la Justicia de Deán Funes recuperando todo enriquecimiento ilícito por cinismos intelectuales, por coimas, por prebendas, por evasión/elusión previsional e impositiva, por manifiestas ausencias de idoneidad para ocupar cargos públicos, etc., si

verdaderamente queremos recuperar todo el dinero público y privado mal habido, el mismo que les fuera `robado´ a los presupuestos públicos (nacional, provincial o municipal) en materia de frutos democráticos como: nutrición, salud, educación, seguridad, servicios públicos, medio ambiente, etc., para que primaria y privilegiadamente indemnizáramos a millones de damnificados vivos o, dado el tiempo transcurrido y la gravedad de lo relacionado, a los dolientes herederos de las víctimas de la corrupción.

Caso contrario estaríamos siendo participes y/o cómplices de esta última, la que más temprano que tarde se traduce en crímenes y delitos imprescriptibles de lesa humanidad, puesto que, al “robarle” a los presupuestos estatales, partidas para salud, nutrición, educación, seguridad y tales, se mata, se minusválida, se estigma, se desprotege, se excluye…

Durante más de treinta años de democracia, tenaces y coincidentes indicadores negativos -con leves intermitencias-, pretenden persuadirnos de que con la democracia no se come, no se cura, no se educa, no se juzga ni se condena la corrupción, no se protegen derechos, ni se dispone de servicios públicos esenciales…

Nuestra democracia no fue un “maná” caído del cielo, sino el resultado de una prolongada, sangrienta, luctuosa y penosa resistencia al terrorismo de Estado, el que adquirió nefastas expresiones y toda crueldad en lo concerniente a derechos humanos, a lo económico, a lo político, a lo cultural, a lo social; “resistencia” que sumada a la inmolación de

nuestros olvidados “Pichones en Malvinas”, erosionaron a las dictaduras hasta su derrumbe definitivo.

Después de más de tres décadas, lo cierto es que venimos malogrando demasiada lozanía democrática razón por la cual y de caras a nuevas elecciones nacionales, resulta ineludible e impostergable, efectuar algunos ajustes sobre muchas asignaturas pendientes, en realidad, desbaratadas por una ineficiente e `inmortal` casta política corrupta, la que ya es preciso y urgente desplazar democráticamente, en superficie y profundidad; todo ello sin omitir que nuestros ´absentismos cívico-ciudadanos´ por ausencia de compromiso democrático, configuran -mal que nos pesa-, una subespecie no abordada ni afrontada de ¡culposa corrupción pasiva!

El pueblo argentino atraviesa momentos de crisis y desánimo. Ni siquiera dispone de garantías estatales para jugar/disfrutar un mero encuentro deportivo, exhibiendo inmerecidamente al mundo, otro descrédito peculiar. 

Ello quizás sólo sea una gota con capacidad desbordante del recipiente de la paciencia social o, tal vez, apenas una foto penosa a un corte transversal del estado actual de nuestra desencontrada y anarquizada sociedad civil.

Ahora bien, no se trata de desalentar con un diagnostico sino, de encontrar remedios democráticos que nos devuelvan la esperanza, la alegría, la resiliencia y la amistad argentinas. 

En efecto y con tal propósito irrenunciable, debemos exigir a todo precandidato/candidato, sus propuestas concretas, escritas y firmadas e imprescindibles para lograr los mejores “frutos democráticos” en los temas más sensibles de la vida y convivencia democrática”, Vg.: cuidado y promoción de la vida humana, vegetal y animal; para la biodiversidad, para la salud, para una seguridad alimentaria cuantitativa y cualitativa, para la educación, para la seguridad, para la inflación, para la seguridad jurídica; para la erradicación de la corrupción y el narcotráfico; para el cuidado del medio ambiente y el uso racional de los recursos naturales; para los habitantes de la calle; para la recuperación y reinserción natural de los presos; para infraestructura, para reposicionarnos ante el mundo, etc.

Hoy, todavía no disponemos de dichas propuestas para un programa realista en un momento singularmente crítico de la vida nacional. Esto nos permite presagiar y temer renovados desperdicios de posibilidades, oportunidades y beneficios democráticos. 

Resumiendo, todo precandidato y candidato aspirante a alguna responsabilidad personal de gobierno nacional, provincial o municipal, debería revertir el ´crecimiento perdido´, la amenaza latente de una inflación descontrolada, condenar toda corrupción, resolver toda inseguridad, toda indigencia y empobrecimientos que, entre nosotros, ya alcanzaron niveles tan escandalosos como denigrantes e inaceptables.

Debido a la gravedad de la crisis, el primer enfoque urgente tiene que acentuarse en el cortísimo plazo, en el aquí y ahora, en tanto, el primer enfoque importante, hacerlo sobre la elección de reformas, metas y objetivos; estrategias, logísticas y metodológicas que no admitan corrupción, improvisación ni inexperticia, sino pertinacia atento que,

serán cruciales en el mediano y largo plazo de un futuro amenazante. 

Preconclusivamente, por todo eso, aún estamos a tiempo para condenar corrupciones pasadas y presentes, evitando simultáneamente absurdas y ridículas adversidades y contratiempos que posponen o truncan un legítimo y merecido desarrollo humano. 

La determinación que pongamos en todo eso, mancomunada con la exigencia que efectuemos de propuestas y materializaciones políticas 2015/2019, revelarán finalmente, cuan estamos dispuestos, decididos e intratables para no malograr ningún fruto substancioso democrático y, cuan para atesorar todos los logros democráticos, posibles.


(*) El autor del artículo es investigador CIJS / UNC

Autor: REDACCION

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