Tiempo de creaciones, cambios y ejecuciones, el otoño es probablemente la estación de más trabajo en el jardín. Las bulbosas de floración primaveral ofrecen un rango de variedades y coloridos excepcionales que nos permiten preparar, ya sea en macetas, canteros o bajo el césped, pequeñas sorpresas para los primeros calores de la primavera.
Los bulbos son órganos de reserva subterráneos dentro de los cuales están contenidas flores, hojas que vegetarán en su debida estación. Y mientras algunos se adaptan a macetas otros prefieren la plena tierra para desarrollarse y propagarse.
Ya sea en tierra o en maceta debemos considerar que el bulbo pasa por una etapa de vegetación, una de floración, una de recuperación (las hojas deben devolver al bulbo mediante la fotosíntesis, la energía que tomaron de él para brotar) y otra de almacenamiento o descanso que se llevará a cabo en un lugar seco y fresco o, dado el caso, bajo tierra, que deberá estar lo más seca posible durante el verano.
1) Provisión de materiales.
* Macetas o contenedores: cualquier tipo de contenedor de plástico, terracota, cemento o fibrocemento será útil para armar nuestra composición de bulbos siempre teniendo en cuenta que cuanto más pequeño sea el envase más frecuente se tornarán los riegos y más necesario el aporte de fertilizantes.
* Material drenante: un aspecto fundamental será el drenaje del recipiente, que podemos asegurar con una capa de leca o trozos de maceta rotas ubicados en el fondo.
* Sustrato: una buena mezcla de compost, sustrato o mantillo con humus de lombriz proveerá el medio ideal ya que la tierra negra suele compactarse en la maceta y no favorece el crecimiento de las plantas. También puede agregarse arena gruesa para mejorar el drenaje.
* Fertilizante: su aporte, ya sea químico u orgánico (por ejemplo harina de hueso utilizada moderadamente y mezclada en la tierra de plantación) será siempre bienvenido para lograr floraciones abundantes. Dentro de los químicos, los de liberación lenta, son ideales ya que con un solo aporte inicial, nutrirán al bulbo durante todo su período de desarrollo.
* Bulbos: es recomendable comprarlos en viveros o casas especializados donde se nos garantice la buena calidad y la correspondencia de colores y variedades. Deberán tener buen tamaño, no estar blandos, no tener polvillo (moho) ni presentar signos de podredumbre, una situación irreversible.
* Plantines de estación: ciertas flores de estación resultan buenas compañías para los bulbos, ya que aportan colorido e interés a la maceta o al arreglo mientras aquellos se preparan para florecer. Violas en sus distintos coloridos, alisum, alelíes, petunias, clavelinas, etc son algunos de los que se combinarán muy bien con las bulbosas.
2) Plantación.
Es importante respetar la profundidad de la plantación de los bulbos que por lo general equivale aproximadamente al doble de su diámetro.
3) Cuidados básicos.
* Riego: debe ser permanente, sin permitir que la tierra se seque en el caso de las macetas, e intensificado a medida que se acerca el momento de la floración y suben las temperaturas.
* Fertilización: si se ha aplicado un fertilizante aperdigonado en la mezcla del sustrato de plantación no será necesario un aporte extra. En el caso contrario convendrá aplicar con el riego un fertilizante líquido que estimule la floración.
4) Después de florecer.
Luego de la floración los bulbos necesitan recuperar la energía perdida en el proceso. Para eso debemos dejar que las hojas amarilleen en la planta (aunque no resulte demasiado estético) y luego si podremos cortarlas al ras y dejar los bulbos en la tierra hasta que terminen de florecer los plantines. Si quisiéramos usar la maceta para nuevas plantaciones lo mejor será levantar los bulbos, identificarlos (por medio de una etiqueta o cartel) por nombre y variedad, color, etc., y guardarlos en una caja de cartón (de zapatos por ejemplo) en un lugar fresco y seco hasta el otoño que viene.
Acérquense al vivero que los bulbos los están esperando… María Paula.