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San Cayetano: miles de rafaelinos se acercaron para depositar sus esperanzas y agradecimientos

Cada 7 de agosto, miles de fieles en Argentina y en distintos países del mundo celebran el día de San Cayetano, uno de los santos más populares del calendario litúrgico católico. Conocido como el “patrono del pan y del trabajo”, su figura convoca especialmente en tiempos de crisis económica y dificultades laborales.

Y en ciudades como en Rafaela, la tradicional procesión a la capilla de San Cayetano, en el corazón del barrio Amancay de nuestra ciudad, congrega a miles de vecinos que se acercan a pedir o agradecer por empleo, salud y sustento, una devoción que ha crecido con fuerza durante los últimos años, especialmente en tiempos de mucha inflación económica, donde el pan y el trabajo escasea.

Y este 2025 no fue la excepción. Es que cientos de peregrinos rafaelinos esperaron un año para este encuentro con este Santo tan popular, trayendo en el corazón el pedido de agradecimiento. Algunos entraron a la capilla, lentamente y esperando entre largas colas, con lágrimas en los ojos, pero la gran mayoría lo hizo con sonrisas. Pero también no faltaron aquellos que transitaron el momento con mucha emoción, un signo distintivo de este acto, la satisfacción después del sacrificio de tanta espera y de reecontrarse con el santo, apoyando la mano en el cristal y dejando su ruego, para luego seguir el camino. Aunque también hubo muchos que lo saludaron desde lejos, los que no se atrevieron a realizar la espera. Y no es para menos, ya que de todos los acontecimientos religiosos populares en el país, no caben dudas que éste es el de mayor contenido social.

UNA COSTUMBRE INTERMINABLE

Rostros de todas las edades, familias enteras, chicos, jóvenes, abuelos, toda una enorme heterogeneidad saludando a San Cayetano en el santuario desde cerca, cara a cara, agradeciendo y pidiendo por trabajo y por pan, en una clara muestra de que la gente tiene mucha devoción con este sacerdote, convirtiéndose en una tradición que se da de padre a hijo.

Y entre la muchedumbre, estaban también los sacerdotes bendiciendo masivamente a la gente, que con trabajo o sin, o aquellos a los que les cuesta llegar a fin de mes, se acercaron para agradecer por lo que tienen y esperando otros por conseguir una fuente de trabajo estable, algo tan necesario para poder subsistir y que hoy por hoy está bastante escaso en la ciudad y en el país.

"Como todos los años, durante más de dos décadas, venimos con toda la familia más que nada a agradecer por trabajo y salud. Es un santo muy milagroso y por eso se ve que hay mucha gente que confía mucho en él. Es el único que nos va a dar pan, comida y trabajo, no esperemos de otra gente. Al pobre y al que más necesita, el único que lo salva es San Cayetano", nos contaba una abuela con una definición contundente que explica un poco esta notable devoción, cansada también de tantas defraudaciones de gobernantes y políticos.

"Le agradecemos el trabajo de todos, el de la familia, que nos cuide y que nunca nos falte el pan. Esta todo tan difícil que siempre es importante venir y agradecer. Hay mucha gente que está pasando por un mal momento pero no hay que perder la fe y el entusiasmo, esperando que mejoren un poco las cosas", comentó otro vecino muy esperanzado.

El dato de color de la jornada, entre alguna brisa fresca, fue el clima, que a puro Sol, con cielo casi despejado, fue agradable, y que a diferencia de otras temporadas más gélidas, acompañó y se prestó para que mucha gente se acerque a la convocatoria durante todo el día.

PROCESION Y MISA

La tradicional procesión se realizó pasadas la hora 16 alrededor de la plaza del barrio, por las calles aledañas al templo, donde los fieles acompañaron en gran número portando imágenes del santo, algunas velas, estampitas y ofrendas en una caminata muy emotiva que contó, además, con oraciones por trabajo, salud y unidad familiar. Y posteriormente se celebró la misa central al aire libre, presidida por el obispo de la Diócesis de Rafaela, monseñor Pedro Torres, quien dejó un mensaje haciendo hincapié en la amistad, recordando algunas frases del Papa Francisco y centrado en la solidaridad, la dignidad del trabajo y la necesidad de acompañar a quienes más sufren.

"Hagan bolsas que no se desgasten, acumulen un tesoro inagotable en el cielo, que allí donde está tu tesoro está tu corazón. Qué gracia poder escuchar la palabra de Dios y saber que es digna y eficaz, la palabra hecha carne. Lo conmueve la desnutrición, el hambre, la mala alimentación. Quién no conoce la escritura no conoce a Jesucristo, y San Cayetano lo sabía. Su papa murió de chico y a él lo ayudó su mamá. Después entendió que debía ser misionero para ayudar a los más pobres, y fue encontrando en el camino otros con el mismo deseo. Para San Cayetano, el tesoro era la palabra, la eucaristía, su vínculo con María, yendo a rezar con una profunda devoción, es el mandamiento del amor a Dios y al prójimo, y sus amigos santos, otro tesoro", relató el Obispo durante su discurso.

Y finalizó argumentando lo siguiente: "qué importante y esenciales son y la familia y la amistad. Los amigos no son cuando nos acompañan cuando hacemos las cosas mal, son cómplices, amigo es el que es capaz de enseñarme la verdad, de corregirme cuando me equivoco, y hacerlo con tal amor que me hace crecer. Amigo es aquel que te invita a acercarnos como iguales, la amistad iguala a quienes son amigos, no importa edad, condición, sabiduría. Los amigos son los hermanos que hemos elegido en el camino y que nos han elegido en sus caminos. Tenemos que sembrar amistad en los lugares de trabajo, de diversión, en los lugares de oración. Tenemos que descubrir que es más lo que unos une que lo que nos divide, sin peleas ni grietas. Y con ese estilo de amistad, construir un mundo distinto. San Cayetano es el amigo del pueblo, y el verdadero amigo quiere para su amigo que exista y viva, hacerle el bien, y compartir con él sus alegrías y tristezas. Por eso San Cayetano es nuestro amigo, la amistad se cultiva y se trabaja, y para caminar hacia la amistad social y la fraternidad universal hace falta un reconocimiento básico: percibir cuánto vale un ser humano, una persona, siempre y en cualquier circunstancia. Y eso es nuestro tesoro, a veces cuidamos más nuestras casas que nuestros vínculos. Nuestro tesoro es un vínculo neto, una joya, a veces hay que limpiarla un poco, pero sigue siendo muy valioso, no por lo que dan, sino por lo que son, construir puentes. La amistad requiere también saber pedir perdón, saber reconocer cuando nos equivocamos, y ser capaces de donde no hay amor, poner amor, y donde hay hambre, poner alimento, donde hay frío, poner abrigo, donde hay tristeza poner consuelo. Somos peregrinos de esperanza, no estamos solos, los Santos caminan con nosotros. Y no dejemos que la distancia, ni las ideologías ni las tonteras de cada día nos distancien de los amigos, que son un regalo para la esperanza cuando los dejamos habitar en el corazón".

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