Notas de Opinión

¿Quién apaga la luz?

¿Usted recuerda cuando el ministro De Vido se enojaba hasta la exasperación al negar la existencia de la crisis energética? Hace apenas dos años, tal vez un poco más, pero no mucho. Cada vez que se le preguntaba sobre la difícil y comprometida situación energética, no sólo evidente sino ya por entonces padecida, lo negaba a ultranza. ¿De qué crisis me habla?, solía ser su respuesta en forma de pregunta, descalificando al inquisidor. Nada era admitido, se negaba la realidad de los cortes de gas a las industrias, los veranos donde la demanda ponía en constante riesgo de colapso al sistema, las crecientes importaciones de toda clase de combustibles. En fin, casi un calco de la manera en que se construye el relato de que todo anda de maravillas, y lo negativo, directamente se oculta o se niega. Pero claro, aunque con consecuencias muy negativas, se puede mentir con la inflación del INDEC, con los niveles de pobreza e indigencia, con los subsidios, restringir las importaciones, e igualmente seguir adelante. Con la energía no, cuando se acaba no hay relato que valga, ni promesa que la sustituya. El fracaso de la política energética del gobierno kirchnerista es lo que hoy estamos pagando y que se engullirá todos los dólares que están recolectándose a cualquier costo, con una enmarañada y confusa metodología donde cada día se añade un nuevo capítulo, al extremo de estar afectando las libertades y derechos individuales. Aunque, y para ser justos, esta fracasada política en el sector venía desde comienzos de la década del ´90, habiendo consistido el error en continuarla de esa misma manera, correspondiéndole gran parte de responsabilidad y culpa pues se dejaron pasar 9 años en los que no se hizo otra cosa que ver como todo se iba agravando sin mover un dedo. Al punto que la Argentina pasó de ser exportador de energía hace 3 años a fuerte importador. Perdimos el autoabastecimiento. Simplificando, puede llegar a decirse que el ingreso -o la mayor parte del mismo- que tenemos con la soja se escurre para pagar la energía que compramos.Pese a todo, quien fue responsable -al menos ante la gente- de la aplicación de esas políticas, continúa en el gobierno, y aún cuando el corrimiento de De Vido, de él se trata, ha sido bastante fuerte resignando áreas y espacios que ahora maneja Axel Kicillof, no es sencillo comprender cómo quien fue el instrumentador del desastre integre ahora el grupo que busca las soluciones. Pero bueno, es otra de las incongruencias que se observan casi a diario, donde el sube y baja en la consideración de la Presidenta es constante y acompasado a las circunstancias. esas mismas que tantas veces son tan difícil de comprender. No se sabe con exactitud, pero este año se necesitarán entre 10 y 13 mil millones de dólares para la compra de energía, entre gas, electricidad y combustibles, cuando en 2009 se exportaba por unos 5.000 millones de dólares. La cuenta es muy simple, entre lo que dejó de ingresar y lo que se va, es una verdadera montaña de dólares, los que para colmo de males ahora no abundan como años recientes. Esta es la principal causa por la cual se viene disponiendo toda esta clase de medidas para cerrar cada vez más el cerco sobre el dólar, aún cuando se utilice la justificación del pago de los servicios de la deuda, que este año ya fueron afrontados en buena parte y para lo que resta no significaría demasiados problemas, mientras que en 2013 los vencimientos serán mucho menores. La realidad indica que estas urgencias por juntar dólares es para destinarlos al pago de la importación de energía, lo que se trata de mantener en la mayor reserva posible, pues su admisión constituiría un tácito reconocimiento del fracaso. Y para culpar a los demás ya han pasado muchos años, y además los últimos nueve que fueron propios diluyéndose en la trascendencia, en los que el mayor esfuerzo se puso en ocultar y negar una crisis sobre la cual sobraron advertencias.  Ni siquiera se ha podido encontrar solución al sistema de subsidios, que beneficiaron tanto a pobres como ricos. Uno de los objetivos de la "sintonía fina" era retroceder con los subsidios, pero apenas iniciado el intento y frente al desbarajuste que se venía encima, se puso una violenta marcha atrás. De tal modo, hoy seguimos como entonces, aunque cada vez con menos energía y más necesidades.La corrección se impone, pues por un lado se proclama a los cuatro vientos lo positivo de la liberación de la deuda -lo cual también deja mucho margen para la discusión-, mientras por el otro se genera una dependencia energética cada vez mayor. Parafraseando a Bill Clinton, mejor dicho a los responsables de su campaña en 1992, cuando se puso en boga aquello de "es la economía, estúpido" y luego se fue aplicando para otros rubros. En este caso, correspondería decir "es la energía, estúpido" (sin alusiones).

Se viven momentos complicados, que la presidenta Cristina se compare aunque sea "un poquito" con Dios, o que Kicillof diga que a la empresa Techint "hay que fundirla", aunque después aclaró que no lo haría, son expresiones no sólo fuera de lugar más aún de quienes provienen, sino de un desacierto absoluto. 

Autor: Roberto Actis

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