Por Guillermo Briggiler
¿Qué hacemos en una columna de economía hablando de teatro? Lo que ocurre es que la semana próxima la ciudad celebrará la 20ª edición del Festival de Teatro de Rafaela, siendo este un gran evento con 30 obras que se representarán en un total de 56 funciones, en salas tradicionales y espacios no convencionales, motivo por el cual decenas de miles de espectadores generan un impacto en la economía local.
Hay beneficios económicos que se pueden ver directamente, como el turismo y la hotelería. La llegada de compañías teatrales y público regional aumenta la ocupación hotelera. Si tomamos un estimado conservador de 2.000 visitantes por noche durante los seis días, con un gasto promedio de ARS 10.000 por día (alojamiento, comidas, transporte), el impacto asciende a ARS 120 millones en el circuito local. Nada mal!
También consumo en gastronomía y comercios, restaurantes, bares, cafés y comercio minorista experimentan un incremento en ventas, desde cenas y tragos post-funciones hasta compras eventuales, como artesanías, librerías y hasta tiendas. Estas compras refuerzan la circulación de dinero dentro de la ciudad.
Por supuesto también los ingresos directos por boletería. Aunque algunas obras son gratuitas, las funciones pagas representan una fuente de ingresos para los espacios culturales, museos, salas y teatros. También se fomenta la industria cultural local, ya que hay obras elegidas por concurso y numerosos laboratorios con creadores de nuestra Rafaela, que fortalecen la economía creativa municipal y generando oportunidades laborales y profesionales en cultura.
Pero también hay beneficios económicos indirectos, entre los que podemos citar, el refuerzo de la marca ciudad, ya que el festival posiciona a Rafaela como “capital del teatro” del interior provincial y nacional, fortaleciendo su atractivo para inversiones culturales, educativas y turísticas. Y también el efecto arrastre en arraigo y talento local, ya que la proyección nacional e internacional de artistas rafaelinos genera oportunidades más allá del festival: futuras giras, capacitaciones y creación colectiva que fortalecen la cadena de valor cultural regional.
Y por qué no citar algunos beneficios no económicos como la expansión del festival a plazas, clubes, barrios y espacios comunitarios, que incorporan familias, estudiantes y adultos mayores, y permitiendo derribar barreras económicas, sociales y culturales. Los talleres, charlas y laboratorios con docentes, críticos y artistas brindan oportunidades únicas de aprendizaje y profesionalización a estudiantes y creadores emergentes. Así como contribución a la identidad local, ya que el festival es un hito cultural que forma parte del imaginario rafaelino desde hace 20 años, y contribuye a fortalecer el sentido de pertenencia y orgullo comunitario.
En un país atravesado por crisis y recortes en cultura, el Festival de Teatro de Rafaela demuestra que, una propuesta cultural bien gestionada, puede generar retornos económicos reales a corto plazo, y una reputación cultural consolidada a mediano y largo plazo. Estos beneficios sirven como argumento para sostener o expandir la inversión en cultura.
El Festival de Teatro de Rafaela es mucho más que un ciclo de espectáculos. Es un impulsor económico directo, mediante turismo, consumo y trabajo, y semilla cultural con efectos multiplicadores en la ciudad. A la vez, fortalece el tejido social y enriquece la identidad local.
Por tanto, invertir en cultura se traduce en beneficios cuantificables, facturación comercial, empleo, proyectos futuros, y también en ganancias intangibles que consolidan la comunidad rafaelina.
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