Notas de Opinión

Plata para todos

Lo del vicepresidente Boudou no es sencillo de acallar, pues cuando parecía que los desplazamientos del procurador Righi, del juez Rafecas y del fiscal Rívolo encaminaban a tender sobre el asunto un manto de olvido, que era realmente el objetivo,  las denuncias continúan sucediéndose casi como hongos después de la lluvia. Es que ahora, además de la cuestión de la imprenta Ciccone, se agrega el supuesto enriquecimiento ilícito y varios amigos de Boudou que como por arte de magia, de la noche a la mañana, pasaron de ser monotributistas -como Vandenbroele- a propietarios de inmuebles de alta valuación en dólares. Remedando el latiguillo oficial aplicado al fútbol, la carne, el pescado y las milanesas, entre otros, bien podría aplicarse aquí el  equivalente de "plata para todos". 

Es que según lo dejan ver las circunstancias, Boudou viene dejando rastros que más que eso, son verdaderos huellones, prácticamente imposibles de ocultar. El empecinamiento en desconocer a Vandenbroele es insostenible frente a las evidencias, la negativa del uso de influencias en favor de Ciccone aún ante una nota con su firma, las diferencias en sus declaraciones juradas de bienes, son apenas la punta del iceberg. En fin, una verdadera joyita de desprolijidades, por lo cual el nuevo juez de la causa seguramente deberá hacer malabares para llegar al desenlace que todo el mundo supone que tendrá este asunto. Tal vez, recibiendo algunos consejos de su colega Oyarbide, un especialista en estas cosas, todo se le haga más sencillo. Como muestra sirven dos botones: el sobreseimiento relámpago del enriquecimiento del matrimonio Kirchner, y el cierre del caso Skanska, empresa sueca que admitió haber pagado coimas a funcionarios, pero ni aún así hubo responsables.

De paso, y como también hace al asunto, existen algunos interrogantes realmente curiosos. Recordemos lo ocurrido con Papel Prensa, retomando el control el Estado -o bien el gobierno, pues ambos están hoy tan mezclados que no se diferencian- bajo la justificación que un producto vital como el papel de diario debía tener injerencia pública y estar bajo su control. Partiendo de esa premisa, ¿por qué no se adopta el mismo criterio con la Calcográfica Ciccone? ¿Es más importante el papel de diario que la impresión de billetes? 

De todos modos, a la presidenta Cristina Fernández este karma de los vices no la toma desprevenida, aunque con Cobos todo era más sencillo, cuestión de pegarle y sumar voces al coro, pues al fin de cuentas era de otro palo. Muy distinto lo de Boudou, elegido por su propio dedo, quien cada día puede darle una nueva sorpresa. Y eso es lo peor que puede pasarle, ya que frente a lo inesperado es mucho más complicado defenderse, a veces de manera bastante burda. Más que un cartelito de "Clarín miente" lo deseable sería conocer la verdad.

Mientras todo esto transcurre, la inflación sigue haciendo estragos, devorando todo a su paso, especialmente los salarios. Es evidente que el método Moreno, manipulando el INDEC o controlando los precios, no arrojó resultados positivos, por el contrario, aceleró el deterioro. Tal vez llegó el momento en que habría que ensayar otras metodologías más apropiadas, como achicar algunos gastos absolutamente prescindibles -nada de ajuste, que se entienda- y aflojar con la emisión monetaria. 

Una de las consecuencias está a la vista con el dólar. Se trata de falta de confianza, nada más simple. Desde que Cristina inició su primer mandato hasta ahora, el dólar aumentó un 44%, los precios en cambio 190%. Se da por seguro que en algún momento, más temprano o más tarde, todo volverá a nivelarse, pero además, con una erosión entre 25 y 30 puntos anuales provocada por la inflación, es lógico que la gente trate de resguardarse.

Es cierto que hoy existe un bombardeo sostenido y mucho tono apocalíptico en ciertos pronósticos, pero tampoco eso lleva a desentenderse. Algunas provincias están realmente tocando fondo y no hay plata siquiera para pagar los sueldos, si eso ocurre en Córdoba -una de las ricas- qué queda para otras. Aquí mismo en Santa Fe, comenzó el endeudamiento, y el rojo aparece por donde uno pase la vista. Los rumores de las cuasi monedas no parecen bombas de humo. ¿Se acuerdan de los lecop, los patacones y toda esa sarta de circulante espúreo? No se alarmen si vuelven. ¡Cómo para que la gente no quiera ahorrar en dólares!

Punto final con Angola. Fuimos por gas y petróleo, les llevamos espejitos de colores (entiéndase zapatos, limones, relojes, prendas de La Salada, masitas). Por lo observado, todo rozando el papelón. ¿Habrá negocios? Difícil, toda gente muy rápida para los números. De un lado y del otro.

Autor: Roberto Actis

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