Rural

Pasó por Rafaela Raquel Chan, la científica que creó el trigo HB4

La Dra. Raquel Chan, investigadora superior del CONICET y directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (de la Universidad Nacional del Litoral), es la científica número uno del país en investigación biotecnológica, especialmente en lo que refiere a los principales cultivos de producción masiva. Invitada por el INTA Rafaela, ofreció este martes una charla magistral para científicos locales, en la que contó cómo junto a su equipo desarrolló la tecnología más disruptiva que se haya patentado en el país en materia agrícola.
Se trata del descubrimiento de un gen que posee el girasol, el HaHB4, que por transgénesis se incorporó al trigo, el cual confiere al cultivo una resistencia al estrés hídrico, obteniendo un material absolutamente novedoso en el mercado con un potencial comercial sin precedentes. Para escalar este hito de la ciencia argentina, el CONICET y la UNL se asociaron a la compañía de biotecnología Bioceres (de capital nacional con sede en Rosario), en donde se obtuvo el abultado financiamiento que requería la investigación y desde donde se patentó el descubrimiento a nombre de los organismos públicos y la empresa privada.
El año pasado, este trigo HB4 logró todas las habilitaciones y aprobaciones de los organismos reguladores y ya cuenta con la venia del principal mercado argentino en este cereal, Brasil, a la espera de su pronta comercialización en el mercado de exportación. Lo mismo está por suceder con la soja HB4 que está al aguardo de la aprobación de China (principal importador).
Raquel Chan explicó que “el principal atributo de esta tecnología, que incluyen el Gen HaHB4, la técnica para ponerlo adentro de las plantas y los estudios ulteriores, es que le da a las plantas un mejor rendimiento productivo en condiciones adversas como el estrés por déficit hídrico, pero también en condiciones normales”. También se demostró, a partir de los 37 ensayos a campo que se realizaron en los últimos años, que el trigo HB4 se comporta muy bien ante los golpes de calor, que suelen suceder en algún momento del ciclo, a pesar de que se trata de un cultivo de invierno. Incluso, una reciente publicación científica de EEUU demostró que la tecnología HB4 mejora la huella hídrica y de carbono, “algo que nos sorprendió totalmente porque es algo que no habíamos evaluado y esta investigación que derivó de nuestro descubrimiento, que ni nosotros ni Bioceres estábamos al tanto, ahora lo acaban de publicar”.

LAS CONTROVERSIAS
No exenta de cuestionamientos, como toda innovación revolucionaria de alto impacto, la tecnología HB4 descubierta por el equipo de Chan, tuvo que sortear muchas etapas a lo largo de 15 años hasta demostrar plenamente los beneficios que le comportan a los cultivos. “Las controversias se dan como muchas veces sucede con otras tecnologías, que generan rechazos en ciertos sectores de la sociedad, porque se trata de un transgénico, lo cual es comparable a lo que sucede con las vacunas”, opinó la científica. En este caso, “el rechazo mayor viene por cómo fue desarrollada, porque aparte de generar tolerancia por el déficit hídrico le da resistencia a un herbicida que se llama glufosinato de amonio, que está aprobado y regulado para su uso, y es lo que se usa para combatir malezas que compiten con el cultivo por el agua y los nutrientes del suelo, ya que la ciencia no ha encontrado algo mejor hasta el momento”.

LOS MITOS DE LO NATURAL
La Dra. Chan cuestiona el excesivo marketing que algunos hacen sobre “lo natural”, explicando que los productos aprobados para utilizar en la defensa del cultivo, son mucho más efectivas para la producción masiva de materias primas. “La forma de combatir las malezas sería arrancarlas a mano en el campo, de a una, o en su defecto aplicar debidamente un herbicida”.
En su opinión, “hay mucha gente que se opone a los transgénicos simplemente porque no entiende de qué se tratan, como hemos visto en estos tiempos con las vacunas. Hay una fantasía de lo que se cree que es natural. Como por ejemplo que aquello que no es transgénico es natural, y eso no es verdad ya que nada de lo que comemos sale directamente de la naturaleza. Todo ha sido mejorado por técnicas clásicas, por cruza, selección o descarte”, explicó la experta. “Dos plantas tienen hijas, una es más linda, otra más fea y el productor se queda con la más linda, la cruza con otra igual de linda y así a lo largo de 500 años de agricultura, se obtienen los productos que encontramos en el supermercado”. Un ejemplo: el maíz. “El Maíz no existía como tal en Méjico, sino que es hijo de las mutaciones del teosinte (Teocintle), un cultivo que nadie comería por su aspecto y porque no rinde igual; el brócoli y la coliflor no existían en la naturaleza, el kiwi tampoco, como tantas frutas y verduras que son obra del hombre que fue mejorando su desarrollo hasta lograr el producto que hoy se consume”.
Sí se puede diferenciar entre “orgánico” y “natural”, según comenta Chan, pero también ahí hay una trampa que no siempre se blanquea. “Cuando uno habla de ‘orgánico’ significa que no se utilizaron herbicidas en su producción, pero el problema radica en que son plantas que no resisten al ataque de hongos, insectos o malezas, haciendo su producción muy baja y a un costo muy alto”. Por ejemplo, “en Europa he visto que venden la manzana 100% orgánica a cinco Euros cada una ($620 cambio oficial), imagínense que no todos pueden acceder a ese producto. Por eso no es que yo esté en contra de producir en forma orgánica sino que mientras tengan esos costos se nos va a morir de hambre más gente que hoy en día”, reflexionó la investigadora.

LO QUE SE VIENE
El equipo del IAL ha aislado el gen HB11, también de girasol, que confiere a los híbridos de maíz, un rendimiento superior en situación de anegamientos, aportando una resistencia superior ante el exceso de lluvias y más robustez en el tallo ante tormentas y encharcamientos prolongados. Seguramente, otro hito de la ciencia argentina de la mano de la Dra. Raquel Chan.

Autor: REDACCION

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