Era el año 1963 y me encontraba en los Estados Unidos asistiendo a un curso de Prensa, Radio y Televisión organizado por el Committe of Correspondence. En esa oportunidad hubo enfrentamientos en Alabama entre la policía y los negros de esa ciudad, que fueron perseguidos y atacados por perros. La situación se originó por haberse negado el gobernador de Alabama a autorizar la inscripción de alumnos negros en la Universidad del Estado a pesar de haberlos aceptado la propia institución educativa. Esto motivó que el Presidente Kennedy ordenara de inmediato la federalización de las fuerzas del estado.
Por otra parte, Kennedy al hablar por radio y televisión a todo el país para referirse a este suceso, manifestó que estaba enérgicamente decidido a solicitar al Congreso la sanción de una ley por la cual se abrieran los restaurantes, los cines, teatros, negocios, etc. a blancos y negros sin distinción, en todos aquellos estados en los que todavía existe discriminación racial. El Presidente argumentó que la Constitución de los Estados Unidos establece que todos los habitantes deben tener igualdad de derechos ante la ley y que quienes están adoptando hoy la política de no integración, están violando la ley fundamental de la Nación.
El problema se agravaba sobre todo en los estados del Sur del país pero no esperaban una reacción tan rápida por parte de Kennedy, aunque para la mayoría no fue una sorpresa por cuanto desde declaraciones anteriores había dado claros indicios de sus intenciones y lo puso en práctica de inmediato y con toda su energía.
Han pasado unos cuantos años y sin embargo seguimos viendo cada tanto hechos raciales, que ponen en evidencia una intransigente conducta por parte de quienes- en este caso la fuerzas policiales- deberían dar el ejemplo de su respeto a la ley.