La nota de este domingo tiene un sentido especial. El mirar hacia atrás, no es por temas relacionados con la política, con las acciones de gobierno, con la inseguridad o con la droga como es habitual que suceda. Tiene en cambio un sello personal, sirviendo de enlace tanto entre quienes vienen siguiendo estas reflexiones con una adhesión que me han hecho conocer reiteradamente, por cierto con una buena dosis de generosidad, como así también para los críticos de sus contenidos, junto a los lectores del diario en general que tal vez suelan pasarlas de largo.
Sin dudas un destinatario muy amplio, con el cual interrumpo mi habitual estilo, pues esta vez el mirar hacia atrás está referido a estas más de cinco décadas en el diario, que me tuvieron desde los comienzos como aprendiz de linotipo hasta la secretaría de redacción ejercida desde 1980 hasta el mes pasado, que me posibilitaron, entre otras cosas, ir aprendiendo desde el primero al último día en el cargo, quedando por supuesto muchísimo por incorporar. Es que hacer un diario, es una labor dinámica, en constante movimiento y con cambios permanentes y como tales inesperados, con presiones que aumentan al nivel de la responsabilidad que cada uno pone en cumplir su tarea. "Armar un rompecabezas muy complejo todos los días", fue definido en alguna oportunidad con alta aproximación a la certeza.
Esta mirada hacia atrás no tiene pretensiones revisionistas, nada de aburrir con hechos y puntualizaciones definitivamente incorporadas al pasado, pero sí para cruzar el umbral de los recuerdos y todavía más que eso, del agradecimiento. Destinado a todos, sin excepciones, recordando y repasando en la memoria muchos capítulos gratos, reconfortantes, de esos que ayudaron y sostuvieron en momentos complicados, conservados con nitidez en la memoria, casi, como si hubiesen sido ayer. Y también los otros, aquellos menos agradables, que también intercalan su presencia, como en la vida misma, que se nutre y transcurre de esa manera. En este caso, algo que va enseñando el paso del tiempo, y aunque también archivados, mucho más difusos, menos precisos, con ese color amarillento que le dan los años, y por lo tanto casi ilegibles. Es también, una forma de aprender.
Esta visión retrospectiva, seguramente incompleta, lleva sin embargo la intención de formular un agradecimiento ampliado, sostenido por la sinceridad, tanto para aquellos de otras épocas, de los comienzos, como lo más recientes, pero también y esencialmente por todas las muestras de adhesión recibidas en estos días, desde notas, presentes y también saludos, convertidos en episodios reconfortantes, esos que apuntalan el espíritu, en definitiva los más trascendentes. Y también, para una despedida que es formal, pero no absoluta al menos en el contacto con los lectores, pues como habrán podido ver en este aún breve lapso de ausencia, los comentarios de los domingos han continuado, como así también algunas otras colaboraciones de las que cuesta despegarse, aunque sin la presencia física y constante tanto en el diario como en otros ámbitos que tenían que ver con el entramado de la tarea.
Días atrás en un programa de la TV local, repasando esta relación directa con el periodismo durante tantos años, la resumí diciendo "miro atrás y tengo la conciencia absolutamente en paz, tranquila", un concepto que tal vez merezca algunas ampliaciones, pues de ninguna manera significa el no haber cometido yerros, que los hubo y quizás demasiados, sino el haberlos podido rectificar ya que partiendo de las buenas intenciones todo se facilita, se hace mucho más sencillo. Es que iniciando desde el diálogo, del saber escuchar, de la intención sana y de la posibilidad de retractación en el error, todo se convierte en un tránsito mucho más llevadero, y por supuesto accesible.
En 2011, en ocasión de los 90 años de la fundación del diario, en el suplemento distribuido con ese motivo, en una extensa nota de una página anticipé este retiro ahora efectivizado, el que se fue postergando por diversas circunstancias, que ni la pena vale puntualizar. Pero también realicé un amplio repaso sobre algunos hechos puntuales ocurridos durante estas cinco décadas, relacionados con mi actividad desde la redacción, como cronista en el comienzo, luego al frente de la sección deportes, y finalmente en la secretaría general de la misma. No sólo fueron anécdotas, entrevistas a algunas personalidades de cada momento, varias de las cuales me marcaron muy fuerte y me brindaron la posibilidad de ir acumulando experiencias que luego, frente a los hechos, resultaron muy útiles. No repetiré nombres, fechas, ni hechos, como también ocurre en toda esta nota, sencillamente diré que pude hacer el trabajo que me gustaba, que lo disfruté intensamente. Y eso, en la vida es una recompensa que no tiene precio, inigualable.
En un libro recibido estos días, aludiendo a este retiro alguien completó la dedicatoria diciendo "los verdaderos periodistas nunca dejan de serlo". Miro atrás y recurro a lo más simple y directo: ¡muchas gracias a todos!